Klaus Glendson Cassano es el primogénito de la familia más temida de Manchester. CEO de una gran empresa y Don de una de las mafias más influyentes, es conocido por su frialdad, su inteligencia aguda y una brutalidad sin límites. Entre noches llenas de fiestas y una vida de poder absoluto, Klaus vive bajo la constante presión del consejo para cumplir un deber que insiste en postergar: el matrimonio.
Tras años evitando compromisos, el consejo decide intervenir y pone en riesgo su título como Don. Obligado a elegir una esposa entre las herederas de la mafia, Klaus se niega a ser manipulado. Acepta casarse… pero con una condición: la elección será suya, y solo suya.
Entre amenazas veladas, alianzas políticas y juegos de poder, Klaus inicia su propia cacería. Pero lo que era solo una obligación estratégica puede convertirse en un desafío aún mayor cuando la mujer equivocada —o demasiado correcta— cruza su camino.
Porque, en el mundo de Klaus Cassano, amar es debilidad. Y él no acepta flaquear.
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Capítulo 10
Klaus...
—Pero el señor sabe las consecuencias de eso.
—Las consecuencias no me importan, voy a destruir a los Martineli's y nadie me va a impedir.
....
Guxta...
Me despierto de madrugada con el ruido de mi celular, que no paraba de sonar, me inclino en la cama y lo cojo del buró.
—¿Aló?
—Señor, es urgente, invadieron la ciudad y se llevaron a su hermana.
En el mismo instante me siento en la cama aturdido.
—¿Cómo es eso? ¡Pero qué mierda! ¡Desgracia! Dejo a tantos hombres en la entrada de la ciudad para que al final esos hijos de puta dejen invadir la ciudad, peor aún, se llevaron a mi hermana, ¡c-rajo! Quiero a todos mis hombres despiertos ahora mismo.
Tiro el celular lejos y me levanto para ducharme, después de eso, me arreglo y voy al cuarto de Leon, enciendo las luces y lo veo en medio de dos mujeres.
—¿Quién encendió esta mierda?..
Reclama abriendo el ojo.
—¡Despierta, Leon! Salgan de aquí, sus vagabundas.
Digo tirando la ropa de ellas que estaba esparcida en el suelo. En el mismo instante ellas salen de la cama y empiezan a vestirse.
—Guxta, para con eso, ¿qué está pasando?
—Está pasando todo lo que no podía pasar, Leon. Invadieron la ciudad y encima se llevaron a Alana.
Leon se levanta de la cama en el mismo instante.
—¿Cómo así se la llevaron?
—No sé a ciencia cierta, pero tenemos que investigar eso mejor y lo haremos ahora.
Digo y él empieza a arreglarse, yo bajo echando chispas. ¡No creo que él descubrió dónde ella está, voy a matarlo!
Leon baja y nosotros salimos de casa, llegamos lo más rápido que pudimos, ya estaba a punto de amanecer y en la entrada de la ciudad, había una sábana manchada de sangre, al lado de ella la cabeza de una mujer estaba colgada, por 3 segundos siento mi cuerpo helarse, sé que eso fue una advertencia.
Paramos frente a la casa y salimos del coche, así que entramos vemos a la señora que cuidaba de Alana.
—Señor Guxta... no pude protegerla como el señor pidió, aquellos hombres enmascarados llegaron disparando, derribaron la puerta y fueron a nuestros cuartos, hasta intenté conversar con uno de ellos, pero él me dio un culatazo y solo desperté prácticamente ahora... mi Dios, mi niña...
Cojo un vaso y coloco el agua que estaba en la jarra.
—Cálmese, voy a traerla de vuelta.
Digo cerrando los puños.
.....
Leon...
Me alejo de donde Guxta y la señora están, fui hasta el pasillo, cogí mi celular y llamé al desgraciado de Fenrril.
—Aló.
Dice atendiendo.
—¡Hijo de put-! ¿Para dónde llevaste a mi hermana? ¿Tienes noción de la mierda que hiciste?
Digo bajo.
—¿De qué estás hablando?
Pregunta haciéndose el desentendido.
—No te hagas el sordo, pasaste todos los límites, Guxta está con sangre en los ojos, él va a desollarte vivo.
—¿Cómo así se llevaron a tu hermana? Leon, juro que no hice nada.
—¿Qué? Pero... si no fuiste tú... ¡mierda! Cassano se la llevó.
Digo así que mi ficha cae.
—¿Uno de 'El diablos'?
—Sí.
— Manchestary es aliada de mi mafia, entonces será fácil de estar cerca de mi conejita y cuando menos esperen, la tendré para mí.
—Eso si Guxta no te mata antes y Cassano es mucho peor que Guxta, entonces buena suerte intentando sacarla de las manos de él.
—No parece importarte mucho ella, Leon.
—Y no me importa, con todo esto, Guxta estará ocupado demasiado y puedo colocar mis planes para sacarlo del comando en acción.
Digo con una sonrisa.