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Entre Las Garras De La Villana

Entre Las Garras De La Villana

Status: Terminada
Genre:Dominación / Reencarnación / Mundo de fantasía / Romance oscuro / Completas
Popularitas:103.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Amilkar

Cheryl solía ser una chica común, adicta a las novelas románticas y a una vida sin sobresaltos… hasta que murió. Ahora ha despertado en el cuerpo de la mujer más odiada de su historia favorita. Pero ella no piensa repetir el final.
Entre seducción, traición y poder, Cheryl jugará con las reglas del imperio para cambiar su destino. Porque esta vez, la villana no está dispuesta a caer.

NovelToon tiene autorización de Amilkar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

No quiero deberte nada

La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la luz tenue que se colaba entre los cortinajes. Rael abrió los ojos lentamente, el dolor aún palpitaba en su cuerpo, aunque… no era el mismo dolor de antes. Ya no sentía el ardor en la espalda, ni los cortes que antes lo abrasaban. Se incorporó con dificultad, notando cómo su piel estaba limpia, sin heridas, sin sangre seca. Alzó la vista y allí estaba ella. Aery, sentada en una silla, observándolo en silencio como un depredador paciente. Sus ojos brillaban con algo que no podía definir… ni cariño, ni frialdad. Algo más peligroso.

—Usaste tu magia otra vez —dijo Rael con la voz áspera, sin agradecimiento alguno—. Ahora siento que te debo algo… y detesto deberle a alguien como tú.

Aery se incorporó con suavidad, caminando hacia él.

—No fue un favor, fue una decisión. Quise salvarte. Nada más —murmuró, intentando sonar amable, casi humana.

Pero Rael la conocía. O al menos, creía hacerlo. Y en ese momento, su sonrisa cínica lo dijo todo.

—¿Decisión? ¿Desde cuándo tú haces cosas sin esperar algo a cambio?

Ella no respondió. Y ese silencio le bastó. Rael se movió con rapidez. La tomó de la cintura y, sin darle tiempo a reaccionar, la alzó con fuerza, dejándola sobre la mesa de madera oscura que adornaba la habitación. Se colocó entre sus piernas, inmovilizándola con su cuerpo, con sus manos en su cuello —no para lastimarla, sino para recordarle que él también sabía jugar sucio.

—¿No es esto lo que querías desde el principio? —le susurró con voz baja, oscura, venenosa—. ¿Tenerme aquí, a tu merced, entre tus dedos como uno más de tus juguetes?

Y sin esperar respuesta, la besó. Fue un beso cruel, rabioso. Cargado de deseo contenido, de reproches, de fuego y veneno. Sus labios se encontraron en un choque de voluntades, de poder y de guerra silenciosa. Cuando se separó, jadeando, aún con sus dedos acariciando su cuello, susurró contra su oído:

—Si eso es lo que querías, lo tendrás. Te daré lo que tanto anhelas… así ya no me deberás nada. Así quedamos en paz.

Pero Aery, con la respiración agitada y la mirada encendida, le sonrió. No como una mujer rendida, no como una amante conquistada.

—¿Paz? —susurró con veneno en la voz—. ¿De verdad crees que te quiero para eso? ¿Tú? ¿Crees que no tengo hombres que mueren por complacerme? Si quisiera placer, iría con cualquiera de mis amantes. No necesito a un esclavo que apenas sabe controlar sus impulsos.

El golpe fue directo al ego. Y lo supo. Lo vio en los ojos de Rael, en cómo su mandíbula se tensaba, en cómo sus puños se apretaban. Pero no se movió.

—No confundas obsesión con deseo, Rael —susurró en su oído—. No eres especial. Eres útil… a veces. Y otras, solo un estorbo que aún no decido si destruir o mantener cerca.

Rael se apartó lentamente, como una bestia herida. Sus ojos la quemaban. Y Aery, con una sonrisa que no llegaba a los ojos, se bajó de la mesa con elegancia, girando sobre sus talones.

—La próxima vez que intentes tocarme sin permiso… asegúrate de tener fuerza suficiente para asumir las consecuencias —sentenció, saliendo por la puerta con la cabeza en alto.

Rael quedó solo. Furioso. Confundido. Y, por primera vez en mucho tiempo… vulnerable. Porque odiaba admitirlo, pero en el fondo… quería volver a besarla.

.

.

.

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La noche había caído como una cortina pesada sobre el palacio. Las antorchas iluminaban los pasillos con una luz temblorosa, casi como si la oscuridad se resistiera a ser apartada. Kaelion caminaba sin rumbo fijo por los jardines internos. El sonido de sus botas contra la piedra era el único que rompía el silencio. Su mente era un caos.

“Aery te desconozco… tienes los cuernos más grandes del imperio… Nerys no es ninguna mosca muerta.”

Las palabras de su hermana seguían golpeando su mente una y otra vez, como un tambor constante en el fondo de su consciencia. Él no quería creerlo. No podía. Porque amaba a Nerys… ¿verdad? Se detuvo frente a la fuente, donde el agua caía con suavidad, y su reflejo temblaba sobre el líquido cristalino. Se inclinó levemente, observándose. El príncipe. El comandante. El hermano. ¿Y el tonto? Suspiró profundamente y cerró los ojos. Recordó a Nerys, sus caricias suaves, su voz delicada, sus promesas dulces al oído. A veces, cuando estaba con ella, se sentía en paz. O eso creía. Pero otras… había un vacío. Una distancia en su mirada, en sus silencios. Algo que nunca supo cómo nombrar.

“Tal vez estás viendo cosas que no existen”, se dijo a sí mismo. Pero esa voz interna… era cada vez más débil.

—¿Por qué me haces dudar… Aery? —susurró, como si su hermana pudiera oírlo.

Pero la duda ya se había sembrado. Y Kaelion sabía que una vez que una semilla como esa germinaba… nada volvía a ser igual. Escuchó pasos tras él. Se giró instintivamente, y allí estaba Nerys. Vestía una túnica blanca, su cabello recogido con flores pequeñas y una sonrisa cálida que no terminaba de alcanzarle los ojos.

—¿Qué haces tan solo en la noche, mi amor? —preguntó ella, con voz melosa mientras se acercaba y le rodeaba el brazo con delicadeza.

Kaelion se dejó abrazar, pero no la abrazó de vuelta. No del todo.

—Pensaba —respondió con frialdad.

—¿Pensabas en mí? —rió suavemente, acariciándole el pecho con sus uñas perfectas.

Él la miró… y por un segundo, juró que sus ojos cambiaban. No eran los de la dulce Nerys. No en ese instante. Había algo más… ¿control? ¿calculadora frialdad?

—Siempre —mintió él con una sonrisa forzada, bajando la mirada para besar su frente.

Y cuando ella se recostó en su pecho como si todo estuviera bien, como si no existiera más mundo que él, Kaelion solo pensó en una cosa: Debo saber la verdad… antes de que sea demasiado tarde.

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Adeilis Velázquez Mederos
La historia muy interesante, me gusta mucho
Paola Martiz
debo decirlo excelente historia muy buena 👌👏👏👏🤗
Paola Martiz
me hubiera gustado que kael muriera desapareciera
Paola Martiz
que emocionante 👏👏👏👏😈
Paola Martiz
muerta la perra se acaba la rabia 😈
Rosa Huachaca Mejia
kael una víctima de sus padres, que pena va terminar mal...
Paola Martiz
así es l cosa 😲😏🤭🤭
Paola Martiz
comenzó interesante
Rosa Huachaca Mejia
Me encanta la novela. lo que si fue triste ver como todos sus aliados fueron exterminados por su padre
Johanna marcela Castro
Kael no tiene la culpa de ese rencor por su hermano
adrianna
Acta para el puesto no, apta
Margarita Mamani
no me parece mala idea 😁
Margarita Mamani
otsea obvio
Leticia Espinosa
Excelente!! un gran trabajo!! una muy bella historia!! Tiene de todo para no aburrirse 🥰🥰😍 Muchas gracias 😉🤩
Jenny Gualan
Excelente
Rosa Lopez
No la he terminado pero me encanta ella es toda una mujer empoderada y él la adora como una diosa y es dominante y sumiso cuando se requiere y me encanta 🖤🔥
Margarita Mamani
amárrame, azótame, torrrrrrrrturame
Josseline Palma
♥️
Margarita Mamani
la inteligencia persigue a Hanna, lo que pasa es que ella es más rápida 🤣😁
Margarita Mamani
nahhhh, me dijeron lo mismo y lo más bien que la señora le recibía a la mujercita en la casa
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