Un Omega Disfrazado~

Dentro del auto, ni Elliot ni Cassian dijeron una palabra. La atmósfera estaba cargada, pero ninguno se atrevía a romper el silencio. Elliot miraba distraídamente por la ventana, mientras Cassian mantenía los ojos en la carretera, aunque su mente parecía estar en otro lugar.

Elliot asumió que regresarían directamente a la mansión, pero pronto se dio cuenta de que el auto se desviaba del camino habitual. Su desconcierto creció al notar que Cassian lo estaba llevando hacia un concurrido centro comercial.

—Joven amo... —Elliot intentó protestar cuando el auto se detuvo en el estacionamiento.

—¿Qué pasa? Será divertido, vamos —Cassian lo miró con una sonrisa confiada, como si estuviera planeando algo más que un simple entretenimiento.

—¿No se supone que la actuación de ser su pareja ya terminó? —preguntó Elliot, frunciendo el ceño.

—¿Quién dijo que terminó? Esto apenas comienza. —Cassian alargó una mano hacia él, buscando entrelazar sus dedos, pero Elliot apartó la suya con rapidez, incómodo por el contacto inesperado.

—¿Es porque soy feo que el joven amo hace esto? Parece que solo se está burlando de mí —soltó Elliot con desconcierto. —¡Esto no tiene gracia!

Cassian, visiblemente sorprendido por el comentario, suspiró y se inclinó hacia él, obligándolo a mirarlo directamente.

—¿Quién te dijo que eres feo? —preguntó con un tono serio, dejando atrás el aire despreocupado que siempre lo caracterizaba.

—Cualquiera que me vea pensará eso. —Elliot sostuvo la mirada de Cassian, mientras lo miraba con los ojos entrecerrados. —La primera vez que me vio, usted también lo pensó y lo dijo, ¿verdad?

Cassian desvió la mirada un segundo, como si estuviera buscando las palabras correctas. Luego sonrió con ese toque de arrogancia que lo hacía imposible de leer.

—Cuando dije feo, quise decir lindo y adorable. —La respuesta fue tan descarada que Elliot no supo cómo reaccionar. Antes de que pudiera replicar, Cassian abrió la puerta del auto y lo obligó a bajar.

Sin darle oportunidad de escapar, Cassian lo llevó directamente al interior del centro comercial, específicamente al área de juegos.

—Vamos a divertirnos. —Cassian tomó una tarjeta y la recargó con suficiente saldo como para pasar todo el día probando cada atracción de la zona de juegos.

—No estoy seguro de que esto sea apropiado para... —Elliot comenzó, pero Cassian lo interrumpió con una mirada determinada.

—No me importa si es apropiado o no. Hoy quiero pasar mi tiempo contigo. —El tono de Cassian era firme.

—Esta bien...

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Uno por uno, probaron todas las atracciones. Cassian, siempre competitivo, intentaba superar cada récord, mientras Elliot, tímido al principio, comenzó a soltarse, dejándose llevar por el entusiasmo del alfa.

Finalmente, Cassian lo llevó hacia una cabina de fotos decorada con luces neón.

—Tenemos que tomar fotos para tener recuerdos. —Cassian sonrió mientras seleccionaba los filtros más exagerados en la pantalla táctil.

Elliot intentó protestar, pero Cassian lo rodeó con un brazo y lo atrajo hacia sí, estrujándose contra su pecho.

La máquina comenzó a tomar fotos, y Cassian comenzó a hacer varias poses, algunas serias, otras juguetonas. Elliot, al principio rígido, terminó riendo entre dientes ante las tonterías del alfa.

Cuando las fotos salieron impresas, Cassian las tomó y las miró con satisfacción.

—¿No son adorables? —Preguntó, entregándoselas a Elliot con una gran sonrisa en el rostro. — Puedes quedártelas.

Elliot aceptó las fotos con torpeza, sus mejillas ligeramente sonrojadas. Las imágenes mostraban algo que parecía increíblemente íntimo, como si fueran realmente una pareja disfrutando de una cita.

—Cuando te vayas a dormir, mira estas fotos para que sueñes conmigo, cariño. —Cassian le guiñó un ojo, disfrutando de la confusión de Elliot.

—¿Por qué el joven amo tendría que aparecer en mis sueños? —murmuró Elliot, sin poder evitar sentirse confundido.

—Porque es una orden. Así que esta noche, sueña conmigo. —Cassian sonrió de lado.

—Ah.... — Elliot se quedó sin palabras. No podía creer que Cassian haya dicho eso, pues no es como si el omega pudiera controlar sus propios sueños.

Sin más, volvieron al auto y regresaron a la mansión. Al llegar, Elliot notó que los demás sirvientes apenas lo miraban. Nadie parecía molesto por el trato especial que Cassian le daba. Trabajar para la familia Lancaster tenía reglas estrictas, y cualquier infracción era motivo de despido inmediato. Además, el sueldo era demasiado bueno como para arriesgarse a cuestionar las decisiones del joven amo.

—¿Por qué el joven amo me sigue? —preguntó Elliot con cautela cuando Cassian lo acompañó hasta el area donde estaban las habitaciones de los sirvientes.

—Para asegurarme de que mi pareja llegue a salvo. —Cassian habló como si fuera lo más obvio del mundo mientras le guiñaba un ojo.

Frente a la puerta de la habitación de Elliot, Cassian se detuvo y lo miró con una sonrisa traviesa.

—¿Cuánto es uno más uno? —preguntó de repente, dejando a Elliot confundido.

—Eh... ¿Dos? —respondió, sin entender el motivo de la pregunta.

Cassian negó con la cabeza, su sonrisa ensanchándose.

—La respuesta es tú y yo. Porque mi objetivo nunca será reemplazarte, sino amarte.

Elliot sintió que las palabras lo atravesaban, el aroma de Cassian envolviéndolo una vez más, mientras su corazón latía frenéticamente. Al parecer, el joven amo se había convertido en un experto en conquistar con palabras dulces.

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