Leonardo es un joven y atractivo CEO que no cree en el amor, ni en el matrimonio. Ama su libertad y su licenciosa vida y así es muy feliz, pero una cláusula dejada en el testamento por su padre antes de morir, lo obliga a casarse en el plazo de un año para obtener su herencia. Dispuesto a no perderla, a Leonardo se le ocurre una brillante idea. Le ordena a su secretaria publicar un anuncio buscando una hermosa mujer que finja ser su esposa por dos años. No ha sido nada fácil la elección, las que responden el anuncio no son de su agrado. Pero entonces un día se presenta en la empresa una bellísima y sensual mujer buscando empleo. Cuando Leonardo la vió no dudó ni por un instante en elegirla. ¡No busquen más! Ella será mi futura esposa. ¿Aceptará Anya casarse con este playboy? ¿Y si se casan, se convertirá este falso matrimonio en UN AMOR DE VERDAD?
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CAPÍTULO 10.
Un nuevo día comienza y ya Anya va en el autobús hacia su nuevo trabajo. Es el segundo día. Por ahora todo ha ido bien. Diego, Gladys y Tina gentilmente le han explicado todo lo que esperan de ella.
Le encanta su nuevo empleo. Tiene una oficina exclusiva para ella. Es elegante, moderna con todo lo necesario para desempeñar el cargo para el cual fue asignada. Los grandes ventanales le permiten visualizar el pasillo por donde cruzan los que salen o van hacia el ascensor.
En cuanto a la presencia de Leonardo, pues hasta ahora todo bajo control. Ayer solo lo vio una vez, temprano en la mañana. Luego estuvo tan concentrada en prestar atención a las indicaciones de Gladys que casi no se percató de su presencia.
Hoy, al llegar a la recepción saludó brevemente a Emilia, cruzaron algunas breves palabras y luego se dirigió rápidamente hacia el ascensor. Iba tan concentrada mirando la hora que marcaba su reloj que no se dio cuenta que alguien más entró con ella al ascensor.
Al girarse para marcar el botón del séptimo piso, un perfume la hizo dirigirse bruscamente hacia el rostro del poseedor de ese aroma. ¡LEONARDO! Tratando de mantener en calma su agitado pecho, lo saludó.
—Sr Leonardo, buenos días —dijo cohibida con su cercanía.
Él desplegó su hermosa y seductora sonrisa que hacía derretir al más valiente. —Buenos días Anya. ¿Qué tal tu primer día de trabajo?
—Bien, muy bien. El sr Diego y Gladys han sido muy amables y me han explicado con bastante claridad todas mis funciones.
—Me contento. Ellos también han hablado muy bien de ti. Cualquier pregunta, o duda que se te presente, si Diego no puede ayudarte en ese momento, no dudes en venir a mi. —Dijo eso con mucha dulzura y mirándola fijamente a sus hermosos ojos verdes.
Ella se intimidó, pero inmediatamente recuperó su cordura cuando vio abrirse la puerta del ascensor. Fue la primera en salir. Esa cercanía con ese atractivo jefe la ponía demasiado nerviosa, parecía como si el corazón se le fuera a salir del pecho.
—Ehh… gracias por su ofrecimiento sr Leonardo, lo tendré en cuenta. Ella se adelantó para alejarse de él, pero nuevamente escuchó su voz.
—Anya, puedes pedir café a tu oficina, o agua, o lo que quieras. En el primer piso hay una cafetería. Al medio día también puedes ir a almorzar allí, hay descuentos especiales para todos los empleados. solo necesitas llamarlos. Vendrán inmediatamente.
—Ohh… muchas gracias sr Leonardo. Qué bueno saberlo… permiso.
Apresurando el paso se fue pensando. << ¡Qué hombre tan guapo! —Sin querer, un suspiro salió de lo más profundo de su pecho. Ayyyy qué tonterías estoy pensando. A trabajar, que no me van a pagar por estar babeando por quien no debo>>
<<Él debe ser así con cuanta mujer se le atraviese por el camino. Un seductor en potencia. Y todas por supuesto deben caer rendidas a sus pies. ¡Tontas! >>
Todo el día estuvo muy ocupada. Diego entraba y salía. Siempre iba a la oficina de Leonardo. Salían juntos del edificio y regresaban horas después. Cuando Anya los veía regresar, no dejaba de sentirse extrañamente feliz de verlo.
La presencia de Leonardo, su elegancia, su caminar y esa sonrisa que le dirigía cada vez que sus ojos se cruzaban era algo que le estaba empezando a gustar mucho. ¡Quizás demasiado!
Y así pasó una semana. Le gustaba su trabajo, sus compañeros. Todo fue perfecto, era algo más de lo que esperaba, en realidad.
Ya hoy es viernes, Anya quería que el tiempo pasara volando. Quería llegar temprano a su casa. Abrazar a su madre y a su hermanita. Compartir con ellas lo feliz que se sentía en su nuevo empleo. Mañana sábado en la mañana lo pasaría en la veterinaria junto a Joseph. Tomó su celular.
📱Joseph! Mi querido dr. ¿Cómo estás? ¿Todo bien? ¿Cómo estuvo esta semana sin mi?
📱Mi linda Anya, todo bien. Por supuesto me has hecho mucha falta. Este consultorio sin ti no es el mismo. Hasta “nuestros pacientes” se sienten tristes.
📱 La gente pregunta por ti y la verdad que a veces no sé qué responder. No me gustaría decirles que ya tú no vas a estar acá regularmente como lo hacías antes. No quiero decirles que ahora vendrás muy poco por acá. Eso los desanimaría demasiado.
📱Espero que cuando vengas por acá, les des una llamadita y los alegres y animes. Por otra parte, pues te informo que lo tengo todo preparado para trabajar junto a ti mañana. Por que tú vienes mañana, ¿verdad?
📱Si dr. Para eso te estoy llamando.
📱¡Oh Anya! Qué bueno. Me has hecho mucha falta. Y tú, ¿me has extrañado?
📱Sin duda Joseph. También me has hecho falta. Es por ello que te estoy llamando. Mañana, luego de finalizar nuestras labores, te vienes conmigo a almorzar a mi casa. No veo la hora de que estemos todos juntos, como lo hemos hecho siempre. Tenemos mucho qué conversar. Te dejo. Debo continuar. Un beso Joseph, te quiero. Nos vemos mañana. ¡Descansa!
Leonardo, quien se dirigía hacia la oficina de Diego, no pudo evitar escuchar que Anya hablaba muy familiarmente con alguien. La miró y vio que ella hablaba teniendo su celular en la mano y con la cabeza agachada mirando unos documentos.
Empezó a caminar más lento y disimuladamente agudizó el oído. Él no es curioso, ni le gusta escuchar conversaciones ajenas, pero era imposible no detenerse un poco y captar qué cosa estaba diciendo la atractiva chica de grandes ojos verdes que lo había impactado desde que la conoció.
Decepcionado y celoso después de escucharla continuó su camino. << ¡Vaya! Se dijo así mismo sintiendo una gran molestia. “Joseph”. Al parecer resultó cierto lo que dijo Tina. ¡Anya tiene novio! >>
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<< No sé cómo ni cuándo pero esos labios y esas curvas serán mías. Solo mías. Es tan corto el plazo que tengo para casarme que no me da tiempo para cortejarte como debe ser>>
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Mientras tanto, las cosas no iban a ser tan fáciles para Anya. Al llegar esa tarde a su casa fue recibida con la desagradable noticia de que Angie tenía fiebre alta. No quería comer y se quejaba de un fuerte dolor de estómago.
Hicieron todo lo posible por bajarle la fiebre y calmarle su dolor de estómago, pero no era suficiente. Angie lloraba y se quejaba. Desesperadas llamaron a Josep, él tenía carro.
De inmediato se dirigieron al hospital donde la familia siempre acudía cuando se sentían mal. En emergencia la atendieron inmediatamente pero la respuesta los dejó desechos. Había que practicarle a Angie muchos estudios pues a simple vista no se podía apreciar la verdadera razón por la cual siente estos dolores.
Anya se sorprendió al ver la innumerable cantidad exámenes que se le debían practicar a su hermanita. Seguramente no era un simple dolor de estómago. Los médicos no le dijeron nada pero ella intuía que algo grave podía esconderse tras estos malestares.
Apesadumbrados regresaron a la casa el sábado en la noche. Nada había resultado ser como lo había planeado Anya para ese fin de semana.
El tener en la familia un enfermo grave en estado terminal ya lo había vivido recientemente y no quería volver a pasar por lo mismo. Por ahora lo más importante es que el dolor había pasado. Ahora quedaba la preocupación del costo de todos los exámenes y estudios que se deberían pagar y los permisos para llevar a Angie al hospital.
El lunes regresó a su trabajo bastante desconsolada. Dentro de dos días debería pedir permiso en su trabajo para ir con Angie al hospital.
Luego de saludar a Emilia subió al séptimo piso. Aún no habían llegado gran parte de sus compañeros. Aprovechó el tiempo para acicalarse y poner en orden su escritorio.
Sentía vergüenza con Diego, llevaba tan pocos días en su trabajo y ya debía pedir permiso para faltar al trabajo.
El ruido de unas llaves le indicaron la presencia de Diego. —Sr Diego buenos días. Dijo ansiosa, era el momento de hablar con él antes de que llegara Leonardo. —Anya, buenos días. ¿Qué tal tu fin de semana?
—No estuvo muy bien, tengo una preocupación y de eso quisiera hablarle brevemente antes de que inicie sus labores, si me lo permite.
—OK. Déjame ordenar un café. Ven a mi oficina. Es un poco más privada que la tuya. —Diego hizo la llamada a la cafetería y luego se acomodó en su escritorio, dispuesto a escuchar a la bella chica.
—Dime Anya, soy todo oídos.
—Sr Diego, podría explicarle lo que necesito dándole muchos detalles, pero no le quiero quitar su tiempo. Son dos cosas: El miércoles debo hacer una diligencia muy importante para mi, por lo cual necesito por favor, su permiso para faltar ese día.
—Y segundo, si yo le pido un dinero prestado, ¿cuál sería la máxima cantidad que podría obtener?
Diego terminó su café y se quedó por unos minutos mirando al vacío preguntándose <
Anya se quedó mirándolo sin entender su silencio.