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EL CACHORRO DEL ALFA

EL CACHORRO DEL ALFA

Status: En proceso
Genre:Hombre lobo / Embarazo no planeado / Embarazada fugitiva / Reencuentro / Demonios / Brujas
Popularitas:178.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Adriánex Avila

Dayana, una loba nómada, se ve involucrada con un Alfa peligroso. Sin embargo un pequeño bribón hace temblar a la manadas del mundo. Daya desconcertada quiere huir, pero termina en... situaciones interesantes...

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Cap. 8 Por ahora, nada

El rugido constante del motor se había convertido en un zumbido de fondo, un acompañamiento hipnótico para la escena doméstica que se desarrollaba en el asiento trasero. Óscar, sentado en las faldas de Dayana, farfullaba contento con unos bloques de madera tallados que Lycas había mandado traer para él. Dayana, con una paciencia que le costaba sangre fingir, lo ayudaba a apilarlos, sus dedos temblorosos ocultos bajo una máscara de calma.

Lycas, desde su asiento opuesto, observaba. Su mirada era un torbellino de emociones en conflicto. Una parte de él, la más primitiva, se sentía extrañamente cómodo. Ver a su heredero jugando, seguro y tranquilo, satisfacía un instinto profundo de protección y posesión. Pero otra parte, la herida por la traición y alimentada por la ira, se sentía irritada. La facilidad con la que Dayana calmaba al niño, la naturalidad de su conexión, era un recordatorio de todo lo que ella le había robado: esos momentos, esa confianza. Quería eso. Lo anhelaba con una ferocidad que lo tomó por sorpresa. Pero no era el momento. La herida estaba demasiado fresca, la desconfianza demasiado grande.

Fue después de un largo rato de silencio, cuando Óscar se durmió profundamente contra el pecho de su madre, que Dayana reunió el valor. La preocupación por sus amigos le roía por dentro.

—Lycas —comenzó, su voz suave para no despertar al niño.

—Caterina y Miguel… no tienen nada que ver con esto. Son inocentes. Por favor, ¿podrías liberarlos? —rogó, manteniendo la mirada baja, interpretando a la perfección el papel de la Omega sumisa.

La respuesta del Alfa fue un muro de hielo.

—No —cortó, seco y terminante.

—No puedo liberar a ese humano. Ya sabe demasiado. Y tampoco voy a soltar a esa loba. Esa Omega se ha metido en problemas graves al ayudarte a esconder a mi heredero. Así que ni sueñes que los voy a dejar ir —Dayana alzó la vista, el horror pintado en su rostro.

—Pero… ¿qué vas a hacer con ellos?

—Por ahora, nada —espetó él, desviando la mirada hacia la ventana.

—No hasta que sepa bien cuáles son sus lealtades reales —su tono estaba cargado de una desconfianza profundamente arraigada.

Dayana se hundió en el asiento, una fría sensación de inquietud recorriéndole la espalda. "Algo está planeando", pensó, sintiendo el peso de su intriga y su temor. "Algo más grande."

Las horas pasaron. El coche se meció rítmicamente. Entre sueño y sueño, mientras trataba de acomodar el peso de Óscar en su regazo, un movimiento torpe hizo que dos botones de su vieja camisa de mezclilla cedieran, abriéndose. Lycas, casi por reflejo, volvió su atención hacia ella.

Su mirada, inicialmente distraída, se detuvo. Se fijó primero en la exposición involuntaria de su cuello. Allí, en la piel suave y vulnerable justo arriba de la clavícula, estaba la marca. La cicatriz que sus colmillos habían dejado hacía cuatro años durante el éxtasis del Eclipse. No era una cicatriz fea; era un sello claro y firme, las dos medias lunas entrelazadas del símbolo de los Colmillos Plateados. Un acto de posesión. Un recordatorio de su dominio. Un recordatorio de que, quisiera ella o no, llevaba su marca.

Su vista descendió, casi contra su voluntad. Siguió la línea de su delicada clavícula, la suave curvatura que llevaba a unos hombros que parecían demasiado frágiles para cargar con tanto peso. Y luego… ahí estaba. El borde de un sujetador de encaje negro, apenas visible, contrastando brutalmente con la piel de porcelana de sus redondos y firmes senos. La tela delicada sugería más de lo que mostraba, insinuando unas curvas que la camisa holgada usualmente ocultaba, haciéndolas parecer… apetecibles.

Lycas desvió la mirada de golpe, clavándola en el paisaje que pasaba a toda velocidad por la ventana. Su mandíbula se apretó con tal fuerza que le dolió.

Y era por eso que la odiaba tanto.

Ella era una debilidad. Un punto ciego en su armadura de Alfa. Una tentación que se le había resistido, que le había robado, y que ahora, incluso en su sumisión fingida, tenía el poder de perturbarlo con un simple descuido, con un susurro de encaje y piel. Ella era el caos en su orden, la pasión en su lógica glacial, la grieta en su control absoluto.

Esa Omega, con sus ojos de miel y su cuerpo de tentación, iba a ser su perdición. Y lo sabía. Por eso la vigilaba. Por eso la mantenía cerca. No solo por el niño. Si no porque, para bien o para mal, sus destinos estaban irrevocablemente enredados. Y Lycas aún no decidía si esa madeja la desataría… o la apretaría hasta ahogarlos a ambos.

El convoy de vehículos negros ascendió por el camino serpenteante que llevaba al corazón del territorio de los Colmillos Plateados. La mansión más una fortaleza de piedra y madera noble que una casa, se alzaba imponente contra el cielo crepuscular, sus ventanas iluminadas como ojos vigilantes. El aire mismo parecía diferente aquí: más denso, cargado con el aroma de lobo, poder y tradición ancestral.

Como era de esperar, la noticia del regreso de Lycas y del heredero que todos desconocían había electrizado a toda la manada. El patio principal y los balcones estaban abarrotados de figuras silenciosas y expectantes. Todos habían salido a presenciar el histórico regreso.

La tensión era palpable, un caldo de emociones encontradas que hervía a fuego lento.

Para algunos, especialmente las lobas más jóvenes y los ancianos que anhelaban la continuidad del linaje, era un momento de emoción pura. Susurraban entre ellos, sus ojos brillaban con ilusión y curiosidad. ¡Un cachorro! ¡Un heredero para los Colmillos Plateados! La supervivencia y el futuro de la manada se aseguraban con la llegada de ese pequeño.

Para otros, un grupo considerable de lobos de mirada dura y brazos cruzados, betas veteranos, guerreros desconfiados y algunas lobas de alto rango que quizás habían albergado sus propias esperanzas con el Alfa, la escena despertaba rencor y suspicacia. Sus expresiones eran ceñudas, hostiles. No veían una celebración; veían una afrenta. ¿Quién era esa mujer, esa Omega que se había atrevido a ocultar al heredero de su Alfa? ¿Qué derecho tenía a estar aquí, a pararse a su lado después de semejante traición? Para ellos, Dayana no era la madre del heredero; era una prisionera, una intrusa que merecía un castigo ejemplar, no un lugar de honor.

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Rody Gonzalez
Me gustó el inicio, pero como que y
a acabo , no sw siento que falto algo mas..no le dieron el cierre dw vivieron felices para siempre
Milagros Belmontes
Lista😍😍😍😍
Milagros Belmontes
Jajaja, Dayana te están montando en la olla y no te has dado cuenta.
⚜️MMaría⚜️
y posiblemente lo conviertan en hermano mayor 🤭
Lilian Zapata
chévere.....
keila arias
Con lo pesesivo que es Oscar se va a enojar aunque no se con cual de los dos
keila arias
Por favor actualiza mi imaginación no da para tanto.... Jajajajaja
Yazmin Gómez
lo mejor de las peleas, es la reconciliación 🥰🥰🥰
Yazmin Gómez
por todos los dioses, creo que el pequeño Oscar va a tener hermanitos para jugar 🤭🤭🤭
Yazmin Gómez
esas señoritas van a salir casadas 🤭
Carola 🦋
Y tal vez trabajando en una hermanita 🥰🥰
Carola 🦋
Jajajajaja ternurita jajajaja
Vianey Hernandez Ortiz
Ay pobre Oscar, de repente se quedó sin su mamá, y sin su papá, aunque sea sólo por 3 días, también le van a dar un hermanito o hermanita 🤭🤭🤭
⚜️MMaría⚜️
tienen que alejarlo de las tías brujas
Vianey Hernandez Ortiz
🤣🤣🤣Le van a dar como a cajón que no cierra, y durante 3 días seguidos 🤭🤭🤭
Vianey Hernandez Ortiz
Será un hermano, primo o algún pariente???🤔🤔🤔
⚜️MMaría⚜️
Yo creo que Dayana ni siquiera era hija de esa omega, ella sería su nana y la estaba protegiendo de algo o alguien
⚜️MMaría⚜️
esa loba está a punto de caramelo🤭
Rosa Braulia González Eliseo
Excelente!!!!
⚜️MMaría⚜️
No debería sentirse asi, él es su padre y tiene todo el derecho de compartir con su hijo
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