Mi prometido, el príncipe heredero del imperio Noah era un buen candidato para mi y mi familia, no me importaba mucho el puesto de emperatriz, solo añoraba estar a su lado.
Pero, ¿Porqué ama a una mujer que no soy yo? A pesar de hacer todo por quitarla de mi camino ella persiste y cada vez noto como se alejan más de mí.
Las respuestas vinieron a mi un día que un libro dorado llegó a la mansión como un regalo para mí.
Era una novela, pero lo que les diferenciaba de las demás fue que aquellos personajes los conocía a la perfección.
Narrado desde el punto de vista de los protagonistas, yo Madeline, era la mujer que se interponía en su amor.
El obstáculo amoroso.
¿Lo que narraba este libro era el futuro? Al ponerlo a prueba pude cerciorarme, la historia era de verdad nuestras vidas.
Por eso me cercioraré que mi vida no sea en vano y comenzaré mi nuevo camino.
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10 ‐ Un encuentro inesperado.
Tal cual me lo esperaba cuando entramos, todas las miradas cayeron sobre nosotros, el rumor de que había llegado de inmediato se supo gracias a los chismosos que estaban allá afuera.
Mi mirada se encontró con la joven señorita que me invitó aquella tarde, ella como lo esperaba, lucía sorprendida y no dejaba de ver hacia mi persona.
Estaba al tanto del impacto que esto iba a ocasionar, así que traté de prepararme mentalmente para que no me afectara mucho, no esperaba que tener a mi lado al duque Maximilian me sería de mucha ayuda para que los nervios no me ganaran.
Sonreí hacia él, cuando nuestros ojos se encontraron.
Al acercarnos un poco más hacia la mesa central del salón las personas que ya se encontraban sentadas, de inmediato se pusieron de pie y saludaron como es debido.
—De nuevo agradezco que la señorita Barlovento haya aceptado mi invitación, por favor tomen asiento. —La joven María se inclinó con respeto y señaló dos asientos vacíos en un pequeño sofá ideal para dos personas.
Aaron dejo que me adelantara señalando el lugar con respeto.
Las tazas de té fueron servidas con prisa por los empleados del lugar y las jóvenes señoritas continuaron con su charla que tenían anteriormente, hablaban sobre unos perfumes, pero en realidad sus ojos no dejaban de observar el atuendo que vestía esta tarde.
Madam Dalia había hecho un excelente trabajo con su diseño, me sentí tan cómoda que no dejaba de sonreír.
Estaba teniendo una tarde tan agradable de no ser por dos personas que llegaban en ese mismo momento.
Tanto mi mirada como la de los demás viajó hacia la entrada del salón, por aquellas puertas entraba nada más y nada menos que mi ex prometido. El príncipe heredero acompañado de su preciada compañera, la joven señorita Rosé.
No esperaba encontrarlos por este lugar, sabía de antemano que estos dos amantes sinvergüenzas adoraban pasearse por las calles de la capital, desbordando su amor y demostrando con tanto esmero como se aman.
Y aunque parecían estar genuinamente enamorados, e incluso el mismo libro lo confirmaba.
La mirada de las personas no mienten, y al igual que otras veces, las damas ya casadas comenzaron a murmurar.
—¿Acaso ya no tienen vergüenza? Atreverse a aparecer en un lugar público de renombre.
—No me sorprende mucho, ¿Han escuchado los rumores? Al parecer celebrarán su compromiso pronto.
La última noticia hizo que la gran mayoría se escandalizara.
¿Celebrar su compromiso a menos de medio año de haber terminado conmigo?
Que cosa tan desagradable.
Cuando por fin los dos tortolitos llegaron a la mesa del centro, donde nos encontrábamos, el príncipe heredero me observó.
Aquellos ojos azules que me miraban con tanto odio me hicieron estremecerme.
De inmediato me puse de pie y saludé, como lo dictaban las normas de etiqueta. Aaron que estaba a mi cotado también se inclinó en saludo, sin decir una palabra más, las demás personas que estaba junto a nosotros salieron de su ensoñación y saludaron.
—¿Qué crees que estás vistiendo? —La pregunta de Dereck estremeció a los presentes, estaba claro que la pregunta estaba siendo para mí pero me negue a responder. —¿No dirás nada al respecto? Madeline Barlovento.
—¿Su majestad me estaba hablando a mí? No creí que tuviera tan malos modales, será mejor que tenga cuidado en el futuro, ser un príncipe no lo salvará de la forma grosera en como me habla.
De inmediato el aire a nuestro al rededor se tensa.
No cabe duda que es en este momento cuando las personas se estaban dando un festín con esta discusión.
Sin embargo, me niego a ser la única que salga humillada de aquí.
Si quieren pelear, yo no me voy a dejar pisotear por ellos.
—Crees tener el derecho de tratarme así, por eso no quise casarme contigo ¡Eres tan grosera!
—Cuide sus palabras su majestad, —El duque Aaron intervino después de que Dereck se atrevió a levantar la voz. —No está en el lugar indicado para discutir estos temas.
—Al príncipe heredero parece ser que se le olvidó un pequeño detalle. —Dije tomando asiento de nuevo, las personas a nuestro alrededor nos miraban con sorpresa, mientras tomaba la taza de té que anteriormente se me había servido miré con desdén a mi ex prometido. —Nuestro matrimonio fue un acuerdo entre familias, estábamos comprometidos desde que éramos unos bebés.
Varias personas asintieron a ese dato. Parece ser que a muchos se les olvidó, ya que yo era la única que parecía contenta con el compromiso.
Acorralado el príncipe ya no supo que decir, se le notaba en su rostro como luchaba con su cerebro para tratar de contrarrestar los murmullos de la gente. La joven Rosé estaba temblando a espaldas de Dereck, con sus ojos casi cubiertos en lágrimas.
¿Cómo podría una joven tan sensible ser la próxima emperatriz?
—Por eso, me casaré con la mujer que amo. —Dijo al final, tomando a Rosé de la cintura y hablando al público dijo en voz alta. —Próximamente, celebraremos nuestra fiesta de compromiso, esperen las invitaciones.
Silencio.
Todo el salón se inundó en un incómodo silencio.
No fue hasta que mis palmas comenzaron a aplaudir, que los demás a mi alrededor comenzaron a copiar mis acciones.
Es ridículo que sea yo misma que trate de salvar el ambiente.
—Me alegro por ti su alteza, —Digo con una sonrisa. —Sin embargo, espero que comprenda si no llego a asistir a la fiesta de compromiso, la relación entre nosotros ha terminado de una forma bastante mala.
—¿Creíste que te invitaría?
—Mi familia es una de las familias ducales de este imperio, sería extraño que no lo hiciera ¿Verdad?
Dereck no dijo nada y simplemente que quedó en silencio.
—En ese caso, espero que el príncipe heredero me disculpe de antemano por no asistir a su fiesta de compromiso. —El duque Maximilian de igual forma ya estaba sentado a mi costado, con la taza de té en su mano. —Ese día planeo tener una cita romántica con mi preciada señorita Barlovento. ¿Qué dice?
Aaron me miraba con su ya conocida sonrisa juguetona, las personas a nuestro alrededor comenzaron a murmurar, siendo mucho más ruidosos que antes.
El hecho de que estemos en una "Relación" era incluso más sorprendente ahora mismo, que la mismísima fiesta de compromiso del príncipe heredero.
—¿A dónde planea llevarme? —Sigo el juego del duque, coqueteando descaradamente con él.
De inmediato, la presencia de Rosé y Dereck desapareció justo en el momento donde una señorita nos preguntaba sobre nuestra relación y como terminamos siendo tan cercanos.
Las preguntas se volvieron más ruidosas y cuando menos pensé, aquellos dos no estaban.
Debieron de haberse ido, ya que nadie les prestó atención.
La conversación fluyó con calma y cuando menos pensé era hora de irme, no sé desde cuando mi mano estaba siendo tomada por el joven Aaron.
Pero cuando nos estábamos despidiendo él me miró directamente a los ojos.
—Señorita Barlovento, no miento cuando dije que quería tener una cita con usted. ¿Podría pensarlo un poco? En lo que llega mi invitación formal.
Miré directamente a sus ojos, de nuevo estaba esa mirada de anhelo y esperanza en él.
Me sentí nerviosa bajo su mirada y asentí.
—Lo pensaré.
—Para mí es suficiente entonces.
Cuando mi carruaje ya estaba listo para partir, él me ayudó a subir, pero no soltó mi mano una vez que ya me encontraba arriba. Lo miré esperando a que dijera lo que sea.
Sin embargo, no dijo ninguna palabra y solo besó mi mano, con tanta delicadeza que me paralizó por unos segundos.
—Espero encontrarme con usted pronto, nos vemos señorita.