Una vez existió un pasado donde, de alguna manera, ella fue la villana de todo el imperio. Merecía morir en aquella guillotina. Sin embargo, ¿por qué recordaba ahora su vida pasada? Lo que era peor, había regresado en el tiempo, antes de que Kristina Laurent cavara su propia tumba.
Si de verdad había regresado, lo juraba. Juraba que, en esta vida, no volvería a ser la villana.
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Capítulo 4: Eylin
Calle Diamond
Caminamos por las calles más transitadas de la ciudad, buscando esa floristería.
En mi última vida, su excelencia, la duquesa, quería llevar de regalo un arreglo floral único a la nueva duquesa Valois, quien acababa de suceder al duque.
En aquel lugar la conoció.
Conoció a una niña huérfana, que poseía un maná suficiente como para poder crear flores desde su imaginación. Sin embargo, eso no fue lo más impresionante, aquella niña se parecía a la antigua amante del duque Laurent.
Sin dudarlo, la llevó a la mansión y la adoptó como a su propia hija, convirtiéndola en la primogénita del ducado Laurent.
Aquella impresionante niña heredó rastros de la magia original de la casa Laurent, lo que hacía imposible su sucesión.
No obstante, el caso de Eylin era único, por lo que llamó la atención de todo el imperio.
Lo que fue escalofriante, puesto que nunca había sucedido que el primogénito de algún duque no heredara el poder de la casa, y lo que es peor, mutara al punto de crear un nuevo tipo de magia.
Mis pies se detuvieron frente a la floristería, dudando entrar. ¿Estaba realmente segura de lo que hacía? Podría esperar dos semanas más, y su excelencia vendría por ella.
Rápidamente, negué con la cabeza.
No. No podía volver a ser cobarde.
Abrí aquella puerta, entrando seguida de Helena.
—Bienvenidas, estimadas clientas —una voz sumamente dulce se escuchó cerca de mí.
Mi rostro giró levemente, encontrándome con esos ojos verdes, que parecían estar sonriendo.
No lo pude evitar, mi mente quedó en blanco y mi cuerpo no reaccionaba.
—¿Desean crear su propio arreglo floral o prefieren ocupar las flores que ya están? —dijo indicando una variedad de flores que parecían de fantasía.
Su voz, como la de un ángel, logró hacerme reaccionar.
—¿Estás vendiendo estas flores, no eres muy joven? —Helena cuestionó con perplejidad.
Eylin la miró con extrañeza; sin embargo, sonrió.
—En realidad ayudo al dueño de la tienda a vender las flores.
—Quiero diseñar yo misma las flores —interrumpí su conversación.
—¡Ya veo! —exclamó con una sonrisa— iré por tinta y papel.
Eylin nos dejó esperando su regreso.
—Es increíble que aquellos rumores sean ciertos. Estas flores son diseñadas por un mago —comentó acercándose a las flores junto a la ventana.
Era entendible que Helena estuviese concentrada en las flores, sin embargo, yo debía actuar antes de que Eylin volviera a aparecer.
—Helena —hablé, llamando su atención— ella se parece a Margaret.
Los ojos marrones de Helena me miraron con incredulidad. Su boca se abría y cerraba, esforzándose por decir una palabra.
—Señorita... ¿Cómo es qué...? —murmuró insegura.
—¿La conozco? —completé sus palabras— las sirvientas dijeron que, si no fuese porque Margaret era una humilde plebeya y sirvienta de la mansión, ella sería la actual duquesa. Esa vez no solo las escuché, también vi como quitaban un cuadro roto de una mujer parecida a la niña que nos acaba de atender.
La expresión de Helena se enserió. Ella se agachó, fijando su mirada en la mía.
—Señorita, no debería escuchar las barbaridades que dicen las sirvientas, son todas falsas. Además, no porque dos personas se parezcan son familia —intentó convencerme.
—No es cierto —contradije— también escuché una discusión de sus excelencias.
Antes de que Helena volviera a hablar, Eylin regresó con su característica sonrisa y ambas manos ocupadas.
Recibí una pluma, tinta y el papel, sin perder tiempo, dibujé un ramo de rosas y lirios, con colores dorados y plateados.
Durante todo el proceso, sentía dos pares de ojos mirándome con preocupación. De reojo podía ver el ceño fruncido de Eylin, su magia tiene un límite claro, sobre todo cuando los colores son peculiares y la cantidad excesiva.
—Estimada clienta, lamentablemente este pedido no podrá ser entregado hoy... —dijo un poco nerviosa— pero si usted lo desea, yo puedo llevárselo el día de mañana al mediodía.
—Bien, hagamos eso.
Moví mi mano, indicándole a Helena que pagara.
—¿Cuánto sería el total, jovencita? —preguntó sacando la bolsa de monedas.
—Mm... Por la cantidad de 50 flores, 25 rosas grandes y 25 lirios, serían 6000 monedas de plata más 5000 monedas de plata, además de aquellos dos colores, serían 5000 monedas de plata más. El total sería de 16000 monedas de plata.
Helena sacó dos monedas de oro y se las entregó.
—Iré por las 4000 monedas de plata, ahora —pronunció nerviosa.
—No es necesario —dije dándome la vuelta hacia la puerta— mañana solo sé puntual.
Antes de esperar su respuesta, me marché de la florería con pasos pesados.
No obstante, sentí un suave agarré en mi muñeca. Inevitablemente, volteé la cabeza y me topé con esos ojos de color esmeralda.
—Señorita, discúlpeme —murmuró avergonzada mientras soltaba mi muñeca— no quise ofenderla ahora... Pero, no puedo aceptar su dinero, ¡es demasiado, perdóneme!
—¿Demasiado, dices? —murmuré.
"Si tan solo supieras que después de que te encontraron esto dejó de ser demasiado para ti". Pensé.
—No es demasiado —continué— tu trabajo lo vale.
Sin querer prestarle más atención, salí directamente de la florería con Helena siguiéndome.
—Señorita —habló seriamente— creo que debemos hablar sobre lo que ocurrió hoy, ¿no lo cree?
Di una media vuelta mientras sonreía con inocencia.
—¿Sobre lo que ocurrió ahora? —suspiré— Helena, creo que no debería decir esto, pero la única manera de saber si lo que dije es verdad o no, es que Eylin conozca a sus excelencias en persona, ¿no?
Helena me contempló con sorpresa, y al cabo de unos minutos, sus labios formaron una sonrisa juguetona.
—Señorita, déjeme decir que usted es bastante divertida cuando intenta comportarse como una adulta.
La miré con perplejidad.
—¡Ja, ja, ja! Señorita, no ponga esa cara.
La novela surgió un día mientras leía una historia en NovelToon, plagada de errores ortográficos y gramaticales. Pensé: "¿Por qué no escribo una yo, que tenga menos errores?". Lo hice sin mucha planificación, lo que provocó que la historia perdiera sentido, incluso para mí. Al releerla, me desanimaron las incoherencias, el mundo poco desarrollado y los personajes innecesarios que complicaron la trama hasta el punto de que ni siquiera yo recordaba quién era quién.