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Una Mujer En La Mafia

Una Mujer En La Mafia

Status: En proceso
Genre:Romance / Mafia
Popularitas:24k
Nilai: 5
nombre de autor: Ashly Rijo

En un mundo de lujos y secretos,Adeline toma el único trabajo que pudo encontrar para salir adelante: trabaja en un exclusivo bar para millonarios, sirviendo bebidas y entreteniendo a la clientela con su presencia y encanto. Aunque el ambiente opulento y las miradas de los clientes la incomodan, su necesidad de estabilidad económica la obliga a seguir.

Una noche, mientras intenta pasar desapercibida, un hombre misterioso le deja una desproporcionada cantidad de dinero como propina. Atraída por la intriga y por una intuición que no puede ignorar, Adeline a pesar de que aun no tenia el dinero que necesitaba decide permanecer en el trabajo para descubrir quién es realmente este extraño benefactor y qué intenciones tiene. Así, se verá atrapada en un juego de intrigas, secretos y deseos ocultos, donde cada paso la llevará más cerca de descubrir algo que cambiará su vida para siempre.

NovelToon tiene autorización de Ashly Rijo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cap 10

El día transcurría lento, arrastrándose en el peso de mis pensamientos, y para cuando llegó la noche, me convencí de lo que tenía que hacer. Ya no podía continuar así, trabajando en un lugar que cada vez me parecía más oscuro, donde cada paso que daba parecía conducirme a algo peor. Así que me armé de valor, entré al bar con la intención firme de renunciar, y luego de hablar con el encargado, salí de allí tan rápido como había entrado, con la cabeza baja y el corazón latiendo rápido.

Al salir, no pude contener la frustración y, en un impulso, pateé con fuerza un bote de basura que estaba cerca de la entrada, sintiendo el alivio pasajero de ese acto impulsivo. Pero en el instante en que lo hice, una voz sarcástica interrumpió mi rabia.

—Ya, cálmate, vieja —dijo una voz masculina, segura y burlona.

Alcé la vista y ahí estaba él, el asistente de James, el mismo hombre que se había convertido en una figura irritante en mi vida. Estaba de pie junto a un carro negro y elegante, y me miraba como si nada de lo que hiciera pudiera sorprenderlo. Sin pensarlo, el enojo explotó en mí, y antes de darme cuenta, estaba lanzándome hacia él, tratando de buscar respuestas.

—¿Qué le hicieron a mi tía? —le grité, sin importarme que su cara se endureciera.

Pero apenas lo dije, dos hombres que no había visto se acercaron por detrás y me tomaron de los brazos, sujetándome con fuerza. El asistente, sin perder la calma, se arregló el traje, alisando una de sus mangas con desdén mientras me miraba como si fuera una molestia menor.

—Estás loca —murmuró—. No puedo creer cómo el jefe quiere a una loca como tú a su lado. Honestamente, me sorprende.

—¿Qué quieres decir con eso? —le espeté, sintiendo la rabia hervir en mi pecho. Pero él solo me miró, manteniendo esa sonrisa calculadora en su rostro.

—Tu tía está bien —dijo finalmente, y sus palabras me hicieron detenerme. Intenté encontrar algún indicio en su expresión que me dijera si mentía o no—. Ella está en un hospital. Te llevaré, si es que puedes calmarte.

Me quedé mirándolo, luchando contra la incredulidad y el miedo. No confiaba en él, ni en James, ni en nada que tuviera que ver con ellos, pero no tenía otra opción, y lo sabía. Finalmente, suspiré, derrotada, y dejé que uno de los hombres me soltara para subir al auto.

—Por favor —dijo él, haciendo un ademán hacia la puerta delantera del auto para que entrara.

Al subir, sentí una mezcla de angustia y expectativa. No sabía qué esperar, y una parte de mí seguía luchando con la idea de que me estuvieran manipulando de alguna forma. Mientras el asistente arrancaba el auto, el silencio entre nosotros parecía llenarse de tensión, como si ambos supiéramos que cualquier cosa que dijéramos podría desatar otra confrontación.

—Bueno, como veo que ya no hay de otra, me presentaré —dijo, rompiendo el silencio con esa voz que parecía hecha de puro sarcasmo—. Me llamo Simon.

Lo miré de reojo, con desconfianza, sin responder al instante. Finalmente, me crucé de brazos, mirando por la ventana.

—No somos amigo. No necesito saber tu nombre.

Él soltó una risa baja, divertida, como si mi respuesta hubiera sido justo lo que esperaba.

—No, claro que no. No soy tan ingenuo —respondió —. Pero, si vas a seguir siendo parte de todo esto, deberías empezar a acostumbrarte.

El viaje hasta el hospital fue largo. La preocupación de encontrar a mi tía y la rabia de tener que aceptar la ayuda de personas como James y sus hombres. No sabía qué me encontraría allí, pero algo me decía que este "favor" no venía sin condiciones. Cuando llegamos, Simon me acompañó hasta el pasillo donde estaba la habitación de mi tía, manteniendo esa actitud superior y calmada como si todo estuviera bajo su control.

Al abrir la puerta, mi corazón dio un vuelco. Mi tía estaba recostada en la camilla, con una sonrisa tranquila que me hizo soltar un suspiro de alivio. Pero no estaba sola. Allí, sentado a su lado y conversando casualmente con ella, estaba James, el hombre que había logrado manipular mi vida y que hasta entonces nunca se había mostrado abiertamente.

Al verlo, sentí un nudo de tensión apretarse en mi pecho. Su presencia allí, tan cercana y confiada, me hizo sentir expuesta, vulnerable. Sin embargo, no era el momento de enfrentarme a él. Me acerqué directamente a mi tía y la abracé con fuerza, sintiendo su calidez y queriendo protegerla de todo aquello. Por un instante, fue como si James no existiera. Solo estábamos ella y yo, en un abrazo que intentaba disipar todos mis miedos.

Pero la realidad no tardó en alcanzarme, y al separarme de mi tía, mis ojos se dirigieron hacia James, quien me observaba con una sonrisa que me resultaba imposible de descifrar. Fue mi tía quien rompió el silencio, tomando mi brazo para detenerme antes de que pudiera decir algo inapropiado.

—Ellos me ayudaron, querida. Me vieron cuando saqué la basura y me caí… y me trajeron aquí —dijo, con una calma que casi me resultó irónica—. Además, pagaron todos los medicamentos que necesitaba. Han sido muy amables. Ya no tienes que trabajar tan duro ahora.

Las palabras de mi tía me dejaron atónita. ¿Amables? Aquellos hombres no sabían lo que era la amabilidad; lo que buscaban era control. Pero no quise preocuparla, y en lugar de decir lo que pensaba, le di un apretón en la mano y le sonreí.

—¿Podemos hablar afuera? —le dije a James, manteniendo mi voz lo más neutral posible.

Él asintió, y ambos salimos de la habitación, dejando a mi tía descansando. Tan pronto como la puerta se cerró, no pude contener la ira que había estado guardando. Lo miré fijamente, intentando que mi mirada transmitiera todo el desprecio que sentía.

—Escúchame bien, James. No vuelvas a acercarte a mi tía, y mucho menos a entrar a mi casa sin permiso. Haré los malditos favores que quieres, pero déjala en paz. Déjanos en paz.

Él se limitó a sonreír, como si encontrara divertida mi reacción. Dio un paso hacia mí, su mirada fija en la mía, y su voz se tornó baja y calculadora.

—Lo haré… a mi manera —respondió—. Si vas a cumplir los "favores", Adeline, tendrás que hacerlo bajo mis términos.

La tensión en el aire se intensificó. Sabía que con él nada sería sencillo, pero antes de que pudiera responder, él continuó:

—Vas a tener que mudarte conmigo. Mi mundo no es seguro, y no puedo permitirme dejar cabos sueltos. Además, así mantendremos las cosas… bajo control. Si quieres, puedes traer a tu tía también. Aunque no creo que sea lo más conveniente, esa mujer conversa mucho.

Sus palabras me hicieron retroceder. ¿Mudarnos con él? Aquello iba más allá de lo que estaba dispuesta a aceptar. Intenté asimilarlo, pero mi mente seguía atormentada con la imagen de mi tía, vulnerable y expuesta a personas como él.

—¿Y si no quiero? —le respondí, enfrentándolo con la mayor determinación que pude reunir—. ¿Qué te hace pensar que puedes simplemente tomar decisiones sobre mi vida?

—Porque puedo —respondió sin titubear, su tono suave pero cargado de autoridad—. Y porque es el único modo en que tú y tu tía estarán seguras. No lo olvides, Adeline… solo te estoy ayudando por respeto a tu padre.

James me miró con una expresión imperturbable, como si hubiera anticipado esa pregunta. Durante un instante, sus ojos se oscurecieron, como si hubiese tocado algo profundo, casi personal. Por un segundo, vi algo más allá de su fachada fría y calculadora, algo que me desconcertó.

—¿Qué tanto sabes de mi padre? —le espeté, cruzándome de brazos en un intento de mantener la distancia emocional entre nosotros—. ¿Qué tipo de lazos tenían ustedes si mi padre no era nada como tú? Porque no lo era. Él era... diferente.

James mantuvo su mirada fija en mí, como si estuviera evaluando cada palabra, cada movimiento, y luego soltó un suspiro. Era la primera vez que lo veía mostrar algún tipo de emoción, aunque fuera un atisbo de incomodidad. Se llevó una mano al cuello, ajustando el cuello de su camisa como si el peso de la conversación lo inquietara.

—Lo conocí hace muchos años, Adeline. —respondió, su voz baja, casi en un susurro—. En aquel entonces, yo tampoco era lo que soy ahora.

Sentí que algo helado se asentaba en mi pecho. ¿Mi padre, relacionado con este tipo de personas? No tenía sentido, no encajaba con el hombre amable y honesto que recordaba.

—No estás respondiendo, James —dije, mirándolo con firmeza—. No estás explicando por qué alguien como tú tendría algún tipo de conexión con mi padre. Él no haría negocios con tipos como tú, ni siquiera con tus “favorcitos”.

Su sonrisa fue amarga, una expresión que parecía más dirigida a sí mismo que a mí. Luego alzó la mirada, con una franqueza que no había esperado de él.

—Tienes razón, tu padre no era alguien que se relacionara con mi tipo de negocios. Pero lo conocí en circunstancias distintas. Él… él era alguien de principios, con una fuerte voluntad de ayudar a otros. En un momento complicado de mi vida, me dio una mano, una que nunca habría esperado de alguien tan... —dudó, buscando la palabra correcta—. Alguien tan recto.

Las palabras de James me dejaron en silencio. ¿Mi padre, ayudando a alguien como él? ¿De qué clase de ayuda estaba hablando?

—¿Cómo lo conociste exactamente? —insistí, queriendo entender de una vez por todas la historia entre ellos—. No me vengas con historias vagas. Quiero saberlo todo.

Él me miró un momento, su mandíbula apretada como si estuviera luchando con la idea de decirme más o no. Luego, en un tono bajo y controlado, comenzó a explicar.

—Fue hace muchos años, cuando estaba en una situación… precaria, por decirlo de alguna manera. Tenía muchos problemas, y estaba atrapado en un círculo de malas decisiones, rodeado de gente que no me ayudaba. Fue tu padre quien me sacó de allí, quien creyó que podía hacer algo más con mi vida, que no estaba destinado solo a esto.

Por un instante, sentí que hablaba con alguien más joven, como si los años que habían endurecido su rostro se desvanecieran en sus palabras. Su mirada estaba perdida en algún punto más allá de este momento, como si los recuerdos se arremolinaran y le recordaran quién había sido antes.

—¿Y eso que? —pregunté.

James dejó caer los hombros, mirando el suelo antes de responder. Sus siguientes palabras fueron tan sinceras como crudas.

—Porque le debo todo, Adeline. Porque, sin él, no habría llegado hasta aquí, ni sería quien soy hoy.

Lo miré fijamente, asimilando cada palabra. Aquello cambiaba algo dentro de mí, aunque me rehusara a admitirlo. Estaba claro que, por muy diferentes que fueran ahora, mi padre había visto algo bueno en él, algo digno de salvar. Pero ¿seguía siendo ese hombre?.

Tomé aire, necesitando unos segundos para procesarlo todo, y aunque mis siguientes palabras sonaron secas, contenían algo de la verdad que no había podido evitar escuchar en su voz.

—Quizás le debas una deuda, pero eso no cambia que yo y mi tía estamos siendo arrastradas a algo que no queremos. No te equivoques, James: acepto tus condiciones solo porque no tengo opción.

Su expresión se endureció de nuevo, el James calculador y seguro de sí mismo regresando, con la mirada penetrante de alguien que está acostumbrado a tener siempre la última palabra.

—Eso está claro, Adeline. Pero entiéndelo tú también: esto no se trata solo de una deuda con tu padre. Tú has demostrado ser más de lo que aparentas, y eso no se puede ignorar. Y mientras estés en este mundo, querrás alguien que te cubra las espaldas, te guste o no.

Lo miré sin decir nada, la rabia y el desconcierto apretándose en mi pecho. Había algo en sus palabras que me daba miedo reconocer, algo que hablaba de responsabilidades compartidas y del peligro que representaba estar en este mundo sin una protección confiable.

Finalmente, aparté la mirada y, sin decir una palabra más, me di la vuelta para regresar a la habitación de mi tía, sintiendo su mirada clavada en mi espalda.

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Rita García
achingau mira a esta niña así la Ade tratar su madre
Rita García
no la creyó presa fasil
Rita García
no ouedeser que le hicieron quien fue apoco si fue vella
Rita García
uf hasta que porfin
Rita García
jajajaja ya no quiere esperar más
Rita García
jajajaja ya como que se están haser ando más
Rita García
que bonito es el amor lo malo que ninguno de los dos da su brazo a toser
Rita García
está muy interesante estoy muy intrigada en ver qué sigue
Rita García
ay si que es mucha responsabilidad sobre eya pero junto a el todo va haser más fasil
Rita García
pues nimodo ahora tiene que hacerse responsable de su herencia
Rita García
híjole si que se la puso buena su papá
Rita García
hasta cuándo van a seguir así de todos modos ca agarrar el dinero de su padre ya lo que a hecho y pues va derechito haser lo mismo
Rita García
me gusta está padrísima gracias autora no quisiera dejar de leer
Ashly Rijo: Ese es el punto jjjj. Gracias.
total 1 replies
Rita García
jaso eso me IVA Adar mucho coraje eyas pasando penurias aviendole dejado tanto dinero su padre
Rita García
los hasia más viejos que Adeline
Rita García
jajajaja yo dije que estos dos se gustaban demasiado solo querían tantito
Rita García
jajajaja ese ya se enamoro de eya por eso hiso eso y eya no se queda mucho atrás
Rita García
jajajaja se está poniendo interesante esto
Rita García
híjole está cabron como pudo haser eso es como si el tuviera un iman con eya
Rita García
ajijos que trama este hombre
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