Desde que la ví me obsesioné con ella. Era mía aunque no lo sabía y todo lo que quiero lo consigo.
NovelToon tiene autorización de SilvinaTracy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 12
Me bañé luego del desayuno y esperé para hablar con él pero me dejó el almuerzo y pospuso nuestra conversación por varias horas hasta que llegó el momento de la cena. No sé que era más importante que venir a verme porque si somos realistas estamos en el medio de la nada y ni siquiera podemos utilizar el teléfono.
Llegué a preguntarme si había más gente aquí aunque no haya escuchado ni visto a nadie más.
Cuando la puerta se abrió y trajo la cena estaba decidida a hacer que me escuche
-¿Podemos hablar? Ya se lo que quieres
-¿Me lo piensas entregar?- sus ojos brillaban con diversión pero también me veía de un modo que aún me puso más nerviosa
-Si- contesté sin dudar.
Era natural que no dudara. Si me dieran a elegir el teléfono o la libertad claro que escogería mi libertad por sobre todas las cosas. Tampoco necesitaba tanto un teléfono si pasaba días enteros sin sonar ni una sola vez.
-Bien, quiero saber si estamos hablando de lo mismo
-Toma- le extendí mi celular
-Aqui no hay señal, así lo necesitara no podría llamar a nadie, ¿Para que lo querría?
-Pero... pero yo... yo creí que era esto- comencé a llorar, limpié mis lágrimas porque mi visión era borrosa a causa de las lágrimas y volvi a mirarlo- no traje más nada que esto señor
-Trajiste algo más pero no hablaré contigo si sigues llorando. Volveré mañana en la hora del desayuno. Procura dormir
Comencé a gritar que viniera, que hablemos y así acabemos esto pero no lo hizo. Me dejó allí encerrada en compañía de mi teléfono que de nada me servía.
Le di mil vueltas al asunto, revisé la ropa que me quité para usar un pijama que no me pertenecía porque el mío había vuelto a desaparecer. Era de mi talla pero mucho más pequeño de lo que suelo utilizar. Seguramente en algún momento mientras dormía o me bañaba el había entrado para dejarme ropa.
En la habitación el clima estaba templado, ni frío ni calor, la cama de todos modos estaba bien abrigada. Me metí a la cama y dormí. Ésta vez un poco más tranquila de que no entrará para asesinarme porque de haber querido matarme ya lo hubiese hecho y me habría arrojado al mar.
Por la mañana me desperté, me quité mi pijama en el baño y me puse ropa que tampoco me pertenecía. Un largo vestido floreado hasta mis tobillos con unas sandalias bajas. Estaba cómoda y no se me veía nada. La ropa interior que había para mí era demasiado reveladora y la brava demasiado pequeña porque se me metía dónde no me daba el sol y yo usaba algo con el doble de tela en el peor de los casos
Él entró tan tranquilo como siempre con una bandeja de desayuno en sus manos. Cerró la puerta tras de si y se acercó a mi. Yo solo retrocedi asustada.
Fue hacia la puerta, la cerró con llave y la guardó en su bolsillo mientras se sentaba cruzado de piernas en la cama.
-Si quieres hablar siéntate aquí- palmeó la cama a su lado
-Parada estoy bien
-Si no te sientas me iré y hablaremos mañana. Decídete rápido- miró su reloj
Estar cerca de él me aterrorizaba pero no podía hacer otra cosa que sentarme allí para acabar con éste asunto de una buena vez y volver a mi vida
-¿Ya sabes lo que quiero?- la emoción estaba presente en su voz y en aquella mirada que me daba escalofríos
-No traje más que mi ropa y teléfono. La ropa la tiene usted y el teléfono no quiso aceptarlo cuando se lo entregué. Le diré el patrón de desbloqueo- fui a levantarme para buscarlo porque estaba en la mesa de noche del otro lado de la cama
-No te dije que te levantaras y ya te dije, tu teléfono no me sirve para nada. Además el patrón de desbloqueo no tendría que pedirtelo a ti, hay maneras sencillas de descubrirlo
-Entonces ¿Que quiere?
-Me escucharás con atención y analizarás cada palabra que yo te diga sin interrumpirme. Me iré y lo pensarás para darme una respuesta. ¿Comprendes?
-Si señor
Él estaba serio y su voz era autoritaria, no podía hacer más que obedecer su orden porque no quería verlo enojado y arriesgarme a provocarlo.