Roselin sufrió a causa de su primer amor, por una infidelidad por parte de su pareja decide separarse de forma inmediata, sin embargo, su corazón roto no dejaba de doler, por esto decide ir a un bar y beber un poco. A causa del alcohol Roselin termina pasando la noche con un desconocido que resulta ser un atractivo CEO, está intenta ignorarlo, pero ¿Podrá resistirse a los encantos de aquel hombre tan encantador y directo?
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Cena
Las horas pasaron con gran velocidad, Roselin intento verse lo más presentable posible, no quería dar una mala impresión o algo parecido, por esta razón Roselin se esforzó mucho, incluso escogió un vestido que compró unos meses antes, pero nunca uso, no era mucho, pero le quedaba muy bien.
Sebastián caminaba de un lado a otro mientras estaba en su oficina, estaba inquieto, pero estaba esperando por su madre, en cualquier momento aparecería alguna sirvienta dándole la noticia de la llegada de su madre.
Santiago corría alegremente por toda la casa sin ser consciente de lo que pasaba a su alrededor, solo se sentía feliz al saber que iba a cenar con su abuela y Roselin. La primera persona en llegar fue Roselin, Santiago fue a recibirla con mucha alegría, el pequeño estaba encantado con el aspecto de aquella dama con la que últimamente pasaba la mayor parte de su tiempo.
Roselin canino hasta el sofá y se sentó junto a Santiago, ambos comenzaron a armar un rompecabezas, uno de los maestros de Santiago pidió que el niño jugará al menos dos veces a la semana con rompecabezas, claro Santiago quería dejar de armarlo estaba en todo su derecho de parar.
Sebastián bajó las escaleras y se acercó a Roselin y Santiago, en el poco tiempo que tenía en sus vidas, Roselin logró ganarse el cariño de su hijo e incluso si respeto, Sebastián no sabía que hacer si esta se iba, incluso podía descansar más o pasar más tiempo con su hijo. Roselin lo ayudó a facilitar su trabajo, era una mujer tan centrada en lo que hacía que incluso notó que había empleados que no estaban trabajando como era debido, sin un golpe de duda despidió a algunos y contrato a otros, esto claramente con la aprobación de Sebastián, sin contar su gran esfuerzo en reuniones.
Repentinamente, una sirvienta entró a la sala en compañía de su madre, a ojos de Roselin era una mujer muy elegante, de al menos unos cincuenta años o más, una figura linda y adecuada. Estaba claro que era una mujer amante de lo costoso, pues, sus joyas e incluso su ropa podían comprobarlo, sin embargo, todo ese glamour era acompañado de un rostro frío y poco amable, estaba claro de quien heredó Sebastián sus expresiones.
—Buenas noches.
—Buenas noches, madre.
—Hola abuela.
—Buenas noches, mi nombre es Roselin.
Cuando Roselin se presentó sintió como los ojos de la madre de Sebastián la recorrían de pies a cabeza como si la estuviese escaneando, tampoco estaba tan equivocada.
—Mi nombre es Eva, soy la madre de Sebastián, es un gusto conocerte.
Roselin pudo notar el tono irónico de la mujer y también el sarcasmo en algunas palabras que usaba, Roselin ya esperaba algo así por lo que no se sorprendió mucho.
—También es un placer conocerla.
Sebastián notó el tenso ambiente así que utilizo su mejor arma, miró a su hijo y le hizo señas para que hablara con su abuela, el niño entendió de forma inmediata y decidió intervenir.
—Abuela, arme junto a Roselin dos rompecabezas, ya puedo armar uno de cincuenta piezas, el maestro dijo que después puedo hacerlo con uno de cien.
Eva miró a su nieto y dirigió toda su atención hacia él, Sebastián libero un pequeño suspiro entre sus labios, al menos funcionó su distracción, aunque no sabía por qué período de tiempo sería efectivo.
Aprovechando totalmente la distracción de su madre Sebastián decidió ir de forma inmediata al comedor, cuando la cena empezó era muy notable el tenso ambiente, no había que ser muy inteligente para notar que Roselin no fue del total agrado de Eva.
Después del postre y un rato de charlas totalmente incómodas, Santiago comenzó a cabecear a causa del sueño, Sebastián lo cargó y aunque no quiso dejar sola a Roselin tuvo que llevar a Santiago a su habitación, no había pasado siquiera un minuto y Eva comenzó a hablar.
—No hay que verte mucho para saber que eres una mujer de bajos recursos, también eres una empleada de mi hijo, jamás permitiré que mi hijo manche su imagen para estar contigo, si necesitas dinero solo dímelo, no debes estar con mi hijo para obtenerlo.
Roselin se sentía denigrada a causa de las palabras de Eva que en vez de rabia quería que la tierra se abriera y se la desapareciera en su interior, sin embargo, Roselin no se dejaría insultar por nadie, menos por alguien que se cree mejor solo por tener dinero.
—Yo no la he insultado, si soy una empleada, pero no necesito dinero y mucho menos que un hombre me mantenga. Soy independiente y sí, no soy de clase alta, pero al menos no soy tan grosera como usted y tampoco me la paso juzgando y criticando a los demás por su forma de vestir o por cuanto cobran al año.
—¿Quién piensas que eres para hablarme así? No tienes siquiera derecho de responder o dirigirme la palabra.
—Estudie las leyes de la constitución y en ningún lugar dice algo así, que usted tenga dinero no la hace más persona que a mí, pero su actitud deja en claro que puedo ser mejor persona que usted.
Eva estaba ardiendo de rabia, estaba frente a una mujer terca, en definitiva no iba a dejar que su hijo estuviera con una mujer así, era demasiado desagradable para ella.
Roselin seguía sin bajar su cabeza, no dejaría que alguien volviera a hacerla sentir menos, mucho menos una mujer superficial que solo buscaba llenar los deseos de la prensa y las expectativas sociales, no sabía como una persona como Eva podía guardar parentesco con alguien como Sebastián.
Mientras la mujer ardía a causa de su cólera, Sebastián bajó las escaleras y se encontró con la escena incómoda llena de miradas de odio, Sin siquiera preguntar Sebastián supuso que su madre había atacado a Roselin, intento evitar tal cosa toda la noche para nada.
Al menos Roselin supo sobrellevar la situación con madurez, aunque estaba claro que su madre no estaba de buen ánimo, pero conociendo a su madre, era obvio que ella misma se lo busco.