Él nacimiento de Kevin acabó en el divorcio de Zaira, debido al ADN, pero ¿Quien es el padre del pequeño?
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Capítulo 4 CONVERSACIÓN DOLOROSA
Zaira Martínez
-Zai, me gustaría hacerte el amor, para eso es nuestra luna de miel- Luciano me decía con impaciencia
-Debes dejarme descansar un poco más, aún estoy un poco adolorida- pedí con un poco de vergüenza
-Como tu digas, creí que luego de esperar tanto tiempo
-No es un no mí vida, es un después
-Como digas amor
Pasó un día más y de nuevo mantuvimos la misma conversación dejándolo a él molesto y a mí sin saber que hacer. Sabía que era nuestra luna de miel pero aún así no me parecía correcto hacerlo siempre y mí cuerpo no se sentía listo tampoco.
Cada vez que tomaba sol con mí bikini él quería ponerme las manos encima y no estaba acostumbrada a todos sus avances. Siempre fui bastante tímida y necesito tiempo para poder acostumbrarme.
Con el paso de los días nuestras relaciones se convirtieron en algo planeado y no espontáneo. Era hacerlo una vez cada dos o tres días y nada más.
Cada vez era sentirme incómoda y no ser capaz de disfrutarlo lo suficiente. Había leído algunas revistas femeninas que mencionaban como se sentía tener un orgasmo pero yo no podía tener ninguno, creí que tal vez era cuestión de tiempo.
Luciano deseaba hacerlo en posiciones que me avergonzaban y no podía simplemente dejarle el control de mí cuerpo porque luego tendría que mirarlo a los ojos.
Lo escuché hablando por teléfono con su amigo mientras fingía dormir y él dijo "tanto esperar por esto, no valió la pena, disfrutaría más con una muñeca" y otros comentarios pero ese fue el que más me lastimó.
Desde allí no quise que me toque los siguientes días aumentando así más su frustración. Jamás habíamos discutido, nunca.
-¿Por qué no quieres?
-Deberias comprarte una muñeca, así disfrutarías más
-Escuchaste mí conversación
-Lo hice y no sabes lo que duele
-No exageres, si no me dejas hacerte el amor no se cómo esperas que solucionemos ésto
El último día de nuestra luna de miel volví a entregarme a él y a fingir que me gustaba lo que hacía pero la conversación que escuché aún la recordaba a la perfección y me seguía lastimando.
Le di el beneficio de la duda, quizás tenía razón y con la práctica todo mejoraría. Después de todo me había casado con el mejor hombre y era normal que en el inicio de toda pareja haya problemas, más que nada al adaptarse a la convivencia.
Yo debía ser una buena esposa y no trabajar, no tenía necesidades económicas así que me quedaría en casa para recibirlo pero cada vez más nos distanciamos.
Él siempre trabajaba y cuando llegaba a casa cenábamos y luego íbamos a la cama donde él quería satisfacer sus deseos masculinos.
Un mes de matrimonio pasó en la misma rutina donde no era feliz pero seguía aferrandome al amor inmenso que le tenía y pensando que nos casamos para toda la vida.
Comencé a creer que quizás con un niño nuestro todo sería mejor, yo no estaría sola en casa y además nos uniría como pareja pero al plantearle aquello él se negó. Sus razones eran válidas y no era algo que se tomaría a la ligera algo tan serio, así que esperaría al momento ideal para comenzar con la búsqueda.