Un Rey de Hielo, el más temido , frío y sin corazón busca a una Reina perfecta.
Una joven Audaz, fuerte, libre, envuelta en su mundo desea escapar..
¿ Qué pasará si sus caminos se unen ?
⚠️🔞❗️ Escenas explícitas, vocabulario, maltrato emocional
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Evaluando
En el ducado
El sol apenas se asomaba cuando las sirvientas comenzaron a peinar y vestir a las jóvenes damas del ducado. Los vestidos recién llegados parecían brillar bajo la luz de las velas, con bordados dorados y sedas finas que hacían resaltar cada gesto.
—¿Crees que hoy llamaremos la atención del Rey? —preguntó Liora mientras ajustaba los guantes blancos de Serena.
Serena suspiró, recostándose en el respaldo de la silla.
—Llamar su atención no es mi prioridad —dijo con voz baja—. Solo quiero que sea un trámite rápido y salir de ahí lo antes posible.
—Pero los vestidos… —Adena intentó sonar convincente, sosteniendo uno color marfil frente a Serena.
—Lo sé —respondió Serena, sin entusiasmo—. Solo que… no soy buena fingiendo interés en banquetes y miradas coquetas.
Mientras sus primas se apresuraban a perfeccionar cada detalle, Serena ya planeaba mentalmente su fuga, repasando mapas y rutas posibles, asegurándose de que cada provisión estuviera lista.
En el castillo
A cientos de kilómetros de distancia, el Rey se preparaba en su propia cámara, rodeado de sirvientes que ajustaban la armadura ceremonial y le ayudaban con la capa de terciopelo azul oscuro. Cada movimiento era preciso, meticuloso, como si entrenar la disciplina de su cuerpo fuera preparar también la mente para lo que estaba por venir.
—Majestad, las invitadas llegarán en menos de una hora —informó su consejero, presentándole los informes finales sobre las casas nobles.
Orion asintió, sin mostrar emoción. Sus ojos grises repasaban mentalmente cada nombre, cada gesto esperado de las damas que se presentarían ante él.
—Nadyra… Veira… —murmuró, como si los nombres fueran piezas de un tablero de ajedrez—. Que no se me escape nada superficial.
El capitán de la guardia, un hombre grande y serio, se acercó para repasar los detalles de la ceremonia: los movimientos, la posición de los invitados y las rutas de entrada. Orion escuchaba todo, asintiendo.
Su humor negro asomó al pensar en la competencia de las damas:
—Podría reemplazar a la mitad de ellas con un burro… y no habría diferencia para el reino.
Con la armadura ajustada, la capa caída perfectamente sobre los hombros, Orion dio un paso hacia el balcón. Desde allí podía ver los cielos grises y los destellos del hielo que rodeaban el castillo, como recordándole que todo debía ser impecable y que cada gesto de ese día contaría.
Sus sirvientes lo dejaron solo por un momento, y él cerró los ojos, respirando profundo:
—Que comiencen los juegos de cortesía.
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El ducado
Mientras Serena terminaba de cargar sus provisiones y revisar mentalmente sus mapas, las otras hijas de los duques se preparaban en salones adyacentes, rodeadas de joyas y perfumes caros. Cada una trataba de destacarse de las demás: unas arreglaban sus cabelleras con esmero, otras practicaban sonrisas estudiadas frente a los espejos.
—No puedo creer que finalmente vayamos a la corte —susurró Iselina de Thorven a su amiga, lanzando una mirada de soslayo a Nadyra y Veira—. Espero que el Rey note lo encantadora que soy.
—¡Ja! —rió Nadyra, ajustando su vestido con arrogancia—. Todas piensan que pueden atraparlo. Pero ninguna tiene estilo como yo.
Veira, más seria, apenas alzó la vista, observando las pequeñas competencias con desaprobación.
—Menos exhibiciones y más postura. Al final, la que sobreviva a la ceremonia sin perder la dignidad será quien tenga alguna oportunidad.
Serena, desde la puerta del salón, observaba la escena sin inmutarse. No había sonrisas coquetas ni gestos calculados que llamaran su atención. Para ella, todo aquello era teatro inútil.
—Suficiente —murmuró para sí—. Que se diviertan. Yo solo quiero terminar esto y salir.
Tomando un pequeño impulso, cargó las cestas con fruta y provisiones hacia la entrada, adelantándose a todas.
🍃*En el castillo*🍃
El carruaje del ducado cruzó finalmente los portones del castillo de Orion, resonando sobre los adoquines helados. La corte ya estaba reunida, y la nobleza del reino se alineaba a los lados de la gran avenida. Los sirvientes ayudaban a descender a las damas, mientras se ajustaban los vestidos, tocados y guantes.
Las jóvenes intercambiaban miradas y susurros. Nadyra se inclinó hacia Veira:
—¿Viste cómo se mira a sí misma esa chica de Frely? Parece que ni le importa el Rey.
Veira la observó con ceño fruncido.
—Está claro que no quiere jugar este juego. Será interesante ver cuánto tarda en encontrar marido.
Iselina, desde otra esquina, intentó lanzar una sonrisa coqueta hacia un joven caballero, mientras murmuraba a su acompañante:
—Si esa Frely cree que es especial, se equivoca.
Serena, sin prestar atención a las miradas ni a las palabras, avanzó con paso firme hacia la fila principal. Sus primas la miraron sorprendidas mientras ella tomaba la delantera, colocando las canastas discretamente a un lado, y se acomodaba en la primera posición.
—¿Qué hace? —susurró Liora, incrédula.
—No sé… pero parece decidida a terminar esto cuanto antes —respondió Adena, encogiéndose de hombros.
El aire se cargaba de tensión y de la competencia silenciosa entre las damas. Miradas desafiantes, sonrisas calculadas, gestos que buscaban imponer una presencia… todo mientras Serena mantenía la calma absoluta. Su indiferencia era, en sí misma, un reto.
Desde lo alto de los balcones, los sirvientes observaban cómo cada joven se acomodaba, preparando su presentación ante el Rey. Algunas jugaban con sus abanicos, otras ajustaban sus mantos, todas ansiosas por impresionar. Serena, en cambio, simplemente respiraba profundo, dispuesta a mantener la mirada baja y pasar por el protocolo lo más rápido posible.
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