BRONCE

...ADRIAN:...

— Lamento interrumpir.

Me separé en seguida de Freya.

Su hermana estaba en el comedor y me tensé.

Tomé un poco de distancia.

— ¡Florence! — Dijo Freya, avergonzada y alterada.

— Pedí estrictamente que el desayuno fuese privado — Gruñí, de malas por la interrupción.

— Pregunté por mi hermana y las sirvientas me dijeron que estaba aquí, no mencionaron sus exigencias, majestad — Dijo la princesa, cruzando sus brazos — Pero, descuide, los dejaré solos — Se marchó con prepotencia.

Freya intentó levantarse y la tomé de la muñeca.

— El desayuno no ha terminado.

— Ya comí lo suficiente — Dijo, alejándose para ir tras su hermana.

— ¡Somos esposos, tu hermana está al tanto!

Ella se detuvo y me observó por encima del hombro.

— Lo sé, pero no fue su intención interrumpir y esto no es algo que se deba hacer en el comedor.

Se marchó y apreté la mandíbula.

Seguía con una dureza entre las piernas que no podía controlar. El olor y el sabor de Freya estaban impregnados en mí, con cada respiración podía sentir su escencia y eso me enloquecía.

No comprendía lo que estaba ocurriendo, mi cuerpo parecía haber sufrido un cambio abrupto, mi ser ansiaba a mi esposa.

A una mujer.

Esto era desconocido para mí, nunca tuve atenciones hacia las damas y más después de pasar por las manos de Vanessa.

No sabía controlarme y menos con Freya tan cerca.

Ella era diferente, a parte de ser mujer, era un ser tímido, puro e inocente, tan complejo, estaba experimentando algo extraño.

Suspiré y me levanté.

Salí del comedor y ordené a los sirvientes limpiar todo.

— Hermano — Dijo Ania cuando entré al salón del consejo, los demás miembros seguían con sus familiares — ¿Qué pasó anoche? — El desorden de la última reunión estaba presente, recogí los papeles.

Esto me correspondía, las anotaciones de las reuniones y las propuestas, con la organización del festival no tuve tiempo de organizar el papeleo.

— ¿De qué hablas?

Ella se sentó sobre la mesa.

No molestaba en corregirla, ella era un ser que no aceptaba imposiciones. Sabía que solo permanecía en Floris con la excusa de ser miembro del consejo y todo por no volver a Hilaria a soportar a nuestro padre. No la juzgaba, yo también prefería estar lejos, aún así no dejaba de molestarme con sus actos.

Por lo menos, ella consiguió un poco de paz y no estaba obligada a permanecer en el castillo, Ania solía irse de viaje en ocasiones, solo el invierno la detenía de ir a recorrer Floris.

— De tu salida dramática de la celebración.

Solté una risa irónica.

— ¿Mi salida dramática? — Arqueé las cejas — ¿Es en serio?

— Lo noté, te fuiste porque te estaban ignorando — Se burló, jugando con uno de los papeles como niña pequeña.

— Nadie me ignora, soy el rey — Tomé una postura erguida.

— Tu esposa lo hizo... ¿Qué rayos le hiciste para qué te ignore?

— Nada, ese asunto ya está arreglado. No necesito ventilar nuevamente algo que ya se cerró.

Solté un silbido.

— Mi hermano es eficiente, por eso es rey.

— No te burles.

— No es una burla — Dijo, resoplando.

Despeinada y con sus ropas de Hilaria.

Los pantalones para mujeres aún eran un escándalo en Floris.

— ¿Ya terminaste? — Preguntó cuando siguió allí sentada.

— No, jamás ví a mi hermano sufrir por una mujer que lo ignore — Dijo, sonriente — De hecho sufrías más por los hombres que si lo hacían.

— Baja la voz — Advertí.

— No es un secreto.

— Tampoco tienes que confirmarlo.

— ¿Y ese cambio de gustos? — Me observó con curiosidad.

— No hay cambio.

— No seas mentiroso, no le quitabas la mirada de encima a Freya — Insistió, apretando mi hombro — Eso no lo había visto jamás.

— No sé, tal vez me cansé de estar solo — Admití y ella sonrió — Mis otras relaciones fueron efímeras y la anterior una pesadilla.

— Mi hermano es tierno y tiene su corazón— Me despeinó el cabello y solté un gruñido.

— No me trates como un niño, soy mayor que tu.

— "Soy mayor, respeten, soy mayor no puedo fijarme en una señorita tan joven, soy mayor me duele la espalda y se me apagó el pajarito" — Imitó mi voz y soltó una carcajada.

— Es la verdad. Excepto lo último del dolor de espalda y lo del... — Cerré mis ojos, perdiendo la paciencia — No tengo que explicar.

— Tan recatado, déjate llevar.

— Aún no confío en Freya, en su padre y los conflictos de Polemia.

— Freya era una princesa, como yo, solo podía obedecer y en mi opinión no parece una conspiradora, se ve tímida, pequeña, su falta de seguridad indica que jamás le dieron la libertad de decidir, tampoco debes mezclar los asuntos de gobierno con tu vida personal, tienes una esposa e hiciste juramentos en tu casamiento, tienes que cumplirle y no creo que te cueste mucho con los cambios de gustos que tuviste, además, eso sirve para callar bocas, no debes olvidar que el infeliz de ese barón te gritó muchas verdades en el juicio.

— No me interesa callar eso, no hay pruebas — Gruñí y suspiró.

— Aún así, Floris sigue especulando y hay algunos hombres a los que le ofreciste tus atenciones.

— Esos hombres no han atentado contra la confianza que les otorgué, además, no pasó absolutamente en la mayoría de los casos. Con lo del parecido de Freya con Vanessa ya debieron olvidarlo y esa es otra razón por la que me hace desconfiar.

— Sí, eso no puede ser casualidad, pero no por eso debes desplazarla, te casaste...

— Me casé para darle a mi padre y a ese rey lo que querían, para acercarlos más y darles un buen merecido — Resoplé.

— Esa trampa es arriesgada. Entraste en sus juegos.

— Lo es, pero es la única forma de saber que es lo que traman — Dije, convencido — Y parte de las respuestas llegarán en unos meses, si es que Levi demuestra ser leal.

— Espero que el mar no se lo trague.

— Es un hombre inteligente, con una buena tripulación y sin distracciones — Acomodé la pila de papeles — Volverá con bien.

— Insisto, es arriesgado que te hayas involucrado.

— ¿Quién te entiende? Por un lado dices que debería involucrar a mi esposa en los asuntos diplomáticos, por el otro no te parece que me haya casado porque estoy haciendo lo que mi padre y ese rey quieren — Respiré profundamente — Hermana, no te entiendo.

— Solo es el comienzo, no tienes experiencia en comprender como funciona la mente de las mujeres — Dijo, con expresión suficiente — Tienes un camino muy largo que recorrer.

Abrí y luego cerré mi boca.

— Mezclas todos los asuntos.

— Te estoy hablando como miembro del consejo, pero también como hermana y estoy segura de que tu esposa es buena, logró hacerte cambiar de opinión en tan poco tiempo.

— Aún me cuestiono si estoy siendo un tonto — Admití.

— Desearía tener ese tipo de problemas — Suspiró.

— Pronto llegará ese hombre que pueda igualar tu postura sin señalarte.

— Llegó, pero no era para mí — Dijo, con expresión de derrota — En fin, el romance no es para todos, así que aprovecha a tu esposa.

— Lo mío no es romance.

— Mientes mal...

— No sé lo que es — Dije, tocando mi sien — Las mujeres son algo desconocido para mí, la única que tuve cerca le encantaba encadenar y torturar.

— Sé que la experiencia con Vanessa fue espantosa... Pero, no todas estamos locas.

— Ayúdame — Pedí y se rió.

— ¿Con qué?

— Eres mujer... No entiendo a... Fre... A mi esposa — Empezaba a tartamudear como Freya — Tienes que iluminar.

— Soy muy diferente a ella, puedo darte una visión, pero no sé lo que hay en su mente, tampoco sé cómo fue educada o como fueron sus experiencias pasadas, si es que tuvo algunas.

— Entonces no me puedes ayudar — Apoyé mis puños de la mesa.

— Si puedo.

— Bien.

— Con detalles — Dijo, emocionada y le lancé una mirada fulminante.

— No le pones seriedad al asunto, solo quieres saber la cotilla.

— El invierno es aburrido para mí, tengo que tener algo con que entretenerme y de todo corazón, quiero ayudar Adrian — Dijo, haciendo un gesto de juramento.

— Bien, pero no ahora, tengo asuntos que atender.

— Aburrido — Dejó de jugar con el papel y lo tomé, colocándolo en la pila — Esa idea es buena, así como hay una hermandad de caballeros, también debe haber una hermandad de guerreras.

Observé el papel — Eso lo escribiste tú.

— Cualquier mujer con mente independiente lo verá con buen ojo, estoy segura de muchas se alistarán, por favor, hermano, aprueba eso — Dijo, juntando sus manos — Así el consejo no lo quiera, un ejército de guerreras puede ser de más peso para la protección del reino, yo personalmente entrenaré a esas mujeres.

— Lo haré si me ayudas con lo que pedí.

— Bien, ya lo dijiste, es tu palabra.

— ¿Cuándo te he hecho dudar de mi palabra? — Pregunté y se quedó pensativa, fruncí el ceño — Ania.

— En ningún momento, hermano — Saltó de la mesa y me dió un beso en la mejilla — Gracias por todo.

— No es un hecho, depende de ti.

— Será un hecho — Hizo un gesto presumido — Recuerda esto, si es una señorita virtuosa, se tomará con escándalo todo lo impropio que hagas.

— Eso ya pasó, pero a ella le gusta, solo se siente avergonzada.

Se sorprendió.

...****************...

— Aquí podríamos poner una fuente — Dije en el patio, los trabajadores que contraté tomaban nota — Las reparaciones comenzarán en primavera, debido al invierno sería muy complicado empezar desde ahora.

— Entendido, majestad, haré los planos y se los entregaré.

Me sorprendí al hallar a Freya bajando las escaleras junto a su hermana, ambas con abrigos gruesos, pero no tan gruesos como los míos.

Aún no me acostumbraba al frío, en Hilaria no había inviernos fuertes, no caía nieve.

Tenía un abrigo largo por encima de la chaqueta, llevaba guantes y una bufanda, también un sombrero.

Nuestras miradas cruzaron.

Freya parecía más sonrojada.

Su hermana nos evaluó y decidió cambiar su atención al prisionero, quien seguía limpiando la nieve del patio.

Tenía que mantener a esos dos vigilados.

Freya bajó las escaleras y me aproximé.

— ¿Qué hace aquí? — Pregunté.

— Solo vine a tomar un poco de aire — Dijo, su nariz roja por el frío me parecía más hermosa, la piel se le tornaba más pálida, los labios más rojos.

Me endurecí de inmediato.

— ¿Tomar aire? ¿Con éste frío? — Pregunté.

— No está haciendo tanto frío — Dijo, como si fuese ridículo.

Me reí.

— Entiendo que este clima puede ser más cálido que en Polemia.

— Lo es, es agradable — Comentó, bastante cómoda — Me gusta.

— Espere ver la primavera, señorita Freya.

— Estoy ansiosa por eso — Dijo, queriendo sonreír.

— Yo también.

Se desconcertó y aclaré mi garganta.

— En realidad no me agrada el frío, en Hilaria no cae nieve.

Se sorprendió más — ¿En serio? Debe ser toda una bendición.

— El clima es tan cálido que se usa ropas ligeras y la gente se baña en la playa — Dije y volvió a sorprenderse.

— Debe ser una experiencia extraordinaria.

— Lo es, es entretenido — Dije, maravillado por su ingenuidad.

Los trabajadores tomaban medidas.

— ¿Qué planea hacer? — Preguntó.

— Una fuente.

— Oh, debe ser hermosa ¿Por qué aquí no hay jardines? En uno de los libros que me prestó habla sobre jardines... Una especie de decoración natural que ofrece gran vista estética y que favorece el buen ambiente — Dijo, apreciando el patio vacío — Pensé que el castillo tendría uno.

— Aún faltan remodelaciones interiores, estoy comenzando con las esteriores, aunque no había pensado en un jardín — Admití.

— No conozco las flores, ni los arbustos.

— Ordenaré que hagan un jardín — Dije, apreciando su gesto de añoranza.

— No... No tiene que hacerlo si no quiere...

— Si quiero, tiene razón, los jardines representan una vista colorida y fresca, algo que el castillo necesita — Dije y sonrió.

— Gracias por tomar mi palabra.

— ¡Oiga! — Ordené al maestro de obras — ¡Necesitaré que la fuente este dentro de un jardín, el jardín debe ser grande y espacioso!.

— Como ordene, majestad.

— Ya está hecho — Dije y me observó detenidamente.

— Gracias, de todo corazón, espero que el invierno termine para conocer la primavera.

— Terminará pronto.

Freya desvió su mirada hacia los trabajadores, tal vez imaginando el jardín.

— Debe verse hermoso.

— Lo será... Aunque no tan hermoso como lo que estoy viendo ahora.

Me observó — ¿Qué cosa? — Preguntó con inocencia.

— Venga le mostraré algo — Extendí mi brazo y se desconcertó.

Tomó mi brazo y caminamos juntos.

Ella caminó con cuidado.

— Señorita Freya, quisiera su permiso para ir a sus aposentos ésta noche — Dije, cuando estuvimos lejos.

— ¿Para eso pidió acompañarle?

— No, es que aproveché la privacidad.

Se sonrojó.

— No me parece adecuada esa pregunta.

— Somos esposos, no veo que sea inadecuado.

— No sé cómo funcione el matrimonio... Pero, esto es un poco... bochornoso.

Toqué su espalda baja y se estremeció.