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Renaci En El Cuerpo De La Emperatriz Sumisa

Renaci En El Cuerpo De La Emperatriz Sumisa

Status: Terminada
Genre:Venganza de la protagonista / Magia / Atracción entre enemigos / Traiciones y engaños / Batalla por el trono / Reencarnación / Completas
Popularitas:894.6k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Milagros Perez

Catalina una joven hija de un ex convicto, creció sin madre con una crianza llena de armas y entrenada por su padre desde niña, decidió no seguir sus paso cuando su padre fue arrestado, arreglándose sola a los 18 años,terminó sus estudios alistandose al ejército.
Pero su vida dio un giro al morir en combate, reencarnando en la protagonista Eludy Volcania de su libro que nunca le gustó, donde la Emperatriz era sumisa a su esposo, quien siempre se mostró el " Gran hombre y esposo" terminando ella con un final colgada frente a todos para ser decapitada.

- Maldita sea, soy la Idiota de la Emperatriz ¿ Porque ella? - Maldecía mientras gritaba al cielo

NovelToon tiene autorización de Milagros Perez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¿ Estás loca ?

El Duque se levantó relajado preguntando por Eludy. Su doncella, Camil, le avisó que había ido a la boutique.

Astrid miró a su madre con una mueca de desagrado y lanzó un comentario poco agradable.

—Pero Eludy ya tiene vestidos. No veo por qué derrochar más dinero de lo habitual. ¿Qué piensas, padre? —preguntó, fingiendo preocupación.

—Tienes razón, Astrid… pero seguro decidió buscar algo más de su gusto —respondió él, tranquilo, sin entender.

—Puede ser… pero… —hizo una pausa, con un gesto de vergüenza—. Siempre hace eso, padre. Yo le dije que no puede derrochar la plata así, pero no me escuchó. Y madre también intentó hablar con ella —añadió bajando la cabeza como si fuera una víctima.

Carlos quedó asombrado al escuchar eso. Miró a Celia, quien asintió ante las palabras de Astrid, dejándolo frustrado.

—Si es así, entonces hablaré con ella. No puede seguir gastando de esa manera —pensó, recordando los problemas en su trabajo.

—¿Hablar con quién, padre? —preguntó Eludy al entrar. No la habían oído llegar, pero ella sí escuchó todo lo que las arpías mentirosas habían dicho.

—Astrid me dijo que derrochas el dinero comprándote vestidos —dijo furioso. Celia y Astrid sonrieron detrás de él, mirándola con falsa inocencia.

—¿Ah, sí? —las miró y luego volvió a su padre—. No niego que me guste el dinero, pero gastar en vestidos aburridos cada semana es algo que no haría —dijo sentándose en el sillón.

—Hermana, tienes que parar de gastar. Eso es algo muy indebido para una dama —dijo Astrid con su cara de víctima.

—Tu hermana tiene razón, no puedes seguir comprando sin pensar en las consecuencias —agregó Carlos.

—¿Tienes pruebas? —preguntó de golpe Eludy, mirando fijo a Astrid, que empezó a balbucear buscando ayuda en su madre.

Carlos intentaba entender, pero terminó regañándola:

—Eludy, no seas grosera con tu hermana.

—No lo soy, soy justa. Padre, si ella dice que gasto, entonces debe tener pruebas. ¿No lo crees? —alzó una ceja.

Incluso Carlos pensó igual y miró a Astrid, que no sabía qué hacer.

—Te mostraré que sí las tengo —intervino Celia, llevándolos a todos a la habitación de Eludy. La joven las seguía con calma.

—Mira, su armario está lleno… —dijo Celia abriéndolo de par en par, y quedó sin palabras al verlo vacío.—. 《Pero… no… todo estaba acá… 》—maldecía por dentro (Yo los puse todo ahí… ¿dónde están?)

—Eludy… explícate —ordenó Carlos.

—Los vendí, padre. Cuando supe que estabas con bajas en el trabajo, quise conseguir dinero para ayudarte. Así que los vendí. Lo bueno es que había muchos más vestidos que no eran míos… —dijo con falsa inocencia.

Astrid abrió los ojos como platos.

(Venfio mis vestidos…) pensó con rabia, mirando a su madre, que no sabía qué decir.

—Mi señora —dijo su doncella entrando con una bolsa de dinero.

—Oh, gracias, Clara —respondió Eludy tomando la bolsa y entregándosela a su padre—. Espero que esto ayude… no es mucho —dijo apenada.

—Mi dulce Eludy… no debiste hacer eso —suspiró Carlos acariciando su mejilla con una sonrisa—. ¿Cómo pude tener una hija tan buena como tú?

Mientras, las dos arpías no entendían qué había pasado, y Astrid sufría por sus vestidos de marca.

—Pero, mi niña… ¿qué usarás para el día del debut? —preguntó preocupado.

—No te preocupes, padre. En el pueblo conseguí una muy buena modista. Si me das permiso para que ella haga mi vestido, yo estaría muy feliz —se aferró a su brazo, saliendo de la habitación.

Astrid le lanzó una mirada de odio a Clara, quien solo agachó la cabeza para ocultar la risa.

—No debes pedirme eso, hija. Puedes hacer tu vestido con quien quieras —sonrió.

Eso era todo lo que necesitaba. Con el dinero que recaudó de los vestidos pudo guardar un poco para pagar al informante. Agradecía que Clara hubiera llegado a tiempo y que se animara a ser sus oídos esta vez.

---

Momentos antes de irse al pueblo

(Ya está todo listo para irme). Guardó la capucha en el carruaje.

—Majestad, no puede arriesgarse así —dijo Clara, asustada.

—Tranquila, no me pasará nada. Necesito que seas mis oídos ahora, ¿puedes? —le tomó las manos.

—Está bien… —suspiró resignada.

—Astrid seguro querrá comprar más vestidos estos días, así que tienes que intentar robarlos y venderlos antes de que yo llegue —pidió.

—¿Está loca? ¡Me matará! —negó, horrorizada.

—No, no. Yo llegaré antes de la cena. Y si intentan algo, avísame —la miró fija—. Confío en ti. Eres valiente, Clara. Estuviste conmigo siempre, y ahora te necesito más que nunca.

Clara suspiró nerviosa. Miró a Jef, que asintió.

—Está bien, pero me debe una —gruñó frustrada.

—Lo que quieras —sonrió Eludy subiendo al carruaje.

---

*Minutos antes de llegar al palacio*

Clara entró apresurada al carruaje.

—Majestad, ¡vendí todo! —dijo sonriendo—. Pero… ¿qué le pasó? —dio un grito al verla con el vestido roto y lleno de sangre.

—Estoy bien. Ayudé a alguien… te contaré más tarde —dijo apurada—. ¿Cómo vendiste todo?

Clara sacó una bolsa pesada llena de monedas de oro. Todavía temblaba de adrenalina.

—Carajo, es un montón —rió Eludy. Clara la regañó por la palabra, pero la emoción seguía intacta.

Eludy escuchó todo mientras separaba monedas para que Clara guardara. Le contó también lo del informante. Clara decidió ayudarla: ambas estaban cansadas de las dos arpías.

—Las escuché. Decían que te culparían de gastar mucho en vestidos para que no te permitan ir al debut, mi señora —rechinó los dientes—. ¿Puede creerlo? Encima esos vestidos eran horrendos… igual que ellas —largó filosa.

—Señorita Clara, qué vocabulario es ese —rió Eludy mientras se cambiaba (qué bueno que siempre llevabo una muda extra).

---

Esa noche

La cena fue rápida. Tras el numerito de las arpías y su mentira fallida, la única que disfrutó la comida fue Eludy. Sonreía con una victoria sabrosa mientras miraba a Celia y Astrid, que apenas probaron bocado antes de retirarse.

—Me retiro, padre. Estoy agotada —dijo con suavidad.

—Sí, cariño. Descansa, mi niña —respondió él con ternura.

Astrid se encerró en su cuarto llorando por sus vestidos.

Eludy se tiró en la cama tras un relajante baño y agarró los libros que Jef consiguió.

En la novela, Eludy provenía de una rama de magia de fuego, linaje de dragones muy fuertes. Su madre era amada por su pueblo por su poder. Tras su muerte, todos perdieron esperanza en la joven, que nunca se interesó en la magia, viviendo encerrada y obedeciendo a su madrastra. El pueblo acabó en total abandono. El Duque nunca supo que la responsable de los crímenes en el reino era su esposa, lo que llevó a Carlos a una crisis mental y económica que permitió que ella se apoderara por completo del trono, declarándolo "incapaz de gobernar".

Leyó todos los libros con facilidad, casi como si ya supiera de ellos. Esperó la hora para escabullirse y seguir a Celia.

Intentó hacer un conjuro para llamar a su guardián espiritual. Preparó todo, cerró la puerta y dibujó un sello en el suelo. Se concentró pacíficamente. Todo a su alrededor comenzó a levitar. Una luz surgió de dentro de ella y todo cayó de golpe.

—Mierda… —se sobó el trasero—. Espero que nadie haya escuchado —abrió la puerta, miró el pasillo en silencio y la volvió a cerrar.

—Tendré que buscar un maestro… —se rascó la cabeza y se tiró en la cama.

Miró al techo… y vio unos ojos rojos mirándola.

—Grrr… —gruñó la criatura cayendo en su cara.

Eludy saltó del susto, haciendo que el animalito cayera al piso y se ocultara detrás de la cama, asomándose lentamente.

—¿Qué eres? —preguntó, viendo que no podía darse vuelta por su panza—. Genial, tengo una iguana de animal sagrado…

“Eso fue grosero. Soy un dragón.”

La voz retumbó en su mente. Eludy abrió más los ojos.

—¡Una iguana que habla…! —añadió.

La criatura seguía boca arriba, indignada, echando cenizas.

“¡QUE NO SOY UNA IGUANA, MALDITA VIEJA!”

—Vieja tu abuela, lagartija —respondió, enojada—. ¿Cómo te llamas, entonces?

“Mi nombre es Nyx. ¿Podrías ayudarme?”

Eludy lo levantó y lo puso en la cama.

—¿Por qué eres tan pequeño?

“Porque aún soy joven. Eres muy poderosa para haberme invocado. Solo dos personas pudieron hacerlo.”

—Ah, veo. ¿Y qué poder tienes? ¿Escupes fuego o solo te haces el muerto?

“Eres muy cruel, vieja.”

Nyx la miró desafiante.

“Mis poderes crecerán contigo. Mientras más entrenes, más fuertes nos haremos.”

Caminaba por la cama, orgulloso.

“Tengo el poder de quemarlo todo con mis llamas azules.”

—¿Eso es todo? —cruzó los brazos. Nyx se ofendió.

—Si es por quemar cosas, yo también puedo hacerlo…

“Eres tonta, vieja.”

Eludy levantó la ceja.

“Mis llamas azules queman el alma y los mandan al infierno entre gritos de agonía.”

Posó en dos patas como un villano dramático.

—Uy, qué rudo —rió ella. La escena era más tierna que temible—. ¿Puedes desaparecer y aparecer?

“Sí. Solo tenemos que sellar nuestro poder.”

Le extendió la patita.

Eludy le dio su palma —que cubría todo el dragón— y un sello de fuego brilló antes de desvanecerse.

—Te tengo un lindo trabajo, lagartija —dijo con una sonrisa que hizo que Nyx ladease la cabeza, curioso y sin miedo.

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GLADYS BENITEZ
Cierra: forma del verbo cerrar 🔒.
Sierra: herramienta para cortar o una formación montañosa.
GLADYS BENITEZ
cerca.... porque Serca, no existe es un error ortográfico
GLADYS BENITEZ
vaya, vaya: es una frase que expresa sorpresa, asombro o decepción.
valla: se refiere a una cerca o panel publicitario.
Britney Quispe
me gustó
GLADYS BENITEZ
deseo
Livia silva mejias
naguará! en ese castillo solo hay puros carroñeros, con razón la muchacha era sumisa. Y el Duque más despelotado no podía ser...
Naty Lemesi
💕💕💕
Todo a su Tiempo 🙏🏻
🥹🥹🥹hermosa historia y muy entretenida felicidades autor(a) excelente novela❤️❤️❤️❤️
Greiselyn lisbeth
hermosa novela🥰😍❤️
Greiselyn lisbeth
muy bella la novela hasta llore, Pero me encanto 😍 muchas gracias por escribir tan linda novela
Greiselyn lisbeth
🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂
Greiselyn lisbeth
😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣😂🤣
Lourdes Garcia
Muy bueno
Llovera Dairilin
excelente trabajo 👏 👍
Isis Zeraus Legna
todo es largaba. y todas las sonrisas son ladinas. sería bueno enriquecer su vocabulario.
Mary
y ella como puede tener un padre tan estúpido como tú
Cecilia Romero
gracias x está hermosa historia q son las q me gustan donde hay amor amistad sincera y venganza donde la protagonista me la hacen fuerte guerrera felicidades
Cecilia Romero
muchas felicidades hermosa historia x suerte encontré está historia como me gustan x q ya estaba aburrida de leer las historias que me gustan me las se de memoria ja
Naile Torrealba
me encantaría una segunda parte ok saludos 💋 y éxitos
Yanith Córdoba
sonríe ( ladino )
o se porque pero pareciera que le pagarán por colocar esa frase que incómodo ya se me hace ha mi en lo personal
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