La Generala Del General

En la habitación de la Princesa Artemis, se encontraban, su doncella Karina, y el general Gabriel, quien no quería apartarse de Artemis, y el médico real, que está revisando a la Princesa.

Gabriel por nada del mundo quiere separarse de Artemis. Karina se lo pidió, que ella le informaría. Hasta Carlos su segundo al mando fue a hablar con él aparte, y les dijo que los estaba poniendo en peligro a ambos, a todos. Que la corte tenía el poder para ejecutarlos a ambos por traición sin necesidad del Rey. Si ella hubiera tomado la corona y fuera oficial, no sucedería nada, tal vez un regaño, pero ella no había querido hacerlo y eso la dejaba en desventaja. Que por favor, se fueran, y Karina se había ofrecido a avisarle cualquier situación que ocurriera con la princesa, pero Gabriel no quiso dejar a su pequeña soldado sola.

Él sabía lo que conseguiría el médico, y no pensaba dejar ese cuarto para nada. Lo que si le pidió Gabriel fue que enviara a uno de los soldados por el sanador mágico que estaba en la frontera junto al resto de su escuadrón. Lo necesitaba urgente. Si fuera un maestro de magia sería mejor, pero el sanador mágico también podría ayudar.

El médico tuvo que revisar a Artemis en presencia de Gabriel y Karina. Porque fue obligado por el general. Al terminar miró a ambos. Suspiró con expresión preocupada.

- ¿Qué sucede, Doctor? - pregunto Gabriel serio - dígalo de una vez - insistió.

- No puedo revelar información médica a ustedes. No son familia de la Princesa. Ust... - y fue levantado por el cuello por Gabriel, que había activado su magia y estaba enfurecido.

- Dígame que pasa con la princesa. - dijo molestó y casi fuera de control.

- General, espere. Calmese. - le pidió Karina en voz baja, evitando acercarse a él.

- Está bien.- dijo el médico cuando Gabriel lo soltó sobandose el cuello. - Su majestad está embarazada. Tiene dos meses aproximadamente. Y al parecer su cuerpo no está soportando el embarazo. Supongo que es por el estrés de lo que ha sucedido y por los malestares matutinos que debe tener - dijo el médico - seguirá dormida un rato más debido a que está débil. Debe intentar comer y descansar. Es todo. Debería estar mejor en una o dos semanas - les explico el médico.

Gabriel apretaba los labios formando una línea, molesto consigo mismo por lo estúpido que había sido. No se le ocurrió que Artemis saldría embarazada. No sabía porque pensó que ella se cuidaba. " tonto, mil veces" se dijo a si mismo.

- Me retiro...- se quiso ir el médico pero es detenido por Gabriel.

- Esto no se lo debe repetir a nadie, escucho. A nadie. Porque si pone en peligro la vida de la princesa y su bebé, yo lo buscaré y lo mataré con mis manos, escuchó. - le dijo Gabriel serio, y con una apariencia terrorífica al médico.

- S-si General. - respondió el médico nervioso y salió apresurado de allí.

Gabriel se sentó de nuevo al lado de Artemis, tomó su mano y le besó el dorso.

- Perdóname, mi pequeña soldado. - le susurró con una lágrima rodando por su mejilla.

"¿Y ahora que harían?" se preguntó Gabriel.

Tocaron la puerta. Era Ana.

Karina hizo una reverencia ante la segunda Princesa, pero Gabriel ni se dió cuenta que alguien había entrado. No entendía porque Artemis no despertaba.

Ana sacó a Lord Fidencio y a su doncella, para que esperaran afuera, y les dijo no comentaran que el general estaba allí. Ordenando lo mismo a los soldados que hacían vigilancia afuera de la puerta de los aposentos de la Princesa Artemis, que casualmente trabajan en el palacio de la segunda Princesa.

Entonces se sentó del otro lado de la cama. Mirando como Gabriel tomaba la mano de su hermana, y le besaba la mano, una y otra vez mientras le pedía perdón, en voz baja.

- General...- lo llamó Ana con suavidad.

Fue entonces cuando Ana confirmó sus sospechas, que Gabriel amaba a su hermana. "Que lío más grande había allí", penso Ana.

- No me separaré de ella, su Alteza. - dijo cortante Gabriel, sin apartar la vista de Artemis. Habían sido muchos días separado de ella.

- Está bien. No quiero eso. Solo quiero preguntarle que dijo el médico, ya que no pude hablar con él porque parece que alguien lo asustó y salió despavorido de aquí - explico Ana en voz baja. Ella suponía que Gabriel lo había asustado por alguna razón.

Gabriel suspiro.

- La Princesa está embarazada...- susurró el general.

Ana quedó sorprendida. "¿En qué momento?" pensó.

- Tiene dos meses. Es mi hijo - explicó Gabriel con los ojos brillantes.

Entonces, Ana entendió. Lo que hubiera sucedido entre ellos, fue en el camino del Reino rubí hacia Greenwich. Porque ellos habían llegado hacia un poco más de un mes, o 5 semanas, al reino. También entendió lo que hablaban sobre la luz azul que venía del cuerpo de su hermana.

- Entiendo. Hizo bien en asustar al médico. - le dijo Ana. - ¿Y porque no despierta? ¿Por eso luce enferma? ¿Son los malestares del embarazo? - preguntó Ana pensativa, mirando a su hermana. Aunque ella tenía una idea de lo que sucedía.

Gabriel negó. Aunque eso fue lo que dijo el médico, él no sabe toda la historia.

- El embarazo no es compatible con su cuerpo. Ella no tiene magia y yo si. El bebé tiene magia. Por eso consume más rápido su energía que un bebé común. Y como no come ni duerme bien, entonces le está afectando más rápido. - explicó él sintiendose culpable.

Ana se sorprendió. No sabía que Gabriel tuviera magia. En verdad se habían cuidado de no mostrar su poder.

- ¿Y no se puede hacer nada para ayudar a mi hermana, Sir Gabriel? - preguntó intrigada Ana. Ella pensaba que con una adecuada alimentación y descanso, se recuperaría, que era lo mismo que había indicado el médico. Claro, Ana no sabía cómo lidiar con una situación así, aún con sus conocimientos teóricos sobre magia.

- Aparte de lo que dijo el médico, en el caso de Artemis, hay que ayudarla con magia. Ya mandé a buscar una persona que nos puede ayudar a que se recupere, su Alteza. Pero sepa que cuando se recupere me la llevaré de aquí. No la volveré a dejar sola. - dijo él como advertencia.

Ana no quiso contradecirlo.

- Lo entiendo. Pero Recuerde que ella tiene un deber con el Reino. Y aún no puede irse. Aparte debe conversar con ella. No creo que a mi hermana le guste que tomen decisiones por ella. - explico Ana. - Y está la corte real. Ellos también querrán opinar sobre esto. No creo que les guste saber que su futura reina cometió traición al quedarse embarazada de un plebeyo. - dijo Ana, y Gabriel se puso furioso - Disculpe, general. En ningún momento quería ofenderlo, pero le aseguro que es lo que pensaran. Si su relación y el embarazo se saben, la corte puede quitarle la corona, pero a usted puede irle peor, y ser tratado como un espía, y con usted caerá toda su gente. Lo poco o mucho que han avanzado, mejorando nuestro reino internamente, se deshara si esto sabe. Por lo que hay que buscar una manera de que ambos salgan bien librados, y de que su situación no afecte a la corona y por ende al Reino. - concluyó Ana.

Gabriel la observo.

- Lo entiendo. Y confío en usted para encontrar una solución pacífica a nuestra situación. - dijo Gabriel en voz baja, mirando a la segunda Princesa. El general sentía que la única salida posible era violenta, pero Ana le decía que había que buscar una solución diplomático al problema que tenían encima.

Así que, Gabriel asintió, afirmando. Ana tenía razón.

De pronto para sorpresa de las tres personas en la habitación, la luz azul volvió a brillar en el vientre de Artemis. Y la Princesa despertó.

Los tres se sorprendieron. Gabriel había visto antes eso. Pero verlo en una mujer sin magia era increíble. No penso que pudiera suceder y se volvió a culpar.

"Que tonto había sido", pensó.

Artemis abrió los ojos lentamente, sintiendose cansada aún.

- Artemis - la llamó Gabriel. Ella lo miró y sonrió.

- Mi general, pensé que te había dañado. Fue sin querer. Disculpame - explicó ella queriendo levantarse.

- No, descansa. No te levantes. - ella le hizo caso sin discutir y se recostó. Y luego vio a su hermana y a Karina.

- Hermana... - le dijo extendiendo su mano.

- ¿Cómo te sientes? - le preguntó Ana.

- Muy cansada. - respondió soltando la mano y llevándola a su vientre como si supiera que está embarazada.

Gabriel la miró y enarco las cejas con incredulidad.

- ¿Lo sabías? - le preguntó serio.

- Si, desde hace unos días. Lo deduje, y me di cuenta que tenía magia y que por eso me cansaba más rápido. Por eso perdí parte de mi fuerza. Pero no es su culpa, Gabriel. Él está creciendo. En algún momento me estabilizare. - explicó con una sonrisa, Artemis.

Gabriel no estaba nada feliz con eso.

- Artemis, debiste haberme dicho para ayudarte y no hubiera pasado esto. Pudiste haber muerto junto a nuestro bebé. Dios mío, ¿en qué pensabas? - dijo él serio y levantando la voz.

- Gabriel - lo llamó Ana para que se calmará, porque Artemis comenzó a llorar de lo sensible que estaba.

- Lo siento, mi pequeña soldado. No quise gritar. Me asusté mucho cuando ví lo que sucedió. Y había mucha gente. pensé que alguien iba a decir que eras una bruja o algo así y llevarte a la hoguera. - se disculpó Gabriel, con una leve sonrisa, mientras limpiaba suavemente con sus dedos las lágrimas de las mejillas de Artemis.

Ana se levantó y acercandose a Karina le pregunto sobre la luz azul, y ella le explicó lo que había visto.

- El bebé te defendía, Artemis. Porque te molestaste conmigo. - le explicó Gabriel.

La segunda Princesa tomó una decisión, mientras miraba a Gabriel y Artemis mirarse con profundo amor.

Ana los dejó descansar. Al salir le dijo a Lord Fidencio que preparase la coronación de su hermana para dentro de dos días.

- Aún tiene cinco para tomar su decisión - le recordó el asistente.

- No podemos esperar. Debe ser rápido, Lord Fidencio. - replicó Ana, seria.

- De acuerdo, su Alteza - y se retiró a hacer los arreglos.

Esa noche llegó el sanador mágico y corroboro el embarazo de Artemis, y lo que ya sabían. Les dijo que si tenía 9 semanas de embarazo. Y era un varón que tenía magia de agua como su padre. Efectivamente, el embarazo no era compatible con el cuerpo de la madre. Cada cierto tiempo debería pasarle magia a la princesa. Ya ella debería descansar y dormir bien, para poder recuperarse. Así que esa noche le infundio magia a la Princesa. Y eso hizo que su apariencia y estado general, mejorará mucho.

- ¿Cuando tendrá que hacer ésto de nuevo? - le preguntó Gabriel.

- Mañana, ya que pasó mucho tiempo sin realizarle este procedimiento. Cuando se estabilice, se puede hacer una vez al mes y cuando se acerque el parto dos o una vez al mes. - concluyó el hombre. - Listo. Debe descansar Alteza. Cuidese. Nos vemos mañana. - dijo el hombre.

- Gracias - le dijo la Princesa Artemis sonriendo. Ahora se sentía un poco mejor. Y se recostó de lado cerrando los ojos.

Al escuchar que cerraron la puerta, ella abrió los ojos y vio a Gabriel sentado en una silla con los ojos cerrados.

- Gabriel...- lo llamó.

- Dime - dijo él acercandose a Artemis y acariciando su cabello.

- ¿Comiste algo? - preguntó mientras lo observaba. Se veía más cansado que antes.

- Si, mi pequeña soldado. Mientras dormías tu hermana y Karina se quedaron contigo, y yo fui a bañarme, cambiarme y comí algo. Creo que el embarazo también me afectó el apetito, mi amor. - le dijo Gabriel, sonriendo.

Ella lo miró y también sonrió. Cuando él se disponía a acomodarse nuevamente en su silla, ella le dijo,

- Duerme conmigo, mi general. - él se la quedó mirando - ... por favor... - Gabriel suspiró. Cuando le pedía por favor, no se podía negar.

Él se levantó y se acostó a su lado. Abrazándola y besando su cabello. Ella se acurrucó en sus brazos y ambos se quedaron dormidos profundamente, como hace mucho no lo hacían.

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