El matrimonio de muchas personas se ve afectado por un problema y la traición es lo que pone el clavo en el ataúd, podrá perdonar la traición la persona que más sufre?, quien es en realidad el que más sufre?.
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Cap. 9 Bien, lo entiendo
Sin saber que hacer, Olga llamó a Aníbal desesperada, no podía entender lo que le pasaba a su marido, le parecía que no estaba siendo razonable, sin embargo, cuando Aníbal vio la llamada, se fue a su auto y durmió esa noche nuevamente ahí, no quería llegar, no quería que ella trate de convencerlo de esta situación.
Sin embargo, Olga desesperada llamó a su madre mientras veía a Svetlana entrar al lugar con una sonrisa, la cual se le borró cuando vio las lágrimas de su hermana.
Obviamente, cuando las tres se reunieron, Olga mostró el documento sacando de sus casillas a Mireya, la cual estaba más que indignada, estaba arruinando todos sus planes de una forma terrible.
Fue cuando las tres mujeres se quedaron toda la noche hablando y buscando una solución.
Al día siguiente, Karina Lyon, una mujer de mediana edad y muy atractiva, ve llegar a un cansado y casi destrozado Aníbal, ella es su jefe de sector, siempre creyó que Aníbal era un gran elemento laboral, era talentoso y muy inteligente, pero este último tiempo lo veía desmoronarse terriblemente.
Sospechaba que era un problema marital, ella es una mujer casada y también estaba en esas condiciones, solo que a ella esto ya no le importa.
Aníbal, ven a mi oficina de inmediato —dijo Karina mirándolo con severidad, no permitiría que un hombre joven se pierda a sí mismo por problemas, en este mundo todo tiene una solución, aunque no sea la que queramos, pero la hay.
El hombre joven y guapo obedeció en piloto automático y fue para hablar con su jefa que se veía molesta. Dentro de la oficina había un silencio sepulcral hasta que la mujer habló de forma severa y sin restricciones.
—Aníbal, no es la primera vez que te veo en este estado, tienes la ropa de ayer, estás decaído y ciertamente tienes un gran problema, pero quiero decirte una cosa, no te pierdas a ti mismo, nada puede quitarte tu propio valor, si tienes problemas en casa, te daré unos días para que los resuelvas, pero no vuelvas a presentarte ante mí de esa forma —dijo Karina sin respirar prácticamente.
Los ojos de Aníbal se humedecieron y asintió sin saber qué decir, era claro que el caos de su corazón se reflejaba por fuera también, debía calmarse y poder afrontar esto.
—Jefa, lo entiendo, me gustaría tomar un par de días —dijo sin mirarla, avergonzado por su ridícula situación.
—Bien, lo entiendo, vete a casa, tu permiso inicia hoy y te quiero el día miércoles de la próxima semana a primera hora, en esos días debes resolverlo, no te pierdas Aníbal, no lo hagas, nada vale la pena definitivamente —dijo Karina mientras que él se pone de pie y se retira derrotado y con unas ganas de llorar que no puede con ella.
Karina dio un largo suspiro, tiene 47 años y pronto ella terminará con un gran peso que la oprime, su amada hija cumplirá 18 años y se irá a la universidad en otro país, algo que la dejará obtener su libertad.
Aníbal llegó a su casa y Olga no estaba, se fue a dormir, estaba exhausto, su corazón se rompió cuando no la vio por ningún lado, supuso que se había ido a la casa de su hermana para hacer esa locura, pero se calmó un poco cuando vio toda su ropa.
Casi en la noche, Olga llegó a su casa y vio a Aníbal que se había despertado un momento antes intentando cocinar, ella al verlo dio un suspiro.
—Aníbal, ¿por qué no me contestas el teléfono?, Aníbal, no quiero que nos divorciemos yo… —pero Aníbal se acercó en llanto y se arrodilló abrazado de su cintura con fuerza.
—Olga, no nos hagas esto, no lo hagas, yo te amo, no nos destruyas, por favor, te lo ruego, no destruyas nuestro amor, de esta manera, Olga, no me destruyas —dijo entre llanto.
Olga lloró al verlo así, acarició su cabello para después soltarse y arrodillarse junto a él.
—Aníbal, mi amor, está bien, no lo haré, yo te amo, no lo haré y volveremos a la normalidad ¿sí? —Perdóname por causarte este dolor, Aníbal, te amo mucho, eres lo más importante para mí, ¿lo entiendes?, tú eres mi todo cariño —dijo Olga con lágrimas corriendo por su mejilla mientras que Aníbal asiente entre lágrimas, sabía que ella entraría en razón, sabía que no podría hacerle algo como eso.
Esa semana, Mireya se disculpó con Aníbal, así como Orlando y Svetlana, querían parar el conflicto en ese momento, querían dejar todo atrás de una vez.
Olga y Aníbal volvieron a ser los mismos de siempre, la situación entre ellos fue mejorando y eran la pareja amorosa y cariñosa de siempre.
Así pasaron 3 meses, ellos tenían intimidad cada noche reforzando sus lazos físicos y emocionales, se conocían desde los 12 años, así que eran el amor el uno del otro.
Aníbal había hablado con Karina sobre sus vacaciones, se llevaría Olga al caribe como lo había planeado, en estos tres meses, ellos habían afianzado su amor más que nunca, con tiempo de 15 días para su escapada romántica, Aníbal volvió temprano a su casa para darle la buena noticia a Olga.
Cuando entró le pareció curioso el silencio; sin embargo, se fue a la cocina a preparar algo para Olga y darle la sorpresa de su segunda luna de miel, fue cuando encontró una nota en el mesón de la cocina que leyó de forma desprevenida sin saber que su mundo se desmorona en un instante.
—Aníbal, mi amor, en estos tres meses pudiste ver cuanto te amo, cuánta devoción siento por ti y que nada es más fuerte que nuestro amor, pero me voy con mi madre, Svetlana vendrá conmigo y Orlando para que yo me embarace, es mi hermana y no puedo dejarla sufrir, sé que lo entenderás, sé que lo del divorcio es por tu hombría y te entiendo, pero mi hermana me necesita y cuando esto termine, estaré para ti si mirar a nadie más, y no tendré lazos con mi familia, nos iremos lejos y esto solo será un mal sueño.
—Aníbal, mi amor, no nos busques, nos iremos a un lugar tranquilo, Svetlana dice que Orlando se pone nervioso ante la presión y el saber que puedes estar cerca lo hará más difícil. Mi vida, espérame y créeme cuando te digo que TE AMO COMO A NADA EN ESTE MUNDO —la carta terminaba con la palabra que más le dolía al hombre que leía esto asfixiándose en su dolor.
Aníbal cayó al piso mientras gritaba y lloraba, sentía que no podía respirar y su rostro se puso pálido. Trataba de respirar mientras el llanto desgarrador salió de pecho sin poderlo evitar, el dolor lo comenzó a entumecer paulatinamente.