Almas Cruzadas

Me levanté más temprano de lo acordado y aún sentía mucho sueño. Pensé en tomar un café de camino para mantenerme despierto, ya que no solo iba a tener una reunión, sino varias citas a lo largo del día. En pocas palabras, sería un día largo.

—¡Qué horror! —dije mientras mi guardaespaldas, Jack, me abría la puerta principal de la casa—. Hace mucho frío tan temprano, necesito un café caliente.

Antes de salir, Jack se aseguró de que tomara la fusión, pero aun así necesitaba un café. La fusión no me despertaba, al contrario, me daba mucho sueño. Justo cuando íbamos al estacionamiento, Jack salió en dirección contraria y regresó con un vaso caliente.

—Tome —dijo, extendiéndome el vaso—. Le pregunté a la señora sus preferencias.

—Creo que eres más inteligente que mi asistente —dije mientras subía a la camioneta—. Toma, esta es la dirección de la primera reunión.

Le di una nota con la ubicación. El camino era largo, ya que la villa estaba a una hora de la ciudad. Mientras Jack conducía, revisaba unos papeles importantes sobre los negocios que manejaba. Le pedí a la asistente de Ansel los documentos, ya que no sabía exactamente qué manejaba el Ansel original. Al parecer, mi asistente venía dos veces por semana para notificarme de los negocios, así que no era necesario ir a menos que fuera importante.

—Mi señor, ¿deberíamos avisarle a Lady Ross que salimos de la ciudad? —preguntó Jack sin despegar la mirada del camino.

—No te preocupes por eso, ya le avisé, así que no hay problema —dije mientras me sacaba los lentes de lectura—. De aquí a la derecha —le indiqué antes de que se pasara la entrada.

A pesar de no conocer la villa, tenía los recuerdos del original, lo que me permitió guiarme. El lugar estaba rodeado de naturaleza.

—Jack, debido a las circunstancias, serás mi asistente por esta semana mientras mi asistente regresa de un viaje de negocios —le dije, entregándole lo necesario para que pudiera trabajar—. Si algo no sabes, puedes preguntarme.

Como siempre, obedeció sin objeciones. Tras revisar algunas notas que le preparé, decidimos avanzar. Al llegar a las escaleras, nos recibieron unos sirvientes que me dieron una bienvenida amistosa. Después de una breve charla, nos guiaron a una habitación donde nos esperaba el repostero de la familia de Ansel. Sinceramente, no tenía ni idea de por qué me había citado en este lugar. Según recuerdo, después de la muerte de sus padres, Ansel no se atrevía a pisar esta villa. Además, el encuentro con el repostero no debería suceder hasta dentro de seis meses.

—Joven amo —dijo el repostero al notar mi presencia, haciendo una reverencia—. Y acompañante —añadió, notando a Jack detrás de mí—. Gracias por aceptar nuestra reunión.

—Roger, adelante —le hice un ademán para que tomara asiento—. Dime, ¿qué tienes para mí?

Me entregó unos documentos.

—Disculpe joven amo, ¿y Mari? —preguntó buscando a mi asistente en la habitación—. Le preparé los documentos de los experimentos para que se los diera más tarde.

—Cierto... Casi lo olvido —dije alzando la vista—. Este es Jack, mi asistente personal... Marie Homs está atendiendo otras cosas. Dale las cosas a él.

Tras analizar varias propuestas sobre nuevos ingredientes extranjeros y eventos a programar, noté que usaban vino para la mayoría de nuestros productos, lo cual no era nuevo. Planeaban abrir un restaurante cerca de esta villa y las propuestas no estaban nada mal, pero pensaba que necesitábamos encontrar un chef innovador.

—Cambiemos lo del vino blanco... probemos algo nuevo, ¿tal vez especias extranjeras? —dije mientras le daba los documentos a Jack—. Arregla los preparativos para encontrar un nuevo talento. Quiero cuatro candidatos para fin de mes —dije mientras me levantaba—. Me gustan tus propuestas de postres florales, procede a hacerlos.

—Entendido —dijo Roger, tocando una campana—. Esperen, vinieron tan temprano que por favor disfruten estos modestos aperitivos.

Entraron algunos sirvientes con una bandeja.

—Supe que mi joven amo estuvo recientemente en el hospital, así que ordené estas bebidas.

—Agradezco tu preocupación, Roger —dije mientras tomaba una cuchara para probar lo que se me había servido.

Las bebidas eran muy agradables. Por alguna razón, me recordaban a mi madre, pero debía borrar esa sensación. Tras terminar, agradecí las atenciones y antes de marcharme, Roger me entregó un USB a escondidas, que escondí muy bien en mi saco.

El día transcurrió tranquilamente, aunque algo cansador. Al llegar a mi oficina, le pedí a Jack que me esperara afuera y, después de que se retirara, puse el USB en mi computadora. La sorpresa fue que había dos carpetas: una con documentos con nombres de las ratas de mis negocios y otra con videos de... ¿Leonora? No podía creer que ella estuviera casi recluida. No podía ni debía hacer algo, porque estoy seguro de que Lady Ross tiene que ver con esto. Estoy en buenos términos con ella, así que no hay necesidad de hacer algo en este momento. Leonora no es una pieza necesaria ahora.

Sin embargo, la curiosidad me invadió. Abrí uno de los videos y vi a Leonora, pálida y agotada, hablando con alguien fuera de cámara. Sus palabras eran inaudibles, pero su expresión era de desesperación. Apagué el video con rapidez, sabiendo que cualquier acción precipitada podría desatar consecuencias inesperadas.

La noche cayó rápidamente y, mientras intentaba concentrarme en otros asuntos, la imagen de Leonora seguía rondando mi mente. Finalmente, decidí salir a dar un paseo por los jardines para despejarme. El aire fresco y la tranquilidad del lugar me ayudaron a calmarme, aunque sabía que tenía que actuar con cautela.

A la mañana siguiente, me desperté temprano nuevamente, decidido a enfrentar el nuevo día con determinación. Después de tomar mi fusión matutina y un café, me dirigí al estudio para revisar los documentos que Roger me había entregado. Jack ya estaba listo, como siempre, y juntos nos preparamos para otra jornada llena de reuniones y decisiones importantes.

—Jack, hoy visitaremos a algunos proveedores nuevos —dije mientras me ajustaba la corbata—. Necesitamos asegurarnos de que todo esté en orden antes de lanzar los nuevos productos.

Asentimos en silencio, y poco después, estábamos en camino. Las reuniones fueron productivas, y a pesar del cansancio, sentí que estábamos haciendo progresos significativos. Sin embargo, la situación de Leonora seguía en el fondo de mi mente, una sombra que no podía ignorar.

Durante una pausa entre reuniones, tomé un momento para llamar a un viejo amigo, alguien en quien sabía que podía confiar. Le expliqué la situación de manera vaga, sin revelar demasiado, y le pedí que investigara discretamente.

—Confío en ti —le dije al colgar—. Manténme informado.

El día continuó con su ritmo implacable, pero saber que alguien estaba investigando el paradero de Leonora me dio una sensación de alivio. A medida que avanzábamos, me di cuenta de que, aunque los desafíos eran muchos, también tenía aliados en los que podía confiar.

Esa noche, mientras revisaba los informes del día, recibí una llamada de mi amigo. Su voz era grave, pero llena de determinación.

—He encontrado algo. Necesitamos hablar en persona. Te veré mañana a primera hora.

Al colgar, me sentí una mezcla de preocupación y esperanza. Sabía que la situación con Leonora era complicada, pero también sabía que debía actuar con cuidado. Mientras me preparaba para descansar, una cosa era segura: el próximo día traería nuevas revelaciones y desafíos, y estaba decidido a enfrentarlos con toda mi fuerza.

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El amanecer del día siguiente trajo consigo una nueva determinación. Jack y yo salimos temprano, dirigiéndonos al punto de encuentro con mi amigo. Nos reunimos en un café discreto, lejos de miradas indiscretas.

—¿Qué has encontrado? —pregunté, ansioso por saber más.

—Leonora está siendo vigilada —dijo, pasando un sobre con documentos—. Hay más en juego de lo que imaginamos.

Miré los documentos y, aunque la información era preocupante, también me dio una idea clara de los próximos pasos. Con nuevos datos en mano, estaba decidido  a enfrentar a quienes intentaban manipularnos.

El día prometía ser largo y lleno de desafíos, pero estaba preparado. Con Jack a mi lado y la ayuda de mis aliados, sabía que podría superar cualquier obstáculo. El juego apenas comenzaba, y estaba listo para jugar mis cartas con astucia y determinación.