"Fantaseo Con Esas Curvas" es una novela que narra la historia de un hombre que, a pesar de los estereotipos y las normas sociales, se enamora perdidamente de una mujer con sobrepeso. Alejandro, un joven exitoso y atractivo, ha pasado toda su vida rodeado de mujeres delgadas y "perfectas" según los cánones de belleza establecidos. Sin embargo, un día conoce a Sofía, una mujer con curvas generosas que cautiva su corazón desde el primer momento. A medida que su relación avanza, Alejandro debe enfrentarse a sus propios prejuicios y a la presión de su entorno, que no entiende cómo puede estar enamorado de alguien que no encaja con los ideales de belleza tradicionales. Sofía, por su parte, lucha por aceptarse a sí misma y superar sus inseguridades, mientras descubre que el amor verdadero puede encontrarse en los lugares más inesperados.
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Capitulo 10
Sofía
Permanecemos así durante unos instantes, disfrutando de la mutua compañía y de la intimidad del momento. Es una sensación tan cálida y reconfortante que me cuesta creer que, finalmente, me he atrevido a dar este paso.
Alejandro me acaricia con tanta delicadeza y ternura que siento que mi corazón va a explotar en cualquier momento. Es como si, con cada uno de sus gestos, lograra disipar mis miedos y mis inseguridades, dejándome expuesta y vulnerable, pero a la vez, profundamente segura y protegida.
Lentamente, me separo un poco de él, buscando encontrarme con su mirada. Sus ojos brillan con una intensidad que me deja sin aliento, reflejando una mezcla de cariño, deseo y adoración que me hace sentir la mujer más especial del mundo.
-Alejandro -susurro, sintiendo cómo la emoción se apodera de mi voz-. Yo... quiero que sepas que, a pesar de todo, confío en ti. Confío en nosotros y en lo que hemos construido juntos.
Una sonrisa radiante se dibuja en su rostro, y puedo ver cómo sus ojos se llenan de una felicidad que me llena el alma.
-Sofía, mi amor -murmura, acercando su rostro al mío-. No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Eres la persona más valiosa en mi vida, y nada me haría más feliz que poder compartir este viaje contigo.
Sin poder contenerme más, acorto la distancia que nos separa y lo beso con una pasión que parecía haber estado contenida durante demasiado tiempo. Alejandro corresponde a mi beso con la misma intensidad, y siento cómo todo a mi alrededor desaparece, dejándonos envueltos en una burbuja de intimidad y conexión.
Cuando finalmente nos separamos, nuestras miradas se encuentran, reflejando una complicidad y una sintonía que me dejan sin aliento.
-Te amo, Sofía -susurra Alejandro, acariciando suavemente mi rostro-. Y no sabes cuánto ansío poder demostrártelo cada día.
Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas de felicidad, y me aferro a él con fuerza, sintiéndome más segura y protegida que nunca.
-Yo también te amo, Alejandro -respondo, con la voz entrecortada por la emoción-. Y estoy lista para dar este paso contigo.
Alejandro me besa con delicadeza y ternura, transmitiéndome todo el amor y la devoción que siente por mí. Sus manos recorren mi cuerpo con una suavidad abrumadora, haciéndome estremecer de placer.
Poco a poco, nuestras caricias se vuelven más intensas y apasionadas, y siento cómo mi cuerpo se funde con el suyo en una danza de intimidad y conexión. Es una sensación abrumadora, pero a la vez, tremendamente liberadora.
Ya no hay miedos, ni inseguridades, ni barreras que nos separen. Sólo somos Alejandro y yo, entregándonos el uno al otro sin reservas, dejando que nuestros cuerpos y nuestras almas se unan en un acto de amor puro y sincero.
Cuando finalmente alcanzamos el clímax juntos, nos abrazamos con fuerza, nuestras respiraciones entrecortadas y nuestros corazones latiendo al unísono. Es una sensación indescriptible, una conexión que va más allá de lo físico y que me hace sentir completa y realizada.
Lentamente, nos recostamos, enredados en un cálido abrazo. Alejandro acaricia mi cabello con ternura, depositando suaves besos en mi frente, y yo me acurruco contra su pecho, sintiéndome a salvo y protegida.
-Gracias, mi amor -murmuro, sintiendo cómo la emoción embarga cada una de mis palabras-. Gracias por haber sido tan paciente y por haberme ayudado a superar mis miedos.
-No tienes nada que agradecer, mi vida -responde él, con voz suave-. Tú eres la mujer más extraordinaria que he conocido, y me siento profundamente afortunado de poder estar a tu lado.
Permanecemos en silencio durante unos instantes, disfrutando de la mutua compañía y del calor de nuestros cuerpos entrelazados.
-Sabes -continúa Alejandro, acariciando suavemente mi brazo-, me alegro mucho de que hayas aceptado venir conmigo a este viaje. Creo que ha sido una de las mejores decisiones que hemos tomado.
Levanto la mirada y lo observo con una sonrisa radiante.
-Yo también me alegro -le digo, sintiendo cómo mi corazón se llena de una felicidad desbordante-. Contigo, este lugar se ha convertido en algo mágico e inolvidable.
Alejandro me besa con suavidad, y yo me dejo envolver por esa sensación de calidez y protección que irradia su cuerpo.
-Te amo, Sofía -susurra contra mis labios-. Y te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para que nunca más vuelvas a tener miedo.
Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas, pero esta vez, son lágrimas de felicidad y de gratitud. Con Alejandro a mi lado, sé que puedo enfrentar cualquier cosa que la vida me depare.
Durante el resto del día, nos dedicamos a disfrutar de la tranquilidad y la belleza del entorno que nos rodea. Paseamos por los alrededores de la cabaña, explorando los senderos y deleitándonos con los impresionantes paisajes.
En más de una ocasión, nuestras miradas se cruzan y nos sumergimos en una conexión que parece querer atravesar nuestras almas. Es una sensación abrumadora, pero a la vez, tremendamente reconfortante.
Cuando llega la noche, preparamos una cena sencilla pero deliciosa, riendo y bromeando como un par de adolescentes enamorados. Alejandro me cuenta historias de su infancia, de sus sueños y de esos momentos que lo han marcado a lo largo de su vida.
Y yo, poco a poco, voy abriéndome a él, compartiendo recuerdos y experiencias que nunca antes me había atrevido a revelar. Siento cómo, con cada palabra, con cada gesto, Alejandro va ganándose un pedazo más de mi corazón.
Finalmente, cuando el cansancio comienza a hacer mella en nosotros, nos retiramos a la habitación. Una vez en la cama, Alejandro me envuelve entre sus brazos, y me siento más protegida y segura que nunca.
-Gracias por este fin de semana mágico, Alejandro -susurro, depositando un suave beso en su pecho-. Gracias por hacer que me sienta tan especial y tan querida.
-Gracias a ti, mi amor -responde él, acariciando suavemente mi espalda-. Tú eres quien ha hecho de este lugar un verdadero hogar.
Sonrío, sintiendo cómo el sueño comienza a apoderarse de mí.
Mientras ellos sean felices, los demás les resbale.