Nuestro planeta, este hermoso nido donde vivimos parece no querernos aquí. es un planeta feroz, estamos a diario expuestos a todas sus infamias desde lluvia hasta volcanes, el mar que nos refresca nos da oxígeno y alimento y también se eleva, inmisericorde borra ciudades enteras de sus costas, tifones, terremotos. La tierra cuando así le provoca se hunde, se desliza sin importar cuantos de sus hijos queden tapiados Los seres humanos nos hemos abocado a socorrernos los unos a los otros, siempre nos sentimos inclinados a proteger al más débil. Desde tiempos inmemoriales nos hemos organizados para paliar embates de la madre gea. allí donde un accidente natural nos lesione estaremos prestos a ayudarle. en esto basamos nuestra existencia. Ustedes no están solos cuentan con nosotros. Estamos en el mismo barco tratando de mantener el rumbo. Aqui nacimos y moriremos. pero mientras tanto con ilusión y con esperanza parimos hijos, sembramos árboles y forjamos futuro para las nuevas generaciones.
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CAPITULO V
- ¡Margareth! la doctora llora\, le da tanto dolor\, la niña está tan sola y es tan joven que
despierta sus instintos maternales, trata de compensarla ayudándola,
consolándola cuidándola más allá de lo exigido por su condición de galena y
mujer. Extiende sus alas protectoras y acuna aquel cuerpo frágil - te conseguiré
una empleada y enfermera a la vez que te ayude a cocinar, limpiar y te acompañe
para que no tengas miedo. No te voy a dejar sola. Cuenta conmigo de repente
puedo ser tu amiga, quiero estar a tu lado. Me permites
- ¡Ay doctora!\, estoy abusando de usted. Mañana me recargan el pago del mes\, tengo
una pensión de mi abuelo y con eso hago mercado, le pago a la señora que me
acompañará y….
-No mi niña, mejor deme su número de cuenta y le recargamos la indemnización del
hotel. Te aseguro que es bien gorda. Y con eso pagas tus deudas y guardas para
el futuro. Luego llama a tu hermana. Pero antes tienes que hablar con el señor
Eduardo, presidente del Hotel.
- ¡Doctora yo no quiero verlo\, no quiero saber nada de él! – comenzó a llorar y se tapó la
cara, tiembla - voy a aceptar que pague la clínica, pero si insisten en
indemnizarme, me voy para mi casa y aténganse a las consecuencias y ni usted ni
nadie me va a atajar, comprendo que fue un gran enredo, pero si comienzo a
gritar con todo el cuerpo magullado, recién desflorada, con la vagina
desgarrada, con hormonas y antibióticos en mi torrente sanguíneo y ninguna
denuncia de su parte, ¿a quién cree que le van a creer? No se equivoque
doctora, si soy una niña, pero me se defender, ahórrense el mal momento.
-No Margaret, solo quiero ayudarte, no te niego que quiero evitarle problemas a mi
primo. Pero tú eres mi prioridad. Y además soy madre soy mujer tengo una hija tan
inocente como tú.
-Yo sé, soy una niña y a lo mejor no estoy a la altura de las circunstancias Y sé
que es tu primo, y entiende no lo estoy acusando de violador, pero
respétenme.
-Voy
a decirle que lo atiendes por teléfono, es un hombre maduro va a entender. Voy
a hablar con él.
-Solo por teléfono, no es necesario que tengamos otro tipo de contacto, si insiste es
acoso y le va a ir muy mal. Este es el contacto de mi celular - y le dio el
teléfono - déselo a él.
-
Ahora Margareth, Eduardo te va a te va a hablar, Yo estoy contigo. Tranquila
¿sí?
-Si doctora – de manera calmada, atendió la llamada, Eduardo apenas la veía,
sentada inmóvil como petrificada.
-Buenos días, soy Eduardo Figueredo, presidente del hotel donde trabajas. Estoy muy
preocupado por nuestra situación y me hago responsable de ti. Asumo todos los
gastos y ojalá pudiera reconfortarte, sé que no tengo ninguna oportunidad de tu
perdón. Tengo todos tus datos Me tome la libertad de decirle a tu hermana que
estabas en los viñedos trabajando como interprete y a la Agencia le notificamos que estas
destacada en los viñedos por los
mismos motivos. Reposa en el apartamento de la doctora, si algo te falta puedes
llamarme a mi o a ella. Por favor conserva mi contacto, no me saques de tu vida
por lo menos hasta que estemos seguros de que no tener más consecuencias de las
que tenemos. En el nombre de Dios, niña linda me siento tan indigno. Pero la
vida nos sorprendió y debemos ser responsables. Te juro que no te molestare,
solo para que sepas que me tienes cerca para lo que sea y en cualquier momento –
está sollozando -Dios mío Margareth, lo siento tanto, Un día cuando estes más
serena podrías perdonarme, estoy tan avergonzado y asustado por lo que has
pasado y sé que nada de lo que diga te consolara. No estás sola, puedes contar
conmigo -se dejó arrastrar por la vergüenza y la tristeza lo hizo añico se
desgarro y lloro con ella, por su dolor, por su vergüenza, no le importo que
Ernesto lo viera en ese estado y le rogó piedad con el corazón en la mano - no
sé qué decirte, dime tu algo. Tu llanto me parte el alma en mil pedazos. Ojalá
puedas perdonarme algún día -Maggie
no puede hablar, tiembla, dejo caer el celular se tapó la cara y lloro mientras
la doctora asustada la abraza, recogió el teléfono y le pregunto llorando a su
primo:
- ¿Que
le dijiste, para que se pusiera así?
Pero el también lloraba y colgó. Maggie se calmó, se lavó la cara. Y pudieron
apreciarla mientras Elizabeth la sacaba del hospital: Es una hermosa mujer. No
parece una quinceañera.
Los hombres se fueron al carro y ven cuando salen agarradas de las manos. La niña
camina despacio y con dificultad a Eduardo le dolió ver su corazón maltrecho,
su pelo lo escondió en una boina, short de jeans azul y camisa blanca, sabía
que le quedaría precioso el blanco, se fueron. lo invadió un vacío acompañado
de tristeza.
Elizabeth fue a las boutiques y al supermercado, cuando llegaron al apartamento, ya
estaba limpio y olía a café recién hecho. Le presentaron a Evelyn. Una señora
de mediana edad, morena, gordita, muy agradable. la instaló en un cuarto.
Evelyn no preguntó mucho, la cuido con preocupación y esmero. Es enfermera y vio a la
muchacha muy angustiada le tomo las vías y controló los fluidos que le
inyectaban y asi a media mañana, decidió llamar a su hermana:
-Hola manita – conteniendo las lágrimas - como estas, esta Adele contigo. Me tardo
unos días aquí y hay mala señal se oye raro.
- Si se oye raro ¿estas llorando?
-No boba es la estática, casi no te oigo, pero escucha, todo está muy bien. Aloo no
se oye aloo. No te preocupes estoy bien. No asustes al abuelo, no lo molestes.
Estamos incomunicados, pero estamos bien. Solo un fallo de carretera y mucha
tormenta aún no hay paso. Avisa que no voy al acto de graduación. En cuanto
llegue arreglo eso… -No aguanto y se puso a llorar- La doctora le quito el
celular, No se dé donde tengo tantas lágrimas.
-Llora mi reina. Llora, así se alivian las penas.
-Perdóneme doctora la hago llorar a cada rato.
Agradecida la niña la abraza, le reconforta su afecto. Y piensa:
-Ya no soy una niña, tengo que ser fuerte, Con los labios rotos y con tantas
heridas, a veces pareciera que la vida se confabulara, sabía que algo estaba
mal, pero me deje convencer de aquella buena mujer. Mi instinto me advertía. De
ahora en adelante le pondré más cuidado al sentido común y me mantendré en el
medio por el camino de la vida, tal vez no sea el más cómodo, pero si el más
seguro. ayer cumplí quince años también fue mi graduación y fiesta de grado. Me
acorde de mi abuelo. Debo reportarme le tengo que dar una explicación. Suerte
que es fin de semana de asueto por mi graduación, no tengo que ir al convento,
ni a las practicas del seminario. Solo tengo que serenarme para hablar con él,
igual con Isnaldo ha de estar muy molesto. Y qué decir de Mauro para él soy un
libro abierto. No le puedo atestar este sufrimiento, LE FALLE, no supe cuidarme
para él, recordé que es mentira que el amor que siente es filial, lo demás es
producto de mi imaginación, de mi soledad, nunca fui su novia, y ahora menos,
no soy digna de ti. No. Mi amado tengo problemas y los tengo que agravar para
mantenerte aún más lejos al menos mientras logre poner en orden mis
pensamientos y mis emociones. Conozco tu ira. Ilumíname Señor.
El domingo muy temprano se impuso el hábito: se despertó desorientada, con la
cabeza pesada, le molesta la cama ajena, extraña la suavidad y el olor de sus
frazadas y su cuerpo protesta. Ojalá siguiera dormida, cerró los ojos y la
realidad la golpeó como una bofetada. Reviso su bolso, necesitaba aire fresco y
ejercicio fuerte, había comprado algunas prendas deportivas, con ellas y bien
abrigada pasaría desapercibida. Tenía otras prendas nuevas, y tenía lo más
necesario sus documentos, computadora y celular que siempre andan en su mochila.
Se armó de valor, invocó todos los santos y decidida se aseó. Se vistió para
correr. Fue a la cocina, se preparó su café negro y espeso, se colgó la
mochila, cubrió sus encendidos cabello con una boina, garabateo un “ya vengo “a
la buena señora y salió a la fría mañana andina; la
serranía vestía de novia recién desposada y orgullosa bajaba hacia el valle con
su hermoso traje etéreo decolorando el paisaje. Ya varios corrían, caminaban o
se ejercitaban en la húmeda avenida aun con alumbrado eléctrico tratando en
vano de romper la cortina transparente que baja silente y hace eco con el
estado anímico de la joven dama. Su cuerpo protesta, tiene años de
entrenamiento poco a poco lo sujeta a su voluntad y en cuarenta minutos
regresaba exhausta.