Un encuentro con un salvador desconocido provoca que Jaden recuerde su primer vida. Y se da cuenta de que en realidad es un carne de cañón, quien es sacrificado por el villano en la historia original.
No solo eso, sino que su salvador resulta ser su personaje favorito del libro, quien también muere traicionado por sus amigos.
Con esta nueva información Jaden toma una decisión, ¡destrozar la trama del libro!
¿Lo logrará? O, antes de que pueda hacer un movimiento, ¿será arrastrado de nuevo a lado del villano para ser sacrificado?
NovelToon tiene autorización de Neimlez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Entrenamiento
…
Desde aquel incómodo almuerzo en la cafetería, la atmósfera en el grupo —al menos en relación a Jaden— se relajó bastante.
Bel o Eder no intentaron meterse nuevamente con él, lo que pudo considerarse como una victoria. Después de todo, aunque ninguno de los dos le agradaba, tampoco deseaba mantener una pelea constante contra ellos. Así que esa paz involuntaria era lo mejor.
Y fue con esta nueva vida cotidiana —algo que ciertamente no había experimentado hasta el cambio de clase—, que los días pasaron uno a uno. Al principio llegó a sentirse ansioso con tanta tranquilidad, pensando que el poder de la trama lo arrastraría de una u otra forma de vuelta al 2A, y lo que estaba experimentando no era nada más que la calma antes de la tormenta.
Pero la verdad es que tardó en darse cuenta de que esa tranquilidad se debía básicamente a la presencia de Fegan y Dathan, quienes eran considerados los líderes del grupo, además de que solían estar a su alrededor en clases y los descansos. Uno por voluntad propia —y porque Jaden se aferraba un poco a él—, y el otro por simple casualidad.
No le importaba agradecerle a Fegan, aunque jamás diría una palabra a Dathan.
Como fuese, para cuando cayó en cuenta de este hecho, la primera semana de su cambio estaba por concluir. Fue que comenzó a pensar que sus temores podían ser infundados. Y una nueva duda surgió.
Si se había cambiado con tanta serenidad de grupo, ¿eso significaba que no estaba atado a la trama? No había una respuesta clara, aunque eso no le impidió pensar que quizás dios —o lo que fuese que lo trajo a este nuevo mundo—, le había dado la opción de no ser arrastrado por la historia original.
Fue entonces que pudo relajarse al fin. Se permitió ser más optimista con respecto al futuro. Sin embargo, los buenos deseos tenían que esperar de momento, pues la tercera clase de magia que tendría en su nuevo grupo estaba por comenzar.
Ciertamente Jaden era un chico inteligente, y no tenía problemas aprendiendo en los días normales… pero, las materias relacionadas a la magia siempre habían sido su punto débil, al grado en que no era una sorpresa que se colocara como el último en esas clases.
Era por dicho motivo que mientras estuvo en el 2A le miraban con desprecio, lugar en donde el típico rechazo a las personas de cabello negro no era latente. Pero lo que no hizo el prejuicio, lo hicieron las comparaciones entre Astor y él. Lo peor es que nunca faltaron. Claro que en ese entonces no le importaba. Solo lamentaba no estar a la altura de su príncipe… pero ahora sí que le importaba.
Era vergonzoso quedar mal frente a su favorito, cuando todo lo que quería hacer era siempre mostrarle su mejor cara. Aunque ya había aprendido que no todo podía ser como él deseaba.
Y fue con una actitud triste, tal como si fuese conducido al matadero, que se dirigió al campo de entrenamiento junto a los demás.
—¡Ánimo! —exclamó Fegan, luego de darle un par de palmadas amistosas en el hombro. —Esta vez podrás hacerlo.
—Sí…
—No le mientas Fegan, será un nuevo desastre esta vez —intervino Dathan, con una sonrisa. Esto encendió el temperamento de Jaden en menos de un segundo. ¡Se estaba riendo de él!
Le miró con frialdad, imaginando mil maneras distintas de destrozarlo, mientras se mantuvo en silencio. Sin embargo, el protagonista sí que sintió el peligro que corría, pues un escalofrío recorrió su columna.
—Acabas de pensar algo malo sobre mí, ¿cierto? —reclamó.
—Imposible. ¿Cómo me atrevería, su alteza? —Al mismo tiempo que el pelinegro se encogía de hombros, no se olvidó de mirarle con burla. Sus palabras decían una cosa, pero sus acciones otra. Dathan se dio cuenta. Pero, dado que él había comenzado, no podía quejarse.
—Renacuajo… ya dime, ¿qué pensaste? —Se acercó a él y colocó una de sus grandes manos en la mata de cabello negro sin ceremonias, para proceder a despeinarlo.
—Ya déjale en paz. —Fegan rió un poco antes de apartar al príncipe, dándole un ligero golpe en el hombro. La acción no fue agresiva, tan solo una típica interacción entre amigos. —¡Lo vas a poner más nervioso!
En ese momento, los chicos entraron al campo de entrenamiento. Y todos dejaron la actitud relajada, pues la profesora Cyrene apareció ante ellos. Les estaba esperando ya en el centro del campo.
—Buenos días, jóvenes —asintió la mujer. Y no tardó en recibir la respuesta colectiva de los alumnos del 2B.
Cyrene era una beta, baja y regordeta. De piel cetrina, cabello castaño y ojos avellana. Y a decir verdad, lucía más como una mujer amable y pequeña, que una persona a la cual había que temer. No obstante, su suave apariencia no engañó a ninguno de los alumnos.
Apenas verla, se alinearon en silencio frente a ella. Más que simples estudiantes, parecían soldados dispuestos a obedecer hasta la última orden. Incluso Jaden, quien era nuevo integrante del 2B, ya había aprendido a integrarse en esa silenciosa formación.
—Hoy haremos un poco de entrenamiento, defensa y ataque. —Mientras hablaba con voz lenta pero llena de autoridad, la mujer se tomó el tiempo de mirar a cada uno de ellos. Para cuando se cruzó con los ojos negros de Jaden, este sintió que le miraba un segundo extra. Aunque él esperaba estar imaginando eso, dado que nadie quería entrar a los ojos de la beta. —Sean de este grupo o no, todos ya conocen la dinámica, así que busquen una pareja y pónganse a entrenar. No me hagan ir detrás de ustedes como si fuesen niños pequeños.
Los chicos asintieron, sin perder sus posiciones. Y solo cuando la mujer dijo: —Adelante—, ellos se dispersaron.
Igual a un ejercicio que ya habían hecho varias veces en el pasado, los alumnos comenzaron a buscar un compañero para entrenar.
Se podía decir que esa clase era simple en realidad. E incluso Jaden conocía lo que debía hacer a continuación. No obstante, encontrar a alguien que quisiera entrenar con él siempre había sido un problema.
Más en un grupo como el del protagonista, en donde el miedo a su color de cabello no había dimitido en gran medida en la última semana.
Suspiró con resignación al rechazo, y miró alrededor. No fue una sorpresa que los chicos no perdieran el tiempo y la mayoría ya había elegido a su compañero de entrenamiento. Salvo los amigos del protagonista, todos fueron extremadamente rápidos en sus movimientos, casi como si temieran ser solicitados por él. Y Jaden tuvo que respetarlos por esa rapidez.
Para su mala suerte, esto le complicaba las cosas.
Solo quedaban libres los amigos de su favorito. Lo que podría no ser un problema, dado que con él eran seis, un número par… pero Dathan se emparejó con Fegan, puesto que sus niveles eran similares. Lance se emparejó con Bel, ya que el omega se aferró al primero. Y el único alumno libre que quedó fue Eder…
“No puede ser…”, se quejó internamente. De saber que las cosas resultarían así, no le habría importado quedar sin compañero. Pero justo ese día, una chica omega se había ausentado, por lo que les había cortado el camino a Eder y a él.
Ambos se miraron con evidente disgusto. Y no tardaron en desviar la dirección de sus miradas.
—¡A entrenar! —gritó Cyrene, ajena a los conflictos entre sus alumnos. O podría ser que en realidad no le importaba. Ella solo se enfocaba en supervisar que nadie matara a nadie.
—¿Está vez podrás hacer algo decente? —preguntó Lance desde un costado. Lo suficientemente bajo como para no llamar la atención de la profesora. —Eder es un idiota… pero es muy certero.
Aunque fingían no escuchar, Dathan y Fegan apartaron el rostro para reírse. Se podía ver en el ligero temblor de sus hombros.
—¡Lance, eso es descortés! —susurró Bel, con esa expresión tan santurrona y sumisa que Jaden tanto detestaba.
—Te escuché —dijo el peliverde con un tono ácido, y una expresión irritada.
—Bueno, tampoco intenté que no lo hicieras. —Al mismo tiempo que le devolvía la mirada, Lance tuvo la osadía de chasquear los labios. El desdén era evidente. —Además, no es como que haya dicho alguna mentira.
—¡Lance! —advirtió Eder.
—Ese es mi nombre. No lo gastes solo por ser mi prometido. —Quizás la actitud indiferente de Lance era lo que más irritaba a Eder. Pero este no podía hacer nada, salvo mirarle con molestia. Sin embargo, de la nada giró el rostro y clavó la mirada en Jaden, como si él hubiese sido el responsable de que Lance dijera aquellas palabras en primer lugar.
“¿Qué? ¿Por qué me mira así?”, el pelinegro tuvo un mal presentimiento. Aunque no pudo pensar más en ello, cuando Cyrene gritó nuevamente.
—¿Por qué no están entrenando todavía? ¡Comiencen ahora!
Sin nada más que decir, Fegan y Dathan se pusieron a la defensiva, listos para atacar y defenderse del otro. Lance le dio un pequeño asentimiento de cabeza a Jaden, y procedió a ponerse a la defensiva contra Bel.
Al final, solo quedaron Eder y él.
Las intenciones del primero eran evidentes. Quería destrozarlo.
Sin poder evitarlo, el pelinegro miró hacia atrás, buscando a la profesora Cyrene. Y le alegró verla atenta a todos los chicos.
No es que fuera un cobarde… o no un gran cobarde, pero era mejor cerciorarse de tener una oportunidad de sobrevivir a la clase. Y la intervención de la beta podría salvarle la vida en el momento justo.
Por el rabillo del ojo, vio cómo Dathan y Fegan corrían de un lado a otro, al mismo tiempo que ambos lanzaban bolas de fuego. La lucha entre ellos parecía muy reñida. Y pese a eso, no había ni una mota de rivalidad en ninguno de los dos.
Lance y Bel hicieron lo propio, aunque con pequeñas balas de agua, ya que ambos resultaban ser magos de agua. Sin embargo, con ellos sí que se notaba la diferencia de poder. Para Lance resultaba sumamente fácil ignorar los ataques del omega.
En cierto sentido, lucía increíble y delicado mientras lideraba los ataques. Por otro lado, Bel… él se esforzaba en mantenerse de pie.
El chico lanzaba un ataque, y parecía querer llorar al mismo tiempo. ¿El motivo? Jaden no pudo descifrarlo.
“No puedo creer que sean parientes cercanos…”
—Si te concentras en los demás, podrías perder la cabeza —advirtió Eder en ese momento, acomodándose los lentes en el puente de la nariz.
Jaden se vio obligado a apartar su atención de los demás, y giró el rostro para mirar a su propio contrincante con detenimiento, esperando su primer golpe.
Con esta resolución, el chico se puso a la defensiva. Era evidente que no podría atacar, dado que necesitaba varios minutos para crear un solo proyectil decente, y desde luego que Eder no le daría esa licencia. Por ello, su mejor oportunidad era la defensa.
“Bien. Mientras no sea en el rostro, todo estará bien…”, se dijo. “Un golpe no me ha matado antes… así que espero que no lo haga ahora… Además, no creo que este idiota verde golpee más fuerte que Rainer.”
El peliverde también conocía sus limitaciones, así que no perdió el tiempo. Al cabo de unos segundos comenzó a atacarlo con semitransparentes balas de aire. Jaden evitó lo mejor que pudo los proyectiles, pero no tardó en descubrir lo difícil que resultaba esquivar algo cuando no se ve por completo lo que te lanzan en primer lugar.
“Mierda… ¿Realmente planea matarme?”, pensó antes de rodar por el suelo. Sus movimientos eran gráciles, pero sin la protección de su propia magia como escudo, no le servían de mucho. En cualquier ángulo, estaba expuesto a los ataques de Eder. Y así lo demostró el hecho de que su mejilla comenzó a arder un poco.
Al levantar la mano y pasarla por la zona, se dio cuenta de que uno de los proyectiles de aire le había hecho un rasguño, por lo que la piel le ardía.
En determinado momento giró hacia la izquierda, y su impecable uniforme dejó de serlo. La camisa grisácea se manchó con la hierva y la tierra. No le importó demasiado, pues en las clases de magia lo normal era ensuciarse. Claro que no dejaba de ser un poco humillante.
El mago oscuro que todos temían no podía tocarle ni un solo cabello al mago de aire que le atacaba. No obstante, no tuvo de otra más que apretar los dientes y levantarse del suelo.
…
posdata autora mira seirei gensouki je
me encanta tu historia espero con ansias más capítulos /Smile/