Maktub

Capítulo 10

Se escuchaba en todo Bagdad el llamado del Muecín, Kala no había podido dormir, pensaba que harían ahora que su hermana ya sería dada de alta. Emir se tenía que marchar, y ellas no podían quedarse en aquella casa, además Abdalá jamás había vuelto a buscarlas. No sería sencillo volver a su casa, y mucho menos enfrentar a su padre. Ahmed era déspota y despiadado, además siendo un líder religioso no olvidaría llevarla al castigo. Ya era hora de volver y enfrentar su destino

—¿A dónde iremos Kala?.—preguntó Nayla

—Buscaremos a Abdalá en el mercado, para que nos lleve de nuevo a Kerbala.—respondió Kala

—No podemos volver padre te llevará al castigo, no soportaría perderte.—le decía Nayla

—El que hayas recuperado la luz de tus ojos es mi mayor premio, después de todo soy tu hermana y daría mi vida a cambio de la tuya. No puedo vender las joyas y además no podemos salir del país. Debemos volver, sé que a ti te perdonará cuando te vea que ya estás bien.—respondió Kala

—No Kala, la vida no sería igual sin ti.—dijo Nayla y se abrazó de su hermana

—Todo va a estar bien, es hora de irnos.—le decía Kala para consolarla

Emir y Tono preparaban su regreso también, de repente llamaron a la puerta. Supuso Tono que era Ibrahim para llevarlos a dar un recorrido y por la noche al aeropuerto, pero era la policía de Irak y un hombre desconocido que acompañaba a Ibrahim

—Salam Aleikum, doctor Rashid el imán Ahmed Mubarak viene por sus hijas.—saludo Ibrahim

—Aleikum Salam adelante, iré a buscarlas.—dijo Emir, Tono presentía que algo malo sucedería, ellas estaban listas para despedirse cuando llegó Emir

—Kala tu padre está aquí.—lo anunció Emir

—Nos encontró, Allah tenga piedad de nosotras.—dijo Kala aterrada, Nayla se apresuró para abrazarse a su hermana

—Tranquilas, si está aquí, es porque las quiere devuelta y cuando vea que Nayla ya está curada va a entender.—dijo Emir, ellas lo dudaban

Bajaron detrás de él, si ahí estaba Ahmed listo para reclamar a sus hijas pero no como Emir pensaba.

—Ahí estás mujer exhibicionista, como te atreviste a desafiarme y a arrastrar a tu hermana a la vergüenza.—le reclamó Ahmed a Kala, la abofeteó enfrente de todos

—Como se atreve a golpearla, ella solo le hizo un bien a su hermana.—intervenía Emir, Ibrahim y Tono lo detuvieron

—No ibas a aceptar que Nayla recibiera ayuda, tenía que correr el riesgo, ahora ella vuelve a ver.—se defendía Kala

—Es cierto padre el doctor Rashid me devolvió la salud de mis ojos.—decía Nayla

—No me respondas Kala soy capaz de asesinarte con mis propias manos, En cuanto a ti, me alegro Nayla, pero eso no te va a salvar del castigo Kala, secuestraste a tu hermana y vives en casa de este hombre. Acabaré contigo, tú serás el ejemplo de todas las mujeres que se sienten con el valor de desafiar las reglas. Llenaste mi casa de vergüenza, vámonos.—gritaba Ahmed

—Está bien padre, pero no lastime a Nayla. Aún se está recuperando de la cirugía, ofrezco mi vida a cambio de la de mi hermana.—suplicaba Kala mientras se arrodillaba, Emir no podía creer la crueldad de su padre

—Eso no es justo, ella todo lo hizo por amor a su hermana.—dijo Emir

—No es asunto suyo, no intervenga. Si quiero puedo acusarlo de secuestro y sería colgado.—lo amenazaba Ahmed

—No padre, tenga piedad el no es culpable de nada. Yo pagaré mi culpa con mi vida, pero al doctor déjelo ir.—suplicaba una vez más Kala, es lo único que podía hacer por él

—Emir no interfieras, ella decidió desobedecer a su tutor.—le decía Ibrahim

—¿Qué le va a hacer?.—preguntó Emir

—Recibirá los cien azotes, será apedreada, o incluso hasta colgada, a la vista de todos en Kerbala. Si no lo hace perderá todo el respeto, él es un líder religioso y trabaja en el parlamento.—respondió Ibrahim

La policía la levantó del piso para sacarla de la casa y así llevarla de vuelta a su hogar para recibir el castigo. Nayla estaba llorando sin control, por el temor de lo que le harían a su hermana

—No permitiré que la asesinen, ella es inocente.—le reclamaba Emir

—Como usted quiera, acusó formalmente al doctor Rashid de secuestro y abuso de mi hija.—decía Ahmed

—Usted es un miserable, encima se atreve a calumniarme, usted y yo no somos iguales.—dijo Emir confrontándolo

—Llamaré a tu padre.—dijo Tono

—No hace falta, mi abuelo es musulmán y me explicó toda la porquería que hacen aquí en contra de las mujeres, como yo no soy musulmán, me casaré con Kala en un matrimonio temporal, ponga el precio del dote y el tiempo. Así quedará limpia su asquerosa imagen.—dijo Emir

—No doctor, no se sacrifique por mi, usted ayudó a mi hermana. Si ese es mi destino, Maktub.—respondió Kala

Ahmed sabía que estaba permitido que se casara con el, temporalmente, así se desharía de Kala y a su vez obtendría dinero. Su nombre quedaría limpio. Terminando el contrato, podría recuperarla y ofrecerla a alguien más.

—Estas loco Emir, estás tentando al diablo.—decía Tono

—Si no lo hago, moriremos los dos. Aquí no hay derechos para nadie, si él me acusa, iré a la cárcel, no puedo hacer sufrir a mi familia.—respondió Emir

—Aceptó, pero a mi hija menor la llevo conmigo, hoy mismo celebraremos el matrimonio o lo meteré a prisión. En cuanto al dote quiero doscientos mil dólares por Kala y el matrimonio durará un plazo de cuatro años, si tienen hijos ellos pertenecen a ti. Me devuelves a mi hija cumpliendo el plazo, sola.—respondió Ahmed como si ella fuera mercancía, Ibrahim no podía creer lo que estaba haciendo el doctor Rashid

—Doctor no se sacrifique y menos pague tanto por mi, yo no valgo tanto. Dejé que me lleve a la muerte, prefiero morir que seguir siendo su hija.—suplicaba Kala con su mirada vacía

—Ya está pactado, debemos apresurarnos porque debo volver a mi país.—le decía Emir

Los llevaron a ambos a la mezquita para celebrar el matrimonio, Emir le hizo un cheque por la cantidad solicitada. Tal vez llegando a casa su padre lo cuestionaría por el retiro de esa cantidad, pero trabajaría para pagarle hasta el último euro, Tono trató de persuadirlo

—Emir no puedes hacer eso, ¿y tus planes con Elisabetta?—preguntó Tono

—Solo son cuatro años, se terminará esto y hablaré con ella. Se que ella lo entenderá—respondió Emir

Kala no quería casarse con Emir, más que nada sentía mucho agradecimiento hacia él por lo que hizo por su hermana. Sentía que ella lo estaba sacrificando a él, mantenía la cabeza abajo mientras se arrodillaba para orar. Ahmed y Emir celebraron el matrimonio, su testigo fue Ibrahim. Nunca imaginó que se metería en tantos problemas por ayudar a unas indefensas jovencitas.

—Disfrute mucho de su matrimonio, lo veré en cuatro años.—decía Ahmed

—Espero no verlo nunca más.—respondió Emir, iban de salida cuando se detuvo Nayla

—Kala, perdona por haberte arruinado la vida.—Nayla se despedía de su hermana

—Todo valió la pena, te prometo que volveré por ti. Y buscaré la manera de que las tres escapemos de ese desgraciado.—le prometía Kala

—Te comportas, no quiero que te vaya a devolver por estúpida. Eres lo peor que Allah pudo darme.—decía Ahmed, ella solo bajo la cabeza y se quedó en medio de la mezquita sentada

—Listo, aquí tienes tu escritura matrimonial.—le entregaba Ibrahim

—¿Crees que pueda alquilar la casa donde nos hospedaste por cuatro años, pagando por adelantado?—preguntó Emir

—¿Para que quieres la casa?, ¿te vas a quedar?.—preguntó Ibrahim

—No, es para que Kala viva. Yo le enviaré dinero para sus gastos mes a mes.—respondió Emir

—No has entendido verdad, no puedes dejarla sola. Ellas no tienen derecho a hacer nada, al estar sola la expones a que abusen de ella o la secuestren. Eres su dueño por cuatro años, te la puedes llevar y cumplido el plazo traerla de vuelta a su padre.—le explicaba Ibrahim

—Llevármela, y que le diré a mi madre o a mi padre.—decía Emir

—Mahtob y Pedro, entenderán la situación, no puedes abandonarla. Así que le cederé mi boleto de avión para que viaje contigo y yo los alcanzo.—dijo Tono

—Como voy a llevarla ante mi familia, maldita sea, pero mi madre me advirtió y mi abuelo también, pero soy terco. Esto me servirá de lección, ¿qué va a decir Elisabetta?.—preguntaba Emir

Caminó hasta Kala para indicarle que tenían que irse, ahora ella era su esposa. Y así tenía que ser por los siguientes cuatro años, lo que más lo aturdía era como confrontaría a sus padres.

Mientras tanto Ahmed cambiaba su cheque, para después volver a Kerbala. Por fin sacaba provecho, de su hija. No le importaba si Emir era malo o despiadado con ella. Nayla estaba aterrada, ¿que harían ahora sin su hermana en casa?.

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