En un reino deslumbrante, la princesa Ailén se encuentra atrapada entre el deber y el deseo. Casada con Elian, el príncipe de un corazón frío, descubre la traición en su matrimonio mientras su corazón se inclina hacia Kael, un hombre sin títulos pero de fervor inigualable. En un palacio lleno de intrigas y secretos, Ailén debe elegir entre mantener la estabilidad del reino y seguir el anhelo que desafía todas las normas.
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Capitulo 5
Despierto en mi cama, la luz del sol entra por las cortinas de seda, y el día comienza como cualquier otro. Eden aún duerme a mi lado, envuelta en sus sábanas de lino. Me levanto con cuidado para no despertarla, y me dirijo a el ventanal.
Elara ya está despierta y se mueve con la rapidez y eficiencia de alguien acostumbrado a las responsabilidades diarias. Me recibe con una sonrisa, su cabello oscuro recogido en un elegante moño, y sus ojos marrones reflejan la devoción que siente hacia mí y hacia Eden.
—Buenos días, Princesa Ailén —saluda, mientras comienza a preparar los productos para mi baño.
La veo mientras se dirige a la cama, inclinándose suavemente para despertar a Edén . Con habilidad y delicadeza, la despierta y la viste con un sencillo vestido que resalta su posición como sirvienta en lugar de una niña de nobleza. Es un vestido que, a pesar de su sencillez, es adecuado para su rol en el palacio.
Recuerdo cómo conocí a Eden cuando era apenas una bebé. Ella fue abandonada, dejada a su suerte en las calles, y yo, con mi corazón abrumado por la tristeza por no poder tener hijos propios, la recogí y la eduqué como si fuera mi propia hija. A pesar de la etiqueta que lleva como sirvienta, la veo como mi niña. En el palacio, la percepción de alguien como Eden es dura; si alguien de la familia real se enterara de su verdadera identidad, no dudarían en acabar con ella, sin importar la naturaleza de su posición.
Elara ayuda a Eden a levantarse de la cama y la viste con cuidado. La niña, aún medio dormida, mira a Elara con esos ojos grandes y azules, llenos de confianza y amor. La imagen de Eden en su vestido de sirvienta me recuerda la delicadeza de nuestra situación. La imagen de una niña inocente vestida así me duele, pero la realidad de nuestra vida en el palacio es dura y cruel.
Al salir del baño, me encuentro con un vestidor lleno de lujosos atuendos esperándome. El vestido que elijo para el día es uno de satén blanco, adornado con bordados en hilo de plata que acentúan mi figura. Mientras me visto, me enfrento al espejo, notando las ojeras que delatan mi insomnio y las tensiones que arrastro.
Finalmente, me dirijo al comedor. Al entrar, noto que Elian no está presente. Mi corazón se siente un poco más ligero al darme cuenta de que el espacio a la mesa está vacío. A pesar de la soledad de la situación, el alivio de no tener que enfrentar su indiferencia y sus crueles palabras es un pequeño consuelo.
El banquete está dispuesto con una variedad de frutas exóticas, panes recién horneados y pasteles delicados. Me siento a la mesa, y mi mirada recorre las exquisitas ofertas del desayuno mientras el personal de la cocina se mueve con la eficiencia de siempre. Siento una pequeña chispa de tranquilidad mientras disfruto de mi desayuno, sin la presencia constante de Elian.
A medida que avanzo en mi comida, no puedo evitar pensar en Eden y en los planes que tengo para ella. Mi promesa de mostrarle la ciudad y darle la oportunidad de experimentar el mundo más allá de estos muros sigue presente en mi mente. Mientras la comida pasa lentamente y me dejo llevar por mis pensamientos, me siento más decidida que nunca a hacer de ese sueño una realidad para mi pequeña.
Elara y Eden entran al comedor poco después, Elara con una sonrisa en el rostro y Eden con una expresión de curiosidad. La niña me mira, sus ojos brillan con el amor que siento por ella.
El sol brilla con intensidad sobre el palacio cuando decido que es el momento de buscar un cambio en mi rutina diaria. La idea de salir al mundo exterior, aunque solo por un día, me resulta reconfortante. La ciudad, con su vibrante vida y sus callejones laberínticos, promete un respiro de las tensiones del palacio. Así que, con una mezcla de anticipación y nerviosismo, me preparo para el viaje.
La mañana está llena de actividad cuando los preparativos comienzan. Elara, con su habitual eficiencia, organiza a los sirvientes y a los caballeros que me acompañarán. Los caballos están listos y engalanados, y los carruajes de lujo esperan frente a la entrada del palacio. Eden, con su vestido de sirvienta, se muestra emocionada por el viaje, mientras yo, ataviada en un elegante vestido azul claro con detalles dorados, trato de mantenerme serena.
Acompañada por Elara, Eden y un pequeño grupo de sirvientes y caballeros, comenzamos el viaje hacia la ciudad. El carruaje se desliza suavemente sobre el empedrado del camino, y mientras nos alejamos del palacio, el paisaje cambia de los jardines meticulosamente cuidados a un entorno más natural y verde.
El trayecto es largo, pero la emoción de escapar, aunque temporalmente, de la opresiva atmósfera del palacio, hace que el tiempo pase más rápido. Eden, sentada a mi lado, mira por la ventana con asombro mientras el campo y los pequeños pueblos pasan a nuestro alrededor. Sus ojos brillan con curiosidad, y no puedo evitar sentirme conmovida por su inocente entusiasmo.
Elara, sentada enfrente, repasa una lista de detalles para asegurarse de que todo esté en orden para nuestra llegada. La preocupación en su rostro es evidente, pero también lo es el apoyo que me brinda. Siento que este viaje es tan importante para ella como lo es para mí.
y que Elián se arrepienta de averla tratado mal.
y como en toda novela todo puede pasar,espero que ella tenga unos hijos hermosos.
y Elián sea que no puede dar hijos.