Ésta es la historia de una doctora que conquista sin querer a todos quienes la rodean... hombres, mujeres, niños... Todos la llegan a querer sin medidas, y muchos son los que quieren ir más allá con ella, pero su corazón siempre perteneció a alguien más...
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Bloqueados...
Priscila...
Sé que el padre de mi amor tiene razón. Si me desconcentro de mi meta, no lograré ser la mejor cardióloga de toda mi promoción, no lograré cumplir mis sueños. Fui hasta el baño y me quedé mirando la foto que me dejó mi tía Leah. Al hacerlo, caí de rodillas sin poder aguantar más.
Comencé a llorar y lloré por horas. Te amo mi grandote. Te amo con toda mi alma... me hice una bolita dentro de ese baño y seguí llorando como jamás en la vida lo había hecho. Estoy cansada de comportarme como si nada pasara en la vida. Estoy cansada de pretender que estoy grande y que soy fuerte cuando en realidad siempre he llorado cuando nadie me ve, siempre he intentado ser el pilar de todos, pero ahora necesito urgentemente un pilar a mi lado. Yo sabía que iba a ser duro estar lejos de mi familia, y si puedo hacerlo. Pero saber que puedo poner en peligro a mi grandote, al amor de mi vida, es demasiado duro.
Y para empeorar el panorama, ahora ¡hasta yo misma puedo estar en peligro! ¿Qué fue lo que yo hice para merecer todas las cosas que me han pasado? He procurado ser buena hija, buena hermana, pero aparentemente nada de eso funciona. Mi mente está demasiado sobrecargada de cosas. Me levanto del baño aún sosteniendo nuestra foto y me tiré en la cama. No sé en qué momento me dormí. Solo sé que sentí que fueron tan solo un par de minutos. Volvía a clases, y debía mantenerme alerta. Por lo que me hice un café bastante fuerte. Miré la foto una última vez y la metí en lo más profundo de uno de mis cajones. Lo siento mi grandote... Pero por tu bien y el mío, no habrá un nosotros, o al menos en un futuro no muy cercano.
Me fui a la universidad y el día iba pasando bastante rápido, de hecho, en varias clases tuve puntos extras porque eran cosas demasiado fáciles. De hecho estoy pensando aplicar un examen que es bastante difícil, pero que me adelantará 2 semestres al menos. Honestamente, necesito mantenerme concentrada y enfocada en otra cosa que no sea mi vida personal, que por cierto es un asco.
Estamos en la clase de anatomía y veo entrar a un hombre tan hermoso, que parecía que había salido de una revista. Alto, ojos azules, rubio y con una sonrisa asesina. Todas las chicas babearon por él. Lo miré y por un momento pensé en mi grandote. Sonreí con tristeza al recordarlo, pero seguí en lo mío. En los próximos segundos lo único que sé, es que el nuevo rostro estaba sentado junto a mí. Lo miré y resoplé ante su sonrisa. Si no tuviese mi sistema sobresaturado de Maximilian Edwards; lo vería como una aparición. Pero lamentablemente no hay lugar para nadie más en mi vida.
La clase de anatomía siguió su curso y continuaba la segunda clase, sin recesos ni nada. De pronto, la copia barata de mi amor hace un comentario... ¿Vamos a pasar corrido? ¡Me estoy muriendo de hambre! Lo miré y reaccioné con un gesto de "poco me importa si tienes hambre o no" volví a lo mío. Las siguientes horas de la tarde, la pase súper distraída. Pensando en lo que había ocurrido. Terminó la jornada de estudio y en cuanto estoy saliendo, la mano de alguien me agarró y entre las caras de las personas, logré ver el brazo estirado de mi nuevo compañero. Lo miré y de inmediato su voz profunda me dijo... Creo que tú necesitas un helado y yo necesito una amiga. Sus palabras me parecían raras… Es la primera vez que me decían algo así. Casi nunca aparte de mi Max nadie lograba leerme de esa manera.
Lo siento -Respondí jalando mi mano- No tengo tiempo para ti y tu cara de niño bonito. Seguí caminando, me subí a mi auto el cual adoro y me fui a mi casa. Hice unas tareas que tenía de las materias que había visto ese día, adelanté otras más, me di un baño y mi teléfono comenzó a sonar. Cuando miro la pantalla Mi grandote... Una videollamada entrante de él. Rechacé la llamada y de inmediato bloqueé el número. Las lágrimas de amargura rodaron por mis mejillas. Me metí a bañar, al salir una llamada perdida de Mía. Yo sé que va a buscar las mil maneras de contactarme, pero como dijo el señor Maxwell, ambos debemos cuidarnos.
Mande un mensaje: Lo siento Mía, pero es mejor que a partir de ahora no nos comuniquemos más. Lo siento, pero es lo mejor. Tu padre me ha hecho entrar en razón... Así que por un tiempo por favor NO TRATES DE CONTACTARME. Dicho eso, también bloqueé su número. Coloqué mi alarma y con el corazón pequeñito de tener que cortar lazos con ellos, me fui quedando dormida.
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Maximilian...
Estoy en el trabajo, pero deseando con todo mi ser que el día pase lo más rápido posible. Hoy ya hice un espacio en mi departamento especialmente para ella. Su foto en tamaño grande, otra más grande de nosotros 2, velas y cosas que sé que le gustan. El día pasó ligero, teniendo que tomar decisiones... Al finalizar el día, me voy a casa tan rápido como el asqueroso tráfico de New York me lo permite.
Al llegar, me baño, me peino como sé que le encanta me quedo sin camiseta, sé que le encanta verme el pecho, así que me dispongo a hacer la llamada, timbra, timbra timbra por tercera vez y me rechaza la llamada. Tal vez va al volante. Cálmate, no te desesperes... Espere 5 minutos y volví a llamar para encontrarme con que la llamada ni tan siquiera conecta. Miro mi celular y creo que hay algún problema con mi línea o algo así. Llamo a Mía... Hey enana... Entonces comienzo a pensar. Si está funcionando bien mi celular, ¿Por qué no me funcionó con mi bebé? Enana ¿hay algún problema con las líneas allá? No idiota... Sabes que aquí nunca pasa NADA. Ya estoy aburrida y no llevo ni un trimestre aquí. Iba a comenzar a quejarse, pero la corté. Espera. Te llamo en 5 minutos. Bye.
Cerré la llamada con Mía y volví a intentar al celular de Priscila y nada. No funcionó. Me aparece desconectado. Maldigo el hecho de no poder comunicarme con ella. Vuelvo a llamar a Mía y le pido ¿Puedes por favor llamar a Priscila? No logró comunicarme con ella. Ya me angustia. Ok. Ok... como siempre tu hermanita va a salvarte el trasero... Hazlo y me avisas por favor.
A los minutos, suena el celular y se que es Mía, porque al número de mi bebé, le puse un timbre especial. Háblame enana... Un silencio cubrió el celular... Hermanito, lo siento, pero ella me, corrección, NOS bloqueo. Te voy a enviar el mensaje que ella me envió a mi.
Al recibir el mensaje, mi ira, mi frustración mi dolor salió a flote. Quebré cuánta cosa pude quebrar, miré nuestra foto y la bajé de la pared. Le dí un beso a esa hermosa sonrisa que lucía en el momento en el que la tomamos, y la guardé en mi closet. Con toda la ira del mundo, tomé mi auto y salí inmediatamente a la casa de mis padres. Tiene que darme una explicación que sea muy buena o por primera vez en la vida mi padre sabrá quién es Maximilian Edwards enojado.