Con un gran y doloroso problema sobre sus hombros, Flavia es acorralada de nuevo, sin embargo, la gran confusión la sumergirá en un mar de sensaciones y dolor. El amor no siempre es claro, el amor es solo amor.
Como toda madre, su principal deseo es velar por el bienestar de su hijo, aun si tiene que hacer cosas que la degradarían a más no poder. Como aquel contrato que firmó, donde a cambio de salvar a su hijo, tendría que darse como pago. Volviéndose así en la amante de su benefactor.
Una vez acabado aquel acuerdo, ya no tendría nada que hacer como aquel hombre que devoró sin piedad todo su ser; sin embargo, la vida caprichosa tenía preparado otros planes.
¿Podrá su herido corazón tener espacio para volver a creer en el amor?
¿Podrá el destino apiadarse de aquella madre abnegada?
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Cap. 10 Flavia, no te apresures
Flavia, miraba al hombre frente a ella mientras que los papeles siguen en el aire, el abogado lo mira un poco nervioso, sabe que estas situaciones son muy difíciles.
—Señorita Flavia, es solo una citación, nadie se va a llevar a los niños hoy y tal vez nunca, si tiene alguna petición o quiere hablar con mi cliente previamente, puede decirme, esto… — fue en ese momento que Flavia reaccionó, y entonces.
—Su…, su cliente, pues dígale a ese bastardo que no le voy a dar a mis hijos, que ni lo sueñe, voy a pelear, voy a, a… — ella dio un suspiro, y trato de calmarse, ese hombre tiene razón, quiere ver cuáles son las intenciones de ese tipo.
—Abogado, dígale al bastar…, a su cliente, que quiero una reunión con él, que sé lo más pronto posible, no quiero que se atreva a seguir con esto — rugió Flavia, muy indignada, está bufando y el abogado solo asintió, dejó los papeles en el escritorio mientras se retira sigiloso, siente que puede recibir un objeto pesado en la cabeza.
Flavia inmediatamente se puso a llorar, estaba terriblemente molesta, Santiago no tenía sangre en la cara, pero después de todo, ella sabe que tiene el derecho, pero que se atreva a ser tan duro y pedir la custodia de los niños le parecía una trampa de lo peor.
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Mientras esto pasaba, Santiago se encuentra en el pueblito “Los Sauces”, recargado en un hermoso auto Maserati, el hombre mira la simple, pero muy cuidada propiedad, hasta que un timbre sonó dentro del lugar.
Santiago estaba distraído, mirando para un lado y otro cuando su celular sonó y al contestar era su abogado informando que Flavia quería hablar con él, Santiago sonrió ante la noticia, así que le dijo que ahora se encargaba él, cuando colgó un poco emocionado, escuchó un sonoro sonido que por alguna razón lo hizo alegrarse más y se emocionó sin saber la razón.
—Tío…, tío Santiago, ¿qué haces aquí?, tío ojos violetas… — Saúl corrió al ver al hombre que le cae muy bien, además que aún siente que lo vio antes.
Santiago se acercó con una radiante sonrisa, cosa que vio su asistente Leo quien está en el auto como chofer y casi se atraganta, Santiago era extremadamente serio y taciturno, verlo ser tan agradable con un niño que apenas conoce lo deja anonadado.
—Pequeño, vine para llevarte a casa, pero podemos tomar un helado en el camino o…, ¿una gaseosa? —dijo Santiago mientras que Saúl se avienta a él abrazándolo, no puede creer que recuerde algo así.
—Tío, una gaseosa grande, pero no le digas a mi mami, ella no me deja tomar mucho, es porque cuando era más pequeño estaba enfermo y el médico dijo que debía cuidar mi alimentación, pero no decía que no podía tomar gaseosas, ¿tú qué dices? — decía Saúl mientras Santiago lo cargaba como si nada, ese muñeco tiene 6 años y aún es muy apegado.
—Puede ser, pero tu mamá sabe cómo cuidarte, lo hace por tu bien, pero no te hará daño de vez en cuando, ¿verdad? — dijo mientras lo bajaba para entrar al auto, una de las maestras vio esto, ya que debían subir al niño al bus escolar, pero no pudo llegar, puesto que el auto se fue de inmediato.
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En la Casona de la Hacienda, Flavia está hablando con Aleida y Gerardo, ella necesita ayuda con esto.
—Flavia, no te apresures, solo habla con él, si el hombre es irracional, no vamos a un tema legal, esta situación, es algo que podría pasar y lo sabes, es su padre, aunque no quieras y cuando decidiste tenerlos, sabías que esto sería una probabilidad — dijo Aleida tranquila mientras Flavia está en negación total, ella no puede creer que él quiera llevarse a los niños.
—No, es solo su maldad, no le importan los niños para nada, solo quiere llevarse a los bebés por su nombre familiar, ellos no tendrían niños fuera del matrimonio o no reconocidos, es más por la peculiaridad de sus ojos, cualquiera sabría que son de esa familia despreciable — dijo Flavia aún furiosa pero menos exaltada.
—Flavia, no creo que él quiera solo lastimarte, si ya sabe la verdad, lo más seguro es que quiera ser parte de la vida de los niños, yo como hombre te digo, la mayoría querría huir más aún si la madre no quiere un acercamiento, así que habla con él, tal vez puedan llegar a un acuerdo antes de ir a la cita, si ustedes llegan ya con un acuerdo entre ustedes las cosas serán más claras —dijo Gerardo mientras mira los documentos, como abogado, puede ver que no hay malas intenciones.
Cuando las cosas se estaban calmando, entró Leila, ella está apresurada y un poco nerviosa.
—Jefa, me acaba de llamar de la escuela de Saúl, me dicen que no subió al bus y que se fue con un hombre, ella dice que un niño se cayó y no pudo reportarlo hace media hora, pero quería avisar que Saúl corrió hacia él directamente y aprecia conocerlo, que se dejó cargar y llevar a un auto de lujo — dijo Leila muy afligida.
Flavia se puso pálida, Saúl era muy inteligente, además que no se va con cualquiera, nunca había dejado de subirse al bus escolar.
—Quiero hablar con esa maestra, quiero detalles, quiero saber todo, llamen a la policía, mi hijo está con un extraño — dijo Flavia furiosa mientras que recibe el celular de Leila para llamar a la mujer.
La maestra al ver el número contestó rápidamente, está asustada, ellos son responsables de subir a los niños al bus.
—Hola…, Señorita Leila, me disculpo, pero solo tengo la matrícula del auto —dijo la mujer nerviosa.
—Habla Flavia Santino, la madre de Saúl Gonsalves, quiero saber si vio al hombre, si tenía alguna señal distintiva — dijo ella, mientras que la mujer estaba más ansiosa al otro lado de la línea.
—Se…, señora, lo siento, estaba un poco alejados, pero el hombre era alto y muy guapo, guapísimo, recuerdo que varias madres de familia miraban para ese lado y me di cuenta de su presencia cuando Saúl estaba llegan hacia él a toda velocidad — dijo la maestra, aunque recordar lo guapo que era la hizo sonreír un poco.
Sin embargo, al otro lado de la llamada, Flavia estaba muda, ¿un hombre guapo, guapísimo?, esa descripción sería para…
Cuando Flavia estaba perdida en el espacio sideral, entra al lugar, Don Mario, casi jadeante, estaba descolocado, ya que no sabía nada de la situación.
—Señora Flavia, es…, es él…, es el presidente Santiago Flabel, y viene con…, con el niño Saúl, pasaron por la entrada principal, ya deben estar por llegar — dijo el hombre jadeante, no podía creer lo que le anunciaban los guardias de ingreso.
(autocorrector travieso)
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