Maldita sea mi suerte, cuando todo era perfecto mi suerte cambia haciendo que mi vida se convierta en una vida llena de miseria.
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capitulo 10
Fátima salió apresurada ella no entendía el porque lo había hecho, de volvió a encerrar en su habitación, después Mari fue a buscarla ya que la señora Nadia la estaba buscando, Mari le informo pues debía apresurarse ya que irían a la ciudad, después de algunos minutos Fátima y Mari bajaron, Nadia ya las estaba esperando al verlas llegar enseguida se marcharon cosa que agradeció Fátima pues no vería a Julio por algunas horas y no tendría que darle explicaciones, aunque el camino tardo más de una hora había valido la pena pues era la primera vez que Fátima visitaba la ciudad nunca antes lo había hecho o al menos no lo recordaba Fátima y Mari parecían dos niñas conocido algo nuevo, Nadia podía ver la alegría de las muchachas, después las llevo algunas tiendas Fátima se quedó boquiabierta pues nunca había visitado alguna, siempre había estado encerrada en el internado fueron pocas veces las que había salido y por lo regular era a hospitales, casa de cuna, asilos pero jamás a una tienda la poca ropa que tenía la había hecho ella pues uno de los talleres era costura y las monjitas del internado tenían reglas muy estrictas ante la vestimenta, para ella todo era nuevo sobre todo cuando entraron a el área de lencería Nadia le mostró algunas pantis, sujetadores y pijamas todo aquello era muy diferente a lo que conocía, Fátima se sonrojo debido a la vergüenza que sentía cosa que no pasó desapercibida por Nadia.
—Creo que es necesario que llevemos algunos de estos ahora eres una mujer casada y debes agradarle a tu esposo —dijo Nadia mientras tomaba algunos coordinados, pijamas un poco reveladoras, después pasaron algunas otras tiendas compraron algunas prendas entre ellas vestidos, jeans, blusas, etc., Después fueron algunas zapaterías dónde compraron varios modelos de zapatos, algunos eran casuales, otros de tacón en fin una gran variedad, comieron en un restaurante de comida rápida era increíble pero Fátima jamás había comido en un lugar como ese, Nadia la miraba con asombro pues no creía lo que estaba viendo cómo era posible que su padre jamás saliera con ella, después de la comida llevo a Fátima a un salón de belleza donde le hicieron un cambio de imagen, cortaron un poco su cabello, lo peinaron, acomodaron su ceja, la depilaron, les hicieron algunos masajes, después de eso Nadia le propuso que se pusiera alguna de la ropa que había comprado, Fátima eligió un vestido con flores de color rosa, con unas sandalias de tacón del mismo color, todo lo que llevaba era de color rosa que hacía juego con su lencería, Fátima se veía acordé a su edad, aunque seguía viéndose muy angelical pero ahora tenían un toque de sensualidad, ya por la noche llegaron a la hacienda, Julio las estaba esperando en el recibidor cuando vio a Fátima no podía creer que se tratara de la misma persona, si antes la veía hermosa ahora más, se podría decir que el se quedó mudo pues no emitió ninguna palabra, Fátima por su parte estaba un poco sonrojada pues había algo en los ojos de Julio que ella podía sentir, Fátima estaba hipnotizada esos ojos tan oscuros la transportaban, tenían como cierta magia que la hacía tener pensamientos impuros, por primera vez si tío el deseo de ser tocada por aquel hombre, sentir sus labios por todo su cuerpo, ella en su mente pidió perdón a Dios pues esos pensamientos no eran de una mujer decente o al menos eso creyó por todo lo que le habían inculcado en el internado, Julio iba hablar pero fue interrumpido por la señora de servicio que les dijo que pasaran al comedor, Fátima y Mari fueron a su habitación a dejar los paquetes y asearse.
—Creo que le gustas a tú marido se le caía la baba cuando te vio — dijo Mari.
—No lo creo el no se fijaría en alguien como yo, a él le gustan las mujeres como Romina, se que ella era la mujer que pidió para ser su esposa, yo solo soy una sustituta —. Dijo Fátima con tristeza.
—Tu eres mucho más linda, la señorita Romina solo está más producida pero no es auténtica —.
—Creo que lo mejor será bajar a cenar ya nos deben de estar esperando —.
En el comedor todos estaban reunidos, todos cenaban en completo silencio hasta que hablo Nadia.
—Como ya le había dicho mañana tendré que viajar, estaré fuera dos meses espero que en ese tiempo aprendan a convivir —.
—Si, madre claro que lo haremos —
—Prométeme Julio que cuidaras muy bien de ella —
—Así lo haré —
—Creo que así me iré más tranquila —
Julio veía a Fátima pero cuando ella lo miraba él esquivaba, era como un adolescente que por primera vez se había enamorado y el cual no sabía expresar sus sentimientos, además el creía que eso no podía ser amor ya apenas la acaba de conocer el amor lleva más tiempo o ¿No?.