En un mundo lleno de secretos familiares, traiciones y sueños rotos, Maite está a punto de enfrentar la decisión más importante de su vida. En el día de su boda, descubre que todo lo que creía saber sobre su familia era una mentira. La verdad sobre su relación con Alex, su futuro y la verdadera razón de su compromiso empiezan a salir a la luz. Maite Descubre que, aunque el amor pueda parecer eterno, las mentiras pueden destruirlo todo, Pero ¿Será el amor lo suficientemente fuerte como para sanar viejas heridas? ¿Será capaz Maite de desafiar las expectativas y construir su propio destino, o cederá ante las presiones de aquellos que la rodean? Acompaña a Maite en su viaje hacia la verdad y la libertad, en una historia llena de giros inesperados, decisiones difíciles y la búsqueda de su propio futuro.
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Dos años después
Extraño mucho mi país, Dios sabe cuánto.
Miro el encabezado de un artículo que me envió Loren. Este texto habla sobre mi familia y mi hermana:
La joven Samantha de la familia Villareal está comprometida con el joven Saúl Romero.
Una sonrisa de desprecio se dibuja en mi rostro al ver la imagen de mis padres junto a mi hermana menor. No puedo creer que se vaya a casar con ese hombre. Mis padres, como siempre, nunca cambian.
Dejo el celular a un lado y camino hacia el salón donde me esperan Juan y Anna.
—Princesa, ¿por qué traes esa cara? —pregunta Juan mientras hace espacio para que me siente junto a ellos.
—Mi hermana se comprometió —respondo sin ánimo.
—¡Qué felicidad por ella! ¿Vas a asistir a la boda? —pregunta Anna curiosa.
—Aún no lo he decidido.
La verdad, si no fuera por el artículo, jamás me habría enterado de esta boda. A pesar de que somos hermanas, nunca nos hemos llevado bien. Mamá siempre le prestaba más atención con el argumento de que era la más pequeña y porque "se parece más a ella". Papá tampoco ayudaba mucho, siendo tan afín a mamá. A veces, me pregunto si no seré adoptada.
Después de las clases, me despido de mis amigos y decido caminar por el parque para despejarme. Me siento en una banca frente a un hermoso río, disfrutando de la tranquilidad del paisaje. Mientras miro el agua, siento un lametazo en mi mano.
Un hermoso pastor alemán está frente a mí, moviendo la cola con entusiasmo. Una sonrisa cruza mi rostro mientras acaricio su cabeza. Miro a mi alrededor buscando a su dueño, pero no veo a nadie. En su collar hay una placa con su nombre:
Maxi.
Teléfono: 45******.*
Calle 12****.*
Tomo mi celular y marco el número. Después de varios tonos, una voz mecánica da paso a una masculina y cálida.
—Hola, ¿hablo con el dueño de Maxi? —pregunto.
—Sí, ¿dónde está? ¡Se perdió hace horas! —responde, emocionado.
—Estamos en el parque hyde park , frente al río.
—¡Muchas gracias! Por favor, no se mueva; enviaré a alguien por él.
—Claro, no se demore, por favor.
Cuelgo el teléfono y continúo jugando con Maxi, quien se recuesta en mis piernas.
—Eres muy bello, pequeño. Qué perrito tan lindo —susurro mientras él mueve la cola feliz.
Unos minutos después, un hombre mayor se acerca a nosotros.
—¡Maxi! —llama con una sonrisa, y el perro corre hacia él emocionado.
—Señorita, muchas gracias por cuidar al perrito del joven amo. Maxi es muy travieso —dice el hombre.
—No hay de qué. Es un perrito muy tranquilo. Me alegra haber podido ayudar.
El anciano asiente y, antes de irse, me entrega una tarjeta.
—Este es el número del joven amo. Está muy agradecido con usted. Si necesita algo, no dude en llamarlo.
Se despide y se aleja con Maxi hacia la salida del parque.
Me quedo mirando la tarjeta. El nombre me llama la atención: Cristopher Orwell. Jugueteo con ella un rato, pero al final decido botarla en el basurero más cercano.