Sahara es una chica dulce y amable, que para salvar la vida de su hermana tuvo que entregarse a un mafioso; pero ella se equivocó, da todo por una familia egoísta y esa decisión cambia su vida, ahora ella tiene que empezar a vivir sola, a valerse por si sola, sus problemas empiezan con esa desicion.
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CAPITULO 10. el día llego
Sahara se le quedó viendo, mientras que él no dejaba de ofenderla, de hacerla ver como la peor mujer, haciéndolo propuestas indecorosas, mientras que la mayoría de los trabajadores del hospital la observaban, se reían de ella, hasta que escucho la voz molesta de Mariela.
Mariela molesta dijo.- Tú vuelves a decir algo malo de ella y te las vas a ver conmigo, así que déjala pasar, antes que me hagas enojar a mí y yo si puedo hacerte echar de aquí, a nuestro jefe le va a encantar saber que tiene a un acosador, ardido, que no pudo superar un rechazo y ahora se desquita subajándola, tratando de hacerla menos, haciéndole propuesta indecorosa a pesar de qué sebe que está embarazada; tú dirás le marco para informarle o nos dejas pasar.
Médico con ironía exclamó.- Cálmate, Mariela, yo solo estaba haciéndole plática a la señora Sahara, no es para que te enojes o inventes cosas de mí; dejemos en paz al jefe, no hay que molestarlo con este tipo de cosas, sabes que tiene el genio en sima, solo arias que nos metiéramos en muchos problemas, hasta tu amiga puede salir perdiendo.
Mariela tranquila dice.- Sahara, está bien, no has cometido ni un solo error como médico pasante y el jefe sabe muy bien cuál es su contrato; ahora déjanos pasar y que sea la última vez que la molestas.
El médico se hizo un lado para dejarlas pasar y todos los observadores se empezaron a reír, pero de él, algo que lo molesto mucho; Mariela llevo a Sahara al baño y ahí empezó.
Mariela estaba molesta, cuando le dice.- Sahara, estoy molesta contigo, dime ¿por qué dejas que te hable y trate así?, tú no debes de dejar que nadie te trate de esa manera; mira, yo no voy a poder estar siempre a tu lado, por eso tú tienes que defenderte, no puedes seguir agachando la cabeza. Es cierto, estás embarazada, pero no significa que has hecho algo malo, tú sabes lo que paso y no es algo que tú hayas hecho mal, a nadie debe de importarle tu vida; por favor que sea la última vez que te dejes humillar y no te preocupes por el trabajo, mientras lo hagas por defenderte, nadie te va a decir nada.
Sahara le dio las gracias y le prometió que no volvería pasar, que no volvería a permitir que le faltan el respeto; Mariela después de su fuerte regaño la dejo sola, el resto del día fue tranquilo, hasta que estaba por salir, que el director general del hospital llego directamente con ella. Ella al saber quién era se pone nerviosa, nunca espero verlo ahí y menos buscándola; Sahara lo saluda con educación y el director algo inquieto e inseguro le dice.
Director general algo nervioso dice.- Señora Sahara, vengo a pedirle una disculpa por lo que paso en la mañana, le prometo que no volverá a pasar; también me gustaría saber que le hace falta, por favor dígame y por favor, no reporte esto al jefe, yo no he tenido la culpa, yo le prometo que no volverá a pasar.
Sahara tranquila exclama.- Director, no esperaba verlo aquí, no tiene que preocuparse, sé muy bien que no es culpa de usted, además ya todo se aclaró; no va a tener que preocuparse por otro escándalo, aquí en el trabajo, prometo ser más profesional.
El Director general le responde.- no tienes por qué disculparte, yo debí ponerle un alto al médico desde el principio; solo olvidemos este mal rato y por favor solo dime ¿Qué te hace falta en el trabajo?
Sahara insegura le dice.-Director, si no es mucho pedir, podría cubrir tiempos, ya tengo un contrato indefinido, no entiendo ¿Por qué no puedo cubrir horas?
El director tranquilamente exclamó.- Señora Sahara, me comunicaré con los de recursos humanos, para que le den las horas extras que usted pida.
Sahara se sintió emocionada y le dio las gracias, después de su plática, el director solo se marchó, dejándola sola, desde ese día ella se quedaba a cubrir horas; sus días se convirtieron rutinarios, trabajaba de 7 am, terminaba a las 2 pm y toma el turno siguiente de 2 pm a 10 pm, después iba a la parada de camiones y tomaba el camión de regreso. Siempre que llegaba estaban por ser 1:30 am, llegaba agotada y subir esas escaleras era su mayor tortura, estando embarazada, el cansancio de estar parada casi todo el día, cuando llegaba a su departamento, llegaba directo a la cama, sin quitarse la ropa solo se recostaba y se quedaba dormida.
Así pasaba la mayoría de los días, en su día libre, Mariela siempre lo pasaba con ella, llevaba frutas, verduras, siempre le llenaba el refrigerador y sopa para comer con ella; la cuidaba muy bien, siempre estaba al pendiente de ella y su embarazo, le hacía un ultrasonido cada que podía, solo para ver cómo iban los bebés. Para Sahara era su mejor amiga, alguien en la que podía confiar, se sentía segura a su lado; pero la verdad era que Mariela estaba enamorada de ella en secreto, se había convertido en su amor platónico, aunque ella sabía que nunca podían estar juntas y que Sahara nunca la miraría como una pareja, ella se conformaba con estar a su lado, con verla feliz.
Los meses seguían pasando y uno de esos días de lluvia con fuertes truenos, Sahara estaba en el hospital echa un mar de nervios, le tenía miedo a los truenos hasta el punto de hacerla llorar; por su embarazo no podían darle tranquilizantes, pero Mariela se la llevo a su consultorio, donde la estuvo abrazando y le puso música relajante para que no escuchara los fuertes rayo en el cielo. Ese día para Sahara fue el peor, tener que calmarse por sus bebés, controlar uno de sus peores miedos fue lo más difícil; al final Mariela le dio unos auriculares para que cada que pasara eso los usara y olvidara todo a su alrededor, ese día no cubrió horario se regresó a su departamento después de su turno, solo quería descansar y no pensar en nada.
Cuando cumplió los 8 meses de embarazo, la de recursos humanos quiso mandarla a casa, pero ella no lo quería, estar en casa sin hacer nada, no iba a ser bueno para ella; con el apoyo de Mariela, logro que no la mandaran a casa, hasta que sus bebés nacieran. Los últimos tres meses para ella fueron difíciles, subir a los camiones con su enorme vientre, bajar y subir esas escaleras son sus pies hinchados; pero a pesar de todo nunca se rindió, nunca se dejó deprimir, siempre trato de estar positiva, más que por ella por sus bebés que no podían venir al mundo siendo ella una débil, ella tenía que luchar para hacerlos felices.
Mariela, en 8 meses de embarazo, la llevo a comprar ropa para sus bebes, a un lugar donde vendían cosas muy baratas; Sahara estaba emocionada con toda la repita que miraba y como ya sabía que iban a ser sus bebés, uno sería niña y el otro niño, ella compró todo en pares la mayoría en colores neutros, también compro biberones, pañales, cremas, talco, todo lo indispensable para sus bebés. Después de un largo día de compras regresaron al departamento, se había gastado algo de dinero en lo que compro, pero no le importo, era algo necesario para sus pequeños; pero ella se olvidaba de algo importante y eso era ella misma, hasta que Mariela se lo hizo ver, ella le regalo ropa, durante el embarazo y para después del embarazo, le recordó que nunca debe de olvidarse de ella misma, que a pesar de que va a ser madre, no va a dejar de ser mujer y debes en cuando es bueno tener su momento para ella.
Esa tarde y parte de la noche, las dos se consintieron, metiendo sus pies en agua tibia que Mariela preparo en dos cubetas, después se masajearon los pies mutuamente, se pintaron las uñas de las manos y pies, se pusieron una mascarilla en la cara; se dieron un día para ellas, pero para Sahara era algo realmente necesitaba, su momento en donde solo se concentrara en ella, en consentirse un poco.
Por fin los 9 meses se habían llegado, Sahara paso con su amiga y ginecóloga Mariela, para ver como estaban sus bebés; Mariela le dijo que tenía que quedarse ya en el hospital, aunque los resultados daban para 10 días, no quería arriesgarse, a que su parto iniciara en su departamento.
Sahara entendió bien lo que le decía y acepto, solo que tenía que ir a su departamento por la ropa, para ella y sus bebés, le prometió que se internaría al día siguiente; ella regresó a su departamento, eran ya las 8 pm cuando llego y justo en ese momento empezó a llover, ella se encerró en su departamento, se sentó en la silla, se puso los auriculares, para no escuchar la tormenta, ni los rayos que tanto miedo le daban. Estaba cansada y solo quería irse a recostar, pero siendo su techo de cristal, sabía que no podía ir porque miraría cada rayo en ese cielo oscuro y tenebroso.
Sería su mala suerte o simplemente su miedo de ese momento, pero su parto empezó, sus dolores empezaron fuertes, tanto que ya no pudo salir del departamento; ella sabía que no iba a poder bajar esas escaleras sola y no tenía de otra más que dar a luz ahí mismo. Contó sus contracciones y con mucho trabajo lleno una cubeta chica de agua y la vertió en una cazuela algo honda que tenía ahí, gracias a Mariela, que la llevo para hacer una sopa hace días; ella no sabía que le causaba más miedo, si los truenos en el cielo o dar a luz ahí sola, pero algo era seguro no iba a llorar, sus bebés tenían que nacer, ella no podía ser una cobarde y solo pensaba, si muchas mujeres del pasado dieron a luz en casa y solas, ella también tenía que poder, sin importarle nada, lo tenía que lograr.