— nadie va a quitar tu lugar como mi señora, no es para tanto.
Respondió el mientras sostenía a otra mujer en sus brazos.
Ella se burló
— no necesito ese lugar de porquería.
En su mente solo necesitaba vengarse, quería quitarle lo que más le importaba, por lo que busco a quien podía ponerlo en su lugar.
— ¿seré entonces tu herramienta?
Pregunta el hombre con tez pálida, se notaba mucho que estaba enfermo.
— si
Respondió ella
— estoy de acuerdo en serlo.
Ella no lo amaba,solo era su medio, quien diría que su plan sería totalmente destrozado.
— aléjate
Dijo ella empujándolo, el tomo su cabello y lo beso con ternura.
— digiste que sería tu herramienta.
Sus ojos fríos la recorrieron, ella tembló.
— no quiero una herramienta que no pueda manipular.
— entonces te dejare hacerlo, pero recuerda, eres mi mujer no soy muy paciente cuando miras a otros hombres.
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cap. 9
Eduardo no podía estar con ella muy seguid, aveces solo se reunian para comer, por lo que en su tiempo libre decidió regresar haber a su familia.
El Bentley negro llegó a la villa Soriano, el chófer abrió la puerta para Cristina.
— La esperaré aquí mi señora.
Ella Asintió y se acercó a la puerta, cuando iba a tocar, al lado derecho del jardín, vio a una persona no deseada.
Lucero que caminaba hacia la puerta también la vio.
— Cristina, cómo estás el día de hoy.
Dijo mientras movía sus caderas al acercarse.
Cristina no cambio su rostro, pero señaló su abdomen.
— Debes aprender a caminar o lastimaras al bebé en el vientre.
Lucero se detuvo, solo quería mostrarle a Cristina su hermosa figura, pero ahora la regaña.
— Cristina, veo que te preocupas mucho por mi hijo, mi niño no necesita una madrastra.
— Lo sé, pero las otras mujeres no lo saben.
Dijo mientras se giró para entrar a la casa.
Lucero estaba llena de ira, detuvo su mano y dijo.
— no sé de qué te jactas, te casaste con alguien enfermo que morirá pronto.
Ella la miro de arriba hacia abajo.
— pero no te preocupes, como señora Soriano si me ruegas te apoyaré *tía en ley*.
Remarco las últimas palabras, Cristina realmente no quería discutir con este tipo de mujer, si supiera que sus constantes burlas tiene huecos por dónde atacar lo pensaría dos veces.
Ella Asintió.
— Entiendo, me llevaré bien con la señora Soriano, pero tal vez está no seas tu, después de todo solo le darán estatus al niño, en cuanto a ti….
Lucero recordó la cena de anoche, Guillermo no le dio su estatus de novia, ni prometida.
— ¡¡No soy como tú, no dejaré que alguien me lo quite!!
— buena suerte con eso.
Sin querer hablar más, alejo su mano de ella y abrió la puerta.
Lucero la interceptó de nuevo, la paciencia de Cristina se agotaría Pronto.
— La tía me odia
Pregunto con un rostro triste y voz lamentable.
Cristina negó y dijo.
— No te odió, ya que me ayudaste aquitarme de encima a una escoria, ese día en el hospital, así que te dejare ir hoy, si tus juegos continuan no me culpes.
Los ojos de lucero se abrieron con sorpresa, luego la miro con odió.
— Además recuerda que estás con Guillermo por el niño, si el bebé se pierde no serás nada, solo te lo acuerdo amablemente.
Ella solo quería recordarselo, una vez creyó que ser la prometida de ese hombre, le daría estatus y respeto, pero solo recibió burlas de las amantes.
Ella apartó a Lucero, ella retrocedió un poco, pero su pie se dobló y cayó al suelo.
Todo se quedó en silencio, ninguna de las dos hablaron, pronto un gemido de dolor vino de ella.
— Tía, por qué quieres matar a mi bebé, que te hice.
Dijo agraviada, Cristina puso los ojos en blanco.
El chófer que veía desde lejos frunció el ceño, también noto que la mujer se torció el pie, su señora no tuvo nada que ver, aunque de hecho parecía que la señora la había empujado, pero el era un guardia bien entrenado por la familia salva.
— Quieres herirme por qué llevo el bebé de Guillermo, sabía que me odias pero el niño no tiene nada que ver.
Las lágrimas corrían por sus mejillas, mostrando lo lamentable que era.
Cristina no quería seguir perdiendo el tiempo, y se giro para entrar.
El ruido había hecho que Guillermo que estaba dentro saliera, sus ojos se encontraron, Guillermo vio a Lucero en el suelo llorando y no le hecho una segunda mirada
Cristina iba a pasar junto a el, pero el tomo su brazo.
— Soltar
Ordenó ella, al ver sus cejas fruncidas, el quería tocarlas, siempre lo hacía cuando ella estaba enojada, antes de que el la tocará, ella aparto su mano bruscamente.
— Recuerda que ahora soy tu tía, respétame y no me toques a tu voluntad.
Su voz era fría, el rostro de Guillermo se oscureció, su mandíbula se endureció.
El la apartó un poco guiándola hacia el jardín de atrás, conocía la villa Soriano cómo la palma de su mano.
El jardín detrás de la villa, estaba muy bien cuidado, varias hileras de flores de un color diferente hacían un hermoso paisaje.
— Suéltame.
Dijo enojada mientras se zafa de su agarre.
— No me importa si lastimas a Lucero
Dijo mientras masajeaba su cien.
Cristina no podía creerlo, esa mujer llevaba a su hijo, pero a él no le importaba que la lastime.
— Ella lleva a tu hijo.
— Y tú eres mi mujer
Ella se burló.
— Soy tu tía, soy la mujer de tu tío no tuya, después de todo por eso me enviaste haya.
— No te envié ti, en vie a tu hermana.
— Era mi hermana pequeña, grandísimo bastardo.
Ambos se miraron con dagas en los ojos.
Al recordar las palabras anteriores de Cristina, Guillermo miro el cuello de su camisa.
Ella se alejo un poco, la mirada de Guillermo parecía la de un loco.
Al verla retroceder, se acerco y abrió su camisa, de hecho había varias marcas rojas en su cuello.
La cuerda de racionalidad de Guillermo se rompió.
— Lo hizo ese hijo de pu**
Grito mientras apretaba su muñeca, ella frunció el ceño después de todo no era broma la fuerza de Guillermo, sentía que su muñeca se rompería en cualquier momento.
— ¿si no fue el quien más? Suéltame.
— Desde hace cuánto te volviste su mujer.
No le prestó atención a la voz de Cristina.
— Eso no debería importarte, tendré el hijo del tío… El hijo de Eduardo, muy pronto estará en mi vientre, tal vez ya lo este.
Guillermo quería encerrarla y castigarla, esta mujer era suya, pero se contaminó con otro hombre, cómo se atreve.
— Esto es lo que querías ¿verdad Cristina? querías cabrearme tanto, lo conseguiste, que quieres, dímelo y te lo daré, quieres que ella aborte, haré que lo haga
El tomo el rostro de Cristina entre sus manos.
— Eres mi esposa, eres la mejor para el puesto, la señora Soriano solo puedes ser tu, todo te pertenecerá, solo… No des a luz a su hijo.
Su voz sonaba agraviada,
Cristina no dijo nada, solo quería marcharse y dejar a este hombre horrible lejos de ella.
— Sabes que ella dañará su cuerpo si aborta.
— No importa, trato de tomar un lugar que era tuyo, ella se cree especial.
El resoplo y dijo mirando los ojos de Cristina.
— eso fue lo que te enojo y hizo que hicieras tantas estupideces, así que adelante ve y véngate.
Ella no podía creer lo que decía, venía enojada desde hace tiempo, lucero solo fue el detonante, pero el fue la causa, además solo con ver cómo trata a esa mujer, podía ver el futuro que iba a tener si seguía con este hombre.
— aleja
Apartó sus manos, el la volvió a tomar y intento besarla.
¡Bofetada!
Luego golpeó su entrepierna, el cayó al suelo.
— Soy tu tía respétame.
Luego se alejo.
— ¡Cristina!
Él se está revolcando de la rabia, de saber que está cocinando para otro jajajajaj