Teresa es una joven de campo que se enamora del hijo de su patrón, este se tiene que ir a la ciudad por sus estudios y le promete que regresará para casarse con ella...
Su corazón se rompe cuando él llega y no lo hace solo, sino con una joven modelo, quien llama su prometida y les dice que está embarazada...
Unos días después ella decide casarse con su mejor amigo quien está enamorado de ella desde niños, pero sucesos terribles la hacen quedar viuda a poco tiempo, al quedar sola y a cargo de la herencia de su esposo, su determinación la lleva a convertirse en una fiera para defender su honor y no bajar la cabeza ante nadie. ¿Quién fue el asesino de su esposo? ¿Quién es el que quiere verla arruinada?
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Nuevo hogar.
La familia Machado junto con Pedro Emilio tomaban una avioneta que los llevaría a la ciudad, su estadía allá sería un secreto, todavía no tenían en mente el momento de retorno, para Teresita parecía una huida, en cambio, sus padres estaban ajeno a todos los problemas que los rodeaba.
La hora paso rápido y llegaron a la ciudad, se encontraron con los padres de Pedro Emilio que los esperaban, habían alquilado dos autos para ir por ellos, subieron sus maletas y unos minutos después llegaron a una residencia muy bonita, con un jardín deslumbrante.
Don Augusto: sean bienvenidos a su nuevo hogar.
Don Teófilo: ¿nuestro nuevo hogar?
Doña Tatiana: Así es, mi querido hijo nos encargó está residencia para ustedes, nosotros vivimos acá al lado, somos vecinos, la casa de Pedro Emilio está a una cuadra de acá, no pudimos lograr encontrar una más cerca.
Pedro Emilio: aun así estaremos cerca madre.
Doña Florencia: pellízcame viejo, todavía no creo esto.
Don Teófilo: ni yo.
Don Augusto: mi hijo ya tenía preparado esto desde hace mucho tiempo, creo que desde niño deseaba casarse con Teresita.
Teresita: ¿cómo? (lo mira asombrada)
Pedro Emilio: papá, me avergüenza delante de mis suegros, la casa la compré hace mucho, pero ahora que nos vamos a casar quería dártela de regalo.
Teresita: estás haciendo mucho por mi Pedro Emilio.
Pedro Emilio: te mereces esto y mucho más, amor.
Teresita: gracias (solloza de felicidad abrazándolo)
Ahora puede darse cuenta de que tomó la decisión correcta cuando aceptó a Pedro Emilio, valió la pena tanta insistencia, su cariño por él crecía indudablemente cada día más, ahora quería pasar el resto de su vida junto a su mejor amigo.
Una vez instalados en su nuevo hogar, Pedro Emilio les explicó que él se quedaría junto a sus padres, pero luego de la boda ellos se mudarían a vivir juntos, después les dijo que volvería para la hora de la cena, así se retiró junto a sus padres para dejarlos descansar.
Luis José, por otra parte, no entendía a su esposa, cada vez lo dejaba más exhausto, desde esa noche que la dejó sola en la posada, no ha hecho más que buscarlo para tener sexo donde sea, ya lo han hecho en el baño, en la cocina, en el establo, en el jardín una noche que todos dormían y pare de contar, no solo lo hacían dos veces, ella era imparable, parecían conejos en celo.
Creía que lo hacía con la intención de que no se le ocurriera buscar a otra mujer, así que antes de que se volviera a aparecer en su oficina, tomo su sombrero y salió al establo a buscar un caballo que lo llevaría a la casa de Pedro Emilio.
El camino se le hizo eterno, ya el sol estaba bajando, dando paso a un atardecer, sus ojos se deleitaban con las luces naranjas en el horizonte, la brisa cálida y el trote de su caballo lo hacía sentir muy bien.
Al llegar a la cerca de la casa, vio un hombre que nunca había visto por esos lugares, la casa a su distancia se veía en penumbras, el silencio y la ausencia de personas le daba una mala espina.
Luis José: Oye tú.
Casero: dígame joven.
Luis José: necesito hablar con Pedro Emilio, llamalo.
Casero: disculpe usted joven, pero en esta casa no se encuentra nadie, yo solo soy un casero que vino a cuidar la casa por un tiempo.
Luis José: ¿sabe a dónde fueron?
Casero: tengo entendido que se mudaron a la ciudad, el joven estaba apresurado por casarse con su prometida, se fueron hoy por la mañana.
<<¡Mierda!\>\> grito mentalmente, había llegado tarde, si no fuera por los trabajos acumulados y la insoportable de su esposa hubiese dado con el paradero de Teresita... Pero un momento, ¿Acaso dijo que se va a casar con su prometida en la ciudad?
Luis José: una pregunta más.
Casero: sí, dígame.
Luis José: la joven con quién se va a casar ¿usted pudo verla?
Casero: Ah si, la joven rubia que estaba viviendo aquí con él desde hace unos meses, seguro la debe conocer, su familia trabajo para los Mendoza hasta hace un tiempo.
¡Maldición! Se repetía una y otra vez, está vez el estúpido de Pedro Emilio le había dado una desagradable sorpresa.
Luis José: gracias.
Casero: a la orden joven.
De mala gana Luis José se devolvió por dónde llegó, aunque no quería llegar a su casa, se sentía frustrado de no tener a Teresita entre sus manos, esa condenada mujer siempre lo sorprendía de mala manera, su rabia lo llevó a un bar del pueblo, se desahogo con una botella de whisky y una dama de oficio, no tenía ánimos de tener sexo, solo pudo observar como aquella mujer movía sus caderas encima de él, así quería tener a Teresita, dándole placer y meneándose en contra de su cuerpo.
Tenía que idear un nuevo plan, Pedro Emilio no podía quedarse con la mujer que él quería, había peleado con él desde que eran amigos, cuando le confesó sus sentimientos, le dió mucha ira saber que quería a la niña de sus sueños, así que rompió su amistad mandandolo al diablo y se dedicó a enamorar a Teresita, lo había logrado hasta que ella hizo esa estúpida promesa, luego se fue a la ciudad olvidándose de todo, volviendo para cagarla una y otra vez con ella.
Pronto cobraría cuentas a ese idiota, pronto esa mujer no tendrá opción que correr a sus brazos y entregarse a él, lo ha jurado en la tumba de su padre y aunque los juramentos se hicieron para romperse, ese es el único que quiere y desea cumplir.