Un Secreto Para Ambos

^^^Antonella De angelis.^^^

Fue un impulso que no pude controlar, luego de la fiesta por mi primer libro publicado por una de las mejores editoriales de Italia, Matteo y yo volvimos a nuestra casa.

Decidimos seguir celebrando en la sala de estar, ambos sentados en el hermoso sofá gris para tres personas. Él con su típica copa con su vino favorito y yo con un refresco, Matteo no me permitía beber alcohol, al menos no por ahora.

Los cigarrillos también estaban estrictamente prohibidos hasta que alcance la mayoría de edad, aunque no planeaba empezar después de cumplir los 18 años, no necesito empezar a fumar para saber que no me podrían gustar.

Siempre odie el olor del humo que salía de la boca de Carina cada vez que ella decidía fumar en mi presencia.

—¿Papá?.—Pregunté en un suave susurro.

Le había dejado bebiendo solo para ir a buscar otra lata de refresco y en ese corto plazo de tiempo Matteo se quedó dormido en el sofá, con la copa vacía aun en su mano derecha.

—No te duermas aquí, debes irte a la habitación.—Dejé mi refresco en la mesilla de noche al igual como lo hice con su copa.—Vamos Matteo, no puedo cargarte yo.

...Le moví levemente, pero no había resultado....

Se había quitado la parte superior del esmoquin y ahora con su cabello desordenado, camiseta blanca y desaliñada le hacían ver perfectamente joven y atractivo. Una mezcla de madurez y juventud que hacía latir mi corazón con fuerza.

...Me acerqué y susurré en su oído....

—Me gustas Matteo.—Confesé en un hilo de voz y no pude controlar mis deseos cuando puse mis dedos en sus labios para sentir la textura de estos.

No debería haber hecho lo que hice con él durmiendo, estaba mal y me estaba aprovechando de su vulnerabilidad, pero aun así le besé.

Roce mis labios con los suyos con casi demasiada gentileza, evitando algún movimiento brusco para no despertarle.

Me incline hacia él, con una pierna en el sofá entre medio de las suyas y pase mi lengua por sus suaves y dulces labios. Mi corazón golpeó contra mi pecho con demasiada fuerza y mi juicio se había nublado ante las nuevas sensaciones que estaba experimentando.

Le entregué mi primer beso a mi padrastro y este nunca debería descubrirlo, tiene que ser un secreto que debo llevar a la tumba.

—No despiertes.—Supliqué cuando puse mis labios en los suyos una segunda vez, mientras mi mano permanecía en su firme pecho para no perder el equilibrio.

Me gustaría hacer algo mucho más que besar, pero sé que mis deseos más íntimos nunca serán escuchados y atendidos como me hubiera gustado que lo fueran.

Di un pequeño suspiro de dolor cuando me vi con la obligación de alejarme para finalmente despertarlo.

—Papá, no puedes quedarte a dormir en el sofá.—Reproche con firmeza, aumentando mi tono de voz para lograr despertarle.

—Que..—Frunció su ceño para adaptar sus ojos a la luz del cuarto.—¿Antonella?

—Te quedaste dormido mientras buscaba otro refresco para mí.—Le informé.—Ya es tarde así que dejemos la celebración aquí y vete a dormir a tu habitación.

—Suenas como mi madre.—Rascó su nuca mientras se levantaba del sofá con demasiada inestabilidad.

—Estás muy ebrio.—Me burlé.

Matteo hizo un gesto de manos para restarle importancia a su estado y se fue a su respectiva habitación para volver a dormir.