Matrimonio Imperfecto

Gael

Por más que estuviera bastante enojado con la forma en que August me trató, el hecho de que viniera a mi habitación, incluso sabiendo que fue por orden de su padre, sentí que toda la rabia acumulada se había deshecho.

Que un hombre de ese calibre llegara a disculparse por su ignorancia, fue más que satisfactorio. Me sorprendí cuando acabó besándome de forma lenta. Parecía incluso cargar un sentimiento de que le gustaba, bien en el fondo.

Abriendo mis ojos despacio, mi mano ya fue directamente al celular para mostrarme qué hora era. Marcaban las 5:30 de la madrugada. Girando hacia el lado vi que August ya no estaba acostado a mi lado. Acabé recordando minutos después que él tenía una rutina de siempre hacer carreras y entrenamientos durante ese horario.

Me levanté y vestí una blusa de abrigo. Estos horarios suelen ser helados. Fui hasta la sala para ver si lo alcanzaba antes de salir. Allí estaba él, sentado en el sofá terminando de calzar sus zapatos deportivos. Intenté andar lo máximo lento posible para que no percibiera el gran susto que le daría. Pero no funcionó cuando escuché:

— ¿Por qué te estás aproximando de forma tan cautelosa?

Nunca imaginé que él podría escuchar el mínimo ruido posible.

— No era mi intención. Solo quería asustarte.

August se giró. Los cabellos peinados hacia atrás lo dejaban extremadamente sexy.

— Esfuérzate más la próxima, y tal vez lo consigas. Bueno, me estoy yendo, ¿por casualidad quieres experimentar cómo es correr por las calles en la madrugada?

Este pedido viniendo de él me pareció extraño en relación con su tipo personal. Pero no rechacé la oportunidad de estar lo más cerca posible de él.

— Iré a vestirme y ya vuelvo.

Usé un par de ropa para ejercicios físicos. Raramente las uso, estoy bastante sedentario últimamente.

Aceptar esta salida con August no fue una gran idea. Él corrió cinco cuadras enteras, casi todas las plazas, calles y parecía ni cansarse. Mi cuerpo estuvo a punto de entrar en convulsión, paré varias veces para tomar aire. August estaba a tiempo de irse sin mí.

Así que llegamos, yo no aguantaba más, en mi cuerpo no se movía más ni un dedo mientras él, hizo unas veinte flexiones para cerrar el cardio.

Eso explica la totalidad de músculos, resistencia y tamaño.

— Eres muy blando Gael. De ese modo será difícil probar otras cosas.

Paré por un instante pensando en lo que él se refirió.

— ¿Qué otras cosas?

— Nada, hablé sin pensar. Creo que es mejor que vaya a tomar un baño.

Salió sin decir más nada. ¿A qué exactamente él se estaba refiriendo? La única cosa que conseguí pensar fue en la posibilidad de alguna vez tener sexo. Pero no podría ser eso, tengo casi certeza de que él no querría hacer eso luego conmigo. O puedo estar engañado. Solo hay una manera de descubrirlo.

Aún con el poco de fuerzas que me restaban, en la habitación me quité mis ropas y me enrollé en la toalla. Necesitaba recomponer el cuerpo. Abrí la puerta del baño, él no la había cerrado con llave.

— Mierda — Se giró bruscamente — ¿Qué mierda estás haciendo aquí? ¿Dónde está el límite de privacidad?

— ¿Privacidad? — Cerré la puerta — Pero yo ya vi y toqué eso que tienes ahí entre las piernas.

Miré para su polla. Impresionado en cómo aquello aún cupo en mi boca. Ya hice otras mamadas, pero ninguna dejó de quedar la otra mitad por el lado de fuera.

— Tengo la sensación de que me estás comiendo con los ojos Gael. ¿Por casualidad quieres acariciarlo? Entonces déjalo duro ahora mismo.

Apuntó para su propia polla. Sentí mi cuerpo entero calentarse con esa pregunta. Confirmé ya tocándolo. Conseguí hacerlo quedar duro.

August gemía ronco en la medida que mi lengua deslizaba por la extensión del glande. Era una sensación increíble hacer eso con él, al punto en que yo no me cansaba en momento alguno. Eso acababa dándome coraje de entregarme a él. Creo que me estoy enamorando.

Las cosas comenzaron a calentarse en el baño después de que August había eyaculado con mi boca y aún continuaba duro como piedra. Mi toalla ni marcaba más presencia, fui puesto contra la pared de espaldas para August.

Su rostro apoyaba en mis espaldas en la medida en que deslizaba los labios por la extensión. Luego la mano de él fue hasta mis nalgas, masajeando y apretando un poco. Casi eyaculé, soy sensible a toques.

Cuando el dedo de él amenazó querer entrar en mí, me giré rápidamente.

— Aún no estoy listo para eso.

Pensé que él iba a hablar varias mierdas para mí por cortar el clima, pero no fue lo que sucedió. August simplemente dijo:

— Comprendo. No es necesario que te fuerces a eso. Para todo hay un tiempo. Admiro que aún seas virgen.

Tapé mi rostro con las manos sin saber dónde meter mi cara de tanta vergüenza. August jaló mis manos para ver mi rostro.

— No lo tapes.

Él apoyó los labios cerca de mi cuello y comenzó a chupar. Segundos después sentí sus dientes. No aguanté y solté un gemido.

— Paramos por aquí. Ve a tomar tu baño para relajar el cuerpo.

Me quedé allí, con varios pensamientos en la cabeza. Él actuando así me daba un cierto miedo de que futuramente esto pueda acabar y ser apenas una ilusión. August no es tan fácil de leer.