Desde Que Te Vi (Saga 1)

Santiago Vólkov

Luego de la plática que tuve con mi hermano, me dirigí hacia la empresa para empezar mi primer día como presidente. Al ingresar en esta, solamente habían uno o dos personas aparte de los guardias porque es bien temprano y la jornada aún no comienza.

Cuando llego a la última planta para mi sorpresa, está Mía Oslo, quien será mi nueva secretaria. Ella al verme, me da los buenos días y yo a ella. Me dirijo hacia mi oficina porque quiero ver que todo esté como lo ordene. Al entrar me llevé una gran sorpresa, todo estaba decorado como lo elegí y el olor a pintura fresca abraza el lugar. Cuando estoy a punto de llamar a Mía para comenzar el día, ella ya se encuentra detrás de mí con su agenda en la mano.

_Señorita Oslo, que eficiencia. Siga así y trabajaremos bien juntos.

_No se preocupe señor, verá que no tendrá quejas de mí. Con que desea que empecemos el día de hoy.

_Sé que deberíamos de empezar dentro de media hora, pero es urgente que me consiga el contrato laboral de la señorita Vitale. También trate de comunicarse con los Alemanes, necesito una videoconferencia para cerrar un trato.

_Enseguida señor ¿Algo más?

_Por el momento no, gracias.

Ella se retira de mi oficina para hacer lo que le pedí y yo me pongo a buscar en la base de datos de la empresa la información personal de Laurent. Ella vive en **** # 2222, tiene un hijo y es madre soltera. No mantiene ninguna relación amorosa, Edad 27 años. Familiares, una hermana, mamá y papá.

Después de leer su información, veo que no todo está perdido. Ella no está con nadie, por lo que yo puedo intentar ganarme su cariño y el de mi hijo. Aún estoy revisando su información, cuando recibo por correo el contrato de Laurent. Con detenimiento estoy buscando algo con lo que la pueda retener, ya que estoy seguro de que va a renunciar a su trabajo con tal de tenerme lejos. Luego de revisarlo con detenimiento y de haber leído hasta las letras diminutas, encuentro lo que estoy buscando.

Laurent Vitale

Estoy de pie frente a las puertas de la empresa, tratando de agarrar valor para poder entrar y enfrentar lo que me espera. Reviso una vez más mi ropa para ver que todo esté bien conmigo y por suerte lo está.

Llevo puesto un pulóver negro con una falda lápiz color blanca. La falda viene adornada con un borde negro y una abertura en la pierna. Me coloqué también un cinto amarillo con un detalle negro y dorado. Mi cartera hace conjunto con mis zapatos y pendientes, llevo el pelo suelto en ondas y un maquillaje muy natural.

Respiro profundo una última vez y entro al fin. Subo al ascensor y presiono hasta la última planta, reviso la carpeta que traigo en la mano y veo que todo está claro. Al llegar a mi destino, me dirijo hasta la oficina de presidencia. Una vez ahí, Mía la nueva secretaria me recibe con una sonrisa. Ella y yo ya nos conocemos porque lleva aquí trabajando hace 6 meses.

_¿Mía esta el señor Vólkov? Necesito hablar con él, es urgente.

_Sí esta, pero tiene una videoconferencia en estos momentos. Si gustas puedes esperar, yo te aviso cuando puedas pasar.

_Gracias Mía.

En lo que espero a que se desocupe el señor. Me pongo a leer una y otra vez el documento que tengo en mi mano y estoy más que segura que estoy haciendo lo correcto.

Media hora después, Mía me avisa que ya puedo pasar y cuando lo hago. Puedo apreciar que él está sentado tras un gran escritorio completamente negro. Miro todo a mi alrededor y veo que el escritorio no es el único que cambió, sino todo lo demás. Tras el escritorio, hay un gran aparador bien organizado, seguido de un juego de sofá que está justo al lado del gran ventanal. Toda la decoración de los muebles es del mismo color y los bordes tienen un plateado metálico. Un delicioso olor a pintura fresca se mezcla en mi nariz y sin duda esto está recién hecho.

Al terminar de observar todo, veo que su mirada está puesta en mi, por lo que decido avanzar a paso firme sin dejarme intimidar por sus profundos ojos. Una vez frente a su escritorio, le entrego la carpeta que traigo en la mano y él lo recibe. Pero cuando me dispongo a salir de aquí, su voz gruesa y profunda hace que me detenga.

_Espera, aún no te puedes ir.

Volteo en el lugar y veo que ni siquiera ha abierto lo que le di. Solamente lo dejó sobre el escritorio para después apoyar sus manos sobre la mesa.

_Desde ahora le digo que si lo que me acaba de entregar es su carta de renuncia, no la pienso aceptar.

_Pues para su mala suerte tiene que hacerlo, no puede retenerme en contra de mi voluntad en esta empresa.

_Pues para su mala suerte, no es en contra de su voluntad que la puedo retener aquí. Así que si es tan amable de sentarse y escucharme se lo podré decir.

Hago caso a lo que él me dice y me siento en una de las sillas frente a su escritorio. Él abre uno de los cajones y de su interior saca una carpeta blanca y me la extiende.

_Ese es su contrato con la empresa. En él se estipula que usted debe permanecer 5 años ejerciendo el cargo de asesora financiera.

_Eso ya lo sé, como también sé que debo pagar una penalización por incumplimiento de trabajo al retirarme antes de los 5 años. Pero eso no es problema porque estoy dispuesta a pagarla.

_ Muy bien, me alegra que tenga conocimiento de las leyes al incumplir con este contrato. Pero veo que ha dejado pasar algo por alto y es que independientemente de la penalización que deberá pagar. Usted perderá no solo su trabajo, sino también la experiencia de todos estos años ejerciendo en el cargo.

_¿De qué estás hablando?

_Es muy sencillo, si usted renuncia antes de que se acabe el contrato. La empresa podra borrar toda la información de usted como asesora financiera y cuando vaya a solicitar trabajo en alguna otra empresa solamente contará con sus estudios.

_¡Eso es imposible! _Exclamo furiosa. No, no esto no está pasando es una pesadilla, no puedo perder todos mis esfuerzos y mi trabajo.

_Aquí nada es imposible, todo está puesto en el contrato que usted firmó. Si usted se va pierde muchos privilegios, pero si se queda solo sería por un año más. Contaría con sus respectivas referencias y su validez al cargo.

_Ni crea que voy a caer en su chantaje y para que lo sepa, no pienso seguir trabajando bajo el mismo techo que usted. Así tenga que empezar de cero lo are, no me importa, que tenga un buen día señor Vólkov.

Salgo de su oficina hecha una furia, ni muerta me quedo en el mismo lugar que el porqué eso sería como echarle sal a la herida. Aún recuerdo sus palabras de ayer cuando se atrevió a llamar a Ángel nuestro hijo. Es que hay que tener muy poca verguenza para decir eso luego de que lo abandonó sin ni siquiera haber nacido.

Conduzco mi coche hasta mi casa porque necesito un abrazo de mi mamá con urgencia. En estos momentos, ella es la única que me puede ayudar y aconsejar. Así que cuarenta minutos después, me encuentro en la entrada de la que por muchos años ha sido mi lugar seguro en el mundo.