Intentos desesperados para recibir amor fue lo que condenó a la joven señorita Vertron y un intento de asesinato fue el motivo de su ruina, de su muerte y del dolor más profundo que pudo recibir; la realidad de que no fue amada por nadie. Pero... ¿La muerte fue el final para la que era Villana para todos?
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Algo que No se Olvida...
Al día siguiente, el sol resplandecía haciendo que los rayos del sol cayeran sobre el rostro de Anya.
Anya abrió sus párpados lentamente y mientras su iris se adaptaba a la luz, su mente engañosa y traicionera hizo un retrato visible de aquel rostro atractivo, pero amargado de su casi esposo en aquellos días pasados. No, no eran pasados sino que era el futuro mismo que le espera a ella si no hacia algo para cambiarlo.
Ella lo sabía perfectamente por ello cada día tenía que planificar cada detalle, cada acción, cada decisión y cada respiro. Todo debia pensarlo cuidadosamente para no sufrir el mismo destino o uno peor...
Anya negó levemente con su cabeza para poder quitarse aquella imagen que debía olvidar para siempre. Aquella imagen de aquel hombre por el cual sufrió.
Se levantó débilmente, sin ganas pero con deber y la obligación que llevaba en sus hombros. Eran siempre mañanas difíciles y agotadoras para ella, pero no tenía otra opción que levantarse y hacer su rutina diaria, que no era nada más que estudiar y trabajar.
Se fue hacia al baño y se metió en la tina, prendió el chorro y empezó a caer agua helada sobre sus piernas. Su cuerpo reaccionó al agua fría, alejando rápidamente sus piernas del agua que caía hermosamente sobre la bañera.
Mordió su dedo índice ahogando un grito en su garganta, pero obligó a su cuerpo y a su mente a que los pusiera nuevamente en su lugar. Era como si sintiera la necesidad de sufrir o simplemente era para que despertara completamente su cuerpo.
Hacía gestos de desagrado al principio, pero poco a poco los cambió por aquel rostro delicado y reservado que siempre reflejaba.
Anya era muy hermosa, tenía características extrañamente únicas y raras que la hacía ver bella y aún más con aquel rostro atractivo que lo mantenía siempre neutro; era fácil enamorarse de su belleza.
Pero... ¿por qué si ella es hermosa, el joven Arian nunca se fijó en ella?, pues eso era porque a pesar de estar comprometidos, a quien vio primero fue a su hermana Alice y desde que la vio su corazón quedó cautivado por su belleza y su gentileza. La gentileza era algo de lo que carecía Anya, ya que ella era muy amargada y un poco celosa con respecto a lo que definía suyo.
No, para que mentir. Ella era muy celosa con su prometido pues lo amaba mucho como para protegerlo de aquellas miradas descaradas de las jóvenes señoritas quienes tenían un amor platónico por él y por ello Anya no le quedaba otra que alejarlas hasta llegar al punto de amenazarlas.
Por ese motivo, Anya no pudo mostrar su mejor lado a Arian quien solo vio su lado más temible y cruel.
Por supuesto, a Anya también le dedicaban miradas los jóvenes señoritos y caballeros por su rara belleza. Era difícil apartar la vista o no fijarse en ella.
Hasta algunos también quedaron cautivados por ella pero, ya que desde ya se sabía que estaba comprometida con el archiduque, no había quien se atreviera a dar otro paso o mirarla por más de 10 segundos. O simplemente, algunos perdían el afecto por su personalidad tosca y seria.
La tina ya casi estaba llena, Anya dejó caer cítricos con un olor bastante peculiar y al mismo tiempo agradable en la bañera. Agarraba agua con una de sus finas manos y la dejaba caer en sus hombros a quienes no les había llegado aún el agua.
Luego, tocó con una de sus manos su nuca, recordando su trágica muerte. Al sentirla, comprobó que no había herida y sólo así, el punzante dolor pareció calmarse.
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...*...
*Por otro lado*
El Duque Vertron yacía en el escritorio pensando una y otra vez como es que Anya había hecho el trabajo tan perfecto y de paso había identificado y marcado los errores e injusticias que se cometían con el trato de los del Sur.
Era algo tan increíble para sospechar de que ella no hizo el trabajo y que se lo había dado a alguna persona mayor e inteligente. Pero no podía ser así, ya que Anya no había salido de la mansión desde ese entonces, y no había nadie tan cercano a ella que viniera a visitarla.
Su orgullo se fue todo cuando miró los papeles bien hechos. Nunca pensó que Anya fuera a hacer tan bien el trabajo que le otorgó.
Aunque el Duque sabía perfectamente lo que pasaba y por motivos personales había aceptado tal trato sin darle mayor importancia. Puesto que lo único que no quería era aceptar el trato de cierta persona (rey del Norte), aunque este fuera el más favorable.
Pero ahora, por tal capricho irrazonable por parte de él, se sentía avergonzado. Y no podía creer que estuviera tan avergonzado por una niña de 11 años que simplemente hizo bien su trabajo.
Ahora debía dejar atrás lo qué él quería, ya que entonces una niña lo vería como un tonto que se dejó engañar por alguien tan simple.
—Jaja, me has puesto en aprietos Anya...—
Se rió mientras estaba sentado mirando los papeles que le había dejado Anya en el escritorio.
—Se parece a ti eh...—
Susurró mientras su expresión volvía a la de siempre, aquella expresión fría y neutra.
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Volviendo a los aposentos de Anya. Anya estaba sumergida en la bañera, hasta el punto de que el agua le cubrió más arriba de su rostro. Estaba cansada, sentía que ya no tenía voluntad para seguir viviendo porque pensaba que su destino nunca cambiaría de buena manera.
Pero aún así, tenía un poco de esperanza en que podría vivir una vida normal como cualquiera. Vivir como su tía que recordaba que a pesar de los años nunca se casó y nunca en su vida regaló su corazón a un hombre.
El chorro seguía prendido, haciendo que el agua cayera fuera de la bañera. Anya no estaba pendiente de ello porque tenía cerrado los ojos recordando como era antes ella, como fue tan tonta en aferrarse a unas pequeñas palabras que cualquiera podía haber dicho.
Sentía que le faltaba el aire, pero no tenía la voluntad de sacar su cara fuera del agua, no, aún no quería sacarla porque quería probarse a sí misma que podía aguantar más, para demostrar que podía aguantar más de lo que pensaban.
Allí sentía más a profundidad lo que siempre había sentido en esa casa, siempre era como si estuviera en lo más profundo del mar ahogándose sin poder salir de el por más que intentara. En ese entonces por más que pedía ayuda nadie la escuchaba, nadie acudía a su llamado hasta que apareció él.
Aquel soporte que le dio esperanza para seguir viviendo, aquel que le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Ella no pudo evitar agarrar su mano y aferrarse a ella aunque en el fondo supiera que no eran más que malentendidos suyos, ya que él no la amaba solo fue como una persona normal que no dudaría tenderle la mano para ayudar al que estuviera en agonía.
Para él solo era un simple gesto de bondad que hacia a cualquier persona que necesitaba ayuda.
Eso lo aceptó muy tarde Anya y ella lo sabía y ahora más que nunca se lamentaba por ello. Se lamentaba por creer en él, por creer en ella y esconderse en la falsa realidad que la hirió más de lo que imaginaba.
Alguien llamó a su puerta, pero ella no pudo escuchar pues el agua cubría cualquier sonido en el exterior. Nuevamente tocaron pero Anya no podía escuchar.
La sirvienta quien era la que hace un rato estaba tocando estaba preocupada pues no salía y no respondía. Así que decidió ir por ayuda y al único que se le ocurrió llamar fue a la líder de ellas quien tenía el cargo del orden de las demás sirvientas.
La encargada de las sirvientas, preocupada, fue a la puerta y llamó.
—¿Señorita Anya...? ¿Me escucha señorita Anya?—
Ansiosa porque su señorita no le respondía, y aún más cuando agua salía por la orilla de abajo de la puerta; no tuvo más remedio que pedir disculpas y entrar sin permiso.
Cuando entraron, estaban asustadas pues ella estaba sumergida en el agua y rápidamente fueron a sacarla de allí.
Pero Anya al sentir que alguien la agarraba con fuerza, abrió frenéticamente los ojos y luchando inconscientemente con ellas. Estaba asustada porque en un momento de relajación fue un impacto para ella que alguien la halla agarrado con fuerza forzandola a salir.
Cuando la sacaron, Anya respiraba aceleradamente; estaba aterrada.
—¡Sueltenme! Yo no hice nada... No, ¡no hice nada!—Gritaba Anya alteradamente.
La pequeña Villana se alejaba rápidamente y nerviosamente de ellas. Corrió a la orilla de la bañera y con sus torpes pies deslizándose, se caía en ella.
Las sirvientas estaban preocupadas de su actitud porque era una niña, una niña que en ese momento se veía débil y asustada como si la estuvieran a punto de hacer daño.
Anya no reaccionaba en si. Sus manos se movían torpemente como si eso fuera su escudo y su defensa. Estaba ansiosa, perdida en sus recuerdos perturbadores que había pasado.
Las sirvientas no sabían que hacer. Estaban muy preocupadas y no podían acercarse más, ya que ella se lastimaba con sus propias manos; amenazando con su vida, rasguñandose y golpeándose.
No sabían el porqué de su comportamiento. Y la sirvienta quien había llegado primero y que tenía el nombre de Leny, estando asustada y alterada dijo: —¡Voy a llamar a las demás!—
Pero la otra sirvienta la detuvo.
—¡No! De aquí no te mueves y no le dirás a nadie de lo que pasó y pasará aquí. ¿Me entendiste?—Advirtió alterada, pero con firmeza y autoridad.
—P, pero... necesita un doctor...—
Exclamó preocupada y mordiéndose las uñas que no tenía, por los nerviosa que estaba.
—Callate y no desobedezcas mi palabra. Tráeme una toalla, date prisa.— Exclamó manteniendo observada a la niña de cabellos plateados.
Leny, rápidamente fue hacia la toalla y torpemente se la entregó a Beth. Beth, con un movimiento rápido se acercó a Anya y la cubrió con la toalla, bloqueando sus manos para que no se lastimara más y al mismo tiempo apagó el chorro de la tina.
—¡No!, déjenme ir. Me mataré si no me sueltas.— La amenazaba firmemente Anya, pero Beth la abrazaba más y trataba con todas sus fuerzas para calmarla.
Cuando Beth sentía como Anya se calmaba y ya no luchaba para librarse aflojó su agarre, pero lo que le diría después Anya, no se lo esperaba.
—Ja, que tonta soy. Si todas maneras todos ustedes me quieren muerta. Ja, jajaja—
aburrida
Alguien que me responda porfa