Voluntades Inquebrantables

“¿Guerra? ¿En esta época?” 

El silencio fue sepulcral, incluso las sirvientas que estaban cerca se quedaron heladas. 

Mi madre tenía una mirada serena, parecía que ya sabía la noticia. En cuento a Amara, ella tenía una expresión confusa. Mi padre recorrió todo el comedor con la mirada, y luego agarró los cubiertos y comenzó a comer, como si nada hubiera pasado. 

Cuando iba a preguntar que tanto es poco tiempo, Amara se me adelantó. 

– ¿Por qué se levantaría una guerra ahora? Y ¿Contra quién es la guerra? –. Preguntó ella mientras apretaba los puños. 

– Eso es confidencial por el momento, solo se los he dicho para que no desperdicien su tiempo en otras cosas, quiero que entrenen y estén listos, sea para zarpar, o como para marchar –. Aclaró mi padre sin mirarla. 

Ella solo se limitó a mirar su plato, lo apartó con brusquedad y se levantó de la mesa, dirigiéndose a la puerta que da a la sala. Mi padre no la detuvo, ni tampoco mi madre. 

Me sentía incómodo estando solo con mis padres, así que me levanté para salir, no obstante, mi padre hizo señas para que me quede. 

– Tú, quiero que apenas termines la academia te dediques a aprender todo lo relacionado con el liderazgo y la comandancia. Serás Almirante de Navío –. Declaró, sin esperar a que yo me rehúse. 

– Está bien, padre –. Acepté con respeto, sin poder negarme. 

Luego de terminar mi comida, me levanté y salí del comedor. Ya estando en la puerta escuché los murmullos de las sirvientas, de seguro cuchicheaban sobre la noticia de la guerra, y no es para menos; una guerra es una guerra. 

Amara estaba en la sala sentada. Me acerqué a ella, y le cuestioné por su amargura. 

Ella me miró de reojo, y frunciendo el ceño respondió: – No quiero saber nada de la guerra, has leído los libros de historia, la guerra solo trajo un mar de sangre, muchos perdieron a sus familias, y muchos otros ya no están con nosotros. Además, tú ni siquiera puedes escoger tu camino- guardó silencio por un momento, luego añadió- ¿En serio quieres ser Almirante? –. 

Amara era sensiblemente débil ante el dolor, tal vez porque le tocó soportar a mi padre, luego de que él perdiera a su padre. Nuestro abuelo. Y, su pregunta, solo me incomodaba. 

– Pero, si no se lucha, se perdería más que una vida. Se perdería todo: libertad, paz, nuestra independencia… No creo que sea en vano una guerra, hay que luchar por lo que se ama –. Le refuté con total honestidad. 

De verdad creía que una guerra no era la respuesta a todo, pero tampoco es una opción que se pueda descartar así nomás. Además, el rey es fuerte, él podría con todo. Al menos, eso pienso. 

“Y, en cuanto a mi supuesto futuro, nada está decidido, quien sabe si mañana estaré vivo, o, si quienes estarán bajo mi mando harán caso aún

lisiado”. 

Amara se pasó la mano por su cabello castaño, se veía frustrada. Se levantó de sopetón, y me agarró la mano jalándome con ella. Me sacó de la mansión y caminamos a una estructura metálica en forma de cúpula. Era la sala de entrenamiento. Al entrar, ella me soltó y caminó directo hacia las espadas de madera que yacían colgadas en la pared izquierda. 

Luego caminó a la arena de combate y comenzó a balancear la espada de arriba, abajo, izquierda y derecha. 

Sus ojos del mismo color que los míos y de los de mi madre, café claro suave, estaban enfocados en la danza que estaba efectuando ahora mismo. Incluso parece que se olvidó de mí existencia.

Sin embargo, de un momento a otro, la punta de la espada estaba cerca de mi clavícula. 

Levanté la mirada, y ahí estaba ella, con sus ojos húmedos por las lágrimas contenidas. Solo ahí pude entender su angustia. Ella pronto sería enviada a retaguardia, y, tal vez, a los mares del Pacífico, en otras palabras, al frente cuando se suscite una batalla. 

– Lo siento hermana, yo… 

– No digas nada, Val, tú no eres responsable de nada. Quiero que vivas mucho, y que seas feliz, pero una guerra no traerá felicidad a nadie. Solo desgracia –. Su voz estaba mezclada en tonos melancólicos y eufóricos. 

– Hermana – dije con una sonrisa – podemos disfrutar de este tiempo, aún falta para la guerra, solo hay que vivir mientras se pueda –. Intenté consolarla. 

De repente se me había ocurrido una idea. Esta también me beneficiaba, así que solo la mención como una oportunidad para escapar de la realidad. Estas mentiras no harán daño a nadie, únicamente debo jugar bien las cartas. 

– El jueves, a las tres de la tarde, me reuniré con unos amigos… ¿quieres venir? – Sin embargo, añadí rápidamente – ¡No!, vendrás y no puedes negarte ¿Entendiste? –. 

Ella me miró con curiosidad, pero no preguntó nada. Sonrío y asintió. 

– Eres molesto Val, pero gracias, en serio… gracias –. Su honestidad se vio reflejada en sus ojos que brillaban en la penumbra de la noche estrellada. Su voluntad estaba encendida. 

Perspectiva de Richard

Podía ver toda la ciudad desde mi ventana. Las luces amarillas eran como luciérnagas que no se extinguían, su brillo, su luminosidad, era un verdadero espectáculo para mis ojos. 

“Hice bien al escoger la habitación con vista a la ciudad”. 

Bueno se lo debo a mi padre que decidió hacer un pequeño penthause en las laderas de la colina cerca de la ciudad principal. Tiene buenos gustos. 

El sonido de mi celular llamo mi atención. 

“¿Quién molesta a esta hora?”. 

Contesté el celular, y esperé a escuchar la voz del que llama, ya que no lo tenía registrado. 

– ¿Aló, Richard? –. Preguntó una voz que reconocí de inmediato. “Valian”. 

– Más vale que tengas una buena razón para molestar a esta hora –. Respondí con notable malestar, que seguro él se dio cuenta, porque su voz antes segura, se escuchó dudosa. 

– Bu-bueno, en realidad te tengo una buena noticia… 

– Mira, no tengo toda la noche, habla sin rodeos

–. Le espeté. 

– Mi hermana quiere salir contigo a las tres de la tarde del jueves… ¿aceptas o no? –. 

La alegría se me estaba desbordando, es más, tuve que contenerme y no demostrar que estaba desesperado por salir con ella. Incluso tuve que morderme la lengua, y calmar mis emociones. 

– Pues claro. Te aseguro que, si salías con cualquier otra cosa, te golpearía en la academia. Pero bueno, cuéntame ¿Cómo reacciono ella? –. Refiriéndome a la cita. 

No hubo respuesta de Valian, pensé que se había cortado, pero al revisar el celular la llamada aún seguía en línea. Entonces volví a preguntar: – Oye, ¿cómo reaccionó ella? –. 

– Este… bueno… no se lo tomo muy mal, más bien, parecía contenta –. 

“¿Contenta? Bueno soy un príncipe, por qué no estaría contenta”. 

– Excelente, eso me alegra mucho. Aunque ¿por qué se te escucha como si estuvieras escondiendo algo? –. En realidad, no me importaba, ya que estaba contento de salir con Amara. 

– ¿Escondiendo algo? No, estás mal, bueno te dejo, me tengo que ir –. Ahora parecía que estaba huyendo de la pregunta. 

– Bueno, duerme bien Val, y gracias. Te aseguro que cumpliré con mi promesa ‐. 

Sin embargo, antes de colgar, él volvió a hablar. 

– ¿Oye te parece si mañana podemos reunirnos?

–. Preguntó con un tono bastante preocupado. 

– Ah claro, porque no. Ahora si eso es todo, déjame dormir –. 

Colgué sin dejarle despedirse. 

– Este se trae algo entre las manos, estoy seguro de eso –. Me dije a mi mismo. 

Miau… 

El maullido de “Galleta”, y su ronroneo despejaron las ideas innecesarias de mi mente. Lo tomé entre mis manos, acaricié su brilloso y suave pelaje, blanco y café claro, era la distinción y el porqué de su nombre. 

Me senté en mi escritorio personal y dejé a Galleta encima del escritorio. Busqué y saqué una pequeña libreta donde anotaba y planificaba todo lo importante. Anoté la cita para el jueves 25 de abril. 

“Solo faltan tres días”. 

Revisé lo relacionado con el día de mañana, para ver que tenía que modificar para poder encontrarme con Valian. Después de comprobar y modificar varias cosas podía reunirme con él a las cuatro de la tarde. 

Mis pensamientos vagaron a los acontecimientos del día de hoy. Valian pudo hacerle frente a un Fronken, incluso matarlo. A veces pienso que este no es tan tonto como parece. 

“Claro que no, sino entonces, jamás hubiera podido hacerme frente ese día”. 

 Estaba bastante cerca como para poder ayudar, pero es mejor que él pueda enfrentar sus problemas solo. Me quedé viendo un buen rato, solo hasta que salieron volando por la ventana. 

Los otros dos querían seguirlos, sin embargo, no se los permití. Luego de noquearlos, fui directo a mi tío Lukas, y le avisé de lo suscitado. Supongo, que es bueno darle el respeto a quien se lo merece. 

“Lo único que me intriga, es por qué ha pedido mi ayuda y no a su hermana. Al menos él debería ser más cercano a ella, que a mí. Esto es raro...