NovelToon NovelToon
De Señora Davenforth A Montgomery

De Señora Davenforth A Montgomery

Status: En proceso
Genre:CEO / Amor de la infancia / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Casada con el millonario / Amante arrepentido
Popularitas:2.6k
Nilai: 5
nombre de autor: 𝐁𝐄𝐀𝐓𝐑𝐈𝐙 𝐘𝐎𝐒𝐄𝐅

Grayce pensaba que conocía el amor, pero su matrimonio con Seth se ha convertido en una prisión de desprecio y agresión. Cuando la misteriosa Dahlia, supuesta amiga de la infancia de Seth, entra en escena, las traiciones comienzan a salir a la luz, desmoronando la fachada de su vida perfecta.

En su desesperada búsqueda de libertad, Grayce se cruza con Cassius, un hombre cuya arrogancia y misterio la obligan a cuestionar todo lo que creía sobre el amor y la lealtad. ¿Puede un contrato con alguien tan egocéntrico y desafiante realmente salvarla de su pasado oscuro? ¿O solo la llevará a un nuevo abismo?

Lo que comienza como un acuerdo frío y calculado, se transforma en una pasión ardiente e inesperada, desafiando las sombras que han dominado su vida.

¿Hasta dónde llegará Grayce para reclamar su propia felicidad?

¿Podrá Cassius ser la chispa que ilumine su camino o será solo otra sombra en su vida?

NovelToon tiene autorización de 𝐁𝐄𝐀𝐓𝐑𝐈𝐙 𝐘𝐎𝐒𝐄𝐅 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 18

La idea de Grayce vagamente rondaba mi mente cuando tomé asiento en mi escritorio de madera pulida. Quizás fue su inexplicable desafío lo que me llevó a considerarlo, pero en realidad, lo más probable era el simple placer de ejercer control. Esa mujer había osado mantener su postura frente a mí, y aunque todo en ella gritaba impotencia, algo en su tenacidad me provocaba una ligera irritación... y una diversión que me era difícil ignorar.

Decidí que era el momento de recordarle a Grayce Roosevelt que los juegos de poder no eran para principiantes. Tomé el teléfono con calma, como si este acto insignificante portara el peso de una estrategia bien pensada, y marqué el número de mi secretaria. Cuando su voz insegura respondió al otro lado, no me molesté en suavizar mi tono.

—Quiero que Grayce Roosevelt venga a mi oficina de inmediato —le dije, dejando claro que no estaba pidiendo un favor. Mis palabras eran órdenes, y estaba acostumbrado a que se cumplieran al pie de la letra. Antes de que ella pudiera dar alguna respuesta torpe, agregué—: No en diez minutos. Ahora.

Colgué antes de escuchar cualquier otra respuesta, porque francamente, no me importaba. Lo que quería era ver cuánto tardaría Grayce en llegar. Con suerte, no lo suficiente como para que mi paciencia alcanzara su límite, aunque, siendo honesto, lo que más me interesaba era cómo reaccionaría a lo que planeaba.

Pasaron varios minutos, y aunque cada segundo era irrelevante para alguien de mi nivel de control, no pude evitar notar el tiempo arrastrarse con una pesada lentitud. Finalmente, la puerta se abrió, y allí estaba Grayce. Llevaba esa expresión de falsa calma, una fachada que intentaba ocultar el abismo de emociones que probablemente sentía al estar otra vez frente a mí. Mi mirada la recorrió, evaluándola con una precisión casi cruel, y con un destello de indiferencia, esbocé una sonrisa que no contenía ni una pizca de calidez.

—¿Qué necesita? —preguntó finalmente, su tono educado, aunque no logró ocultar una ligera tensión.

—Un capuchino —respondí, como si fuera la petición más lógica del mundo. Me recargué en mi silla, dejando que un aire de superioridad impregnara cada movimiento.

Grayce parpadeó, claramente sorprendida, pero asintió sin decir nada más. La observé mientras salía de la oficina, mis labios curvándose en una pequeña sonrisa de satisfacción. Esto iba a ser interesante.

Cuando regresó con el capuchino en mano, lo tomé sin una palabra de agradecimiento. Lo probé deliberadamente, dejando que pasara un momento de silenciosa expectación antes de emitir un leve sonido de desagrado.

—Demasiada azúcar —dije, levantando apenas la mirada hacia ella. Mi tono era cortante, como si hubiera cometido un error imperdonable—. Tráeme otro.

El leve cambio en su postura no pasó desapercibido para mí. Sus labios se apretaron por un instante, y aunque trató de mantener la compostura, el destello de molestia en sus ojos era inconfundible. Me divertí tanto con esa pequeña grieta en su fachada que apenas contuve una sonrisa.

Grayce se dio media vuelta y salió otra vez. Esperé pacientemente, o al menos lo que para mí contaba como paciencia. Cuando regresó, me extendió el nuevo capuchino con una expresión neutral, casi demasiado neutral. Lo acepté y lo probé una vez más, saboreando el momento tanto como el café. Dejé que una risa sarcástica se escapara mientras lo dejaba nuevamente sobre el escritorio.

—Esto está demasiado amargo —anuncié, mi tono goteando desdén. Alcé una ceja hacia ella, estudiando su reacción—. Un capuchino no debería parecer veneno.

Grayce bufó, casi imperceptiblemente, pero suficiente para que yo lo notara. Pobre mujer; intentaba tanto mantener su compostura, pero estaba claro que estaba perdiendo la batalla. Su irritación era palpable, casi una presencia física en la habitación.

—Lo haré de nuevo —dijo, sus palabras claramente medidas, como si hablar más de la cuenta pudiera traicionarla.

Y se fue otra vez, dejando tras de sí una estela de frustración que hizo que mi sonrisa se ensanchara. Si hay algo que realmente me divierte, es ver a alguien pretender que tiene control cuando claramente no lo tiene. Para cuando regresó por tercera vez, llevaba un capuchino que probablemente había preparado con más esmero que los anteriores, aunque para mí no marcaba ninguna diferencia. El juego estaba en marcha, y yo no tenía intención de dejarlo terminar tan rápido.

Cuando dejó la taza frente a mí, la observé mientras se daba la vuelta, lista para irse antes de que pudiera decir otra cosa. Pero justo cuando estaba a punto de probar el café, un leve sonido llamó mi atención: una pequeña risa, breve, casi ahogada. Mi mirada se elevó hacia ella, y vi cómo intentaba mantener su expresión bajo control. Fue un movimiento sutil, pero no lo suficientemente rápido como para escapar de mi atención.

Mi sonrisa se profundizó, aunque esta vez fue más calculada, un arma afilada disfrazada de cortesía. Bajé la taza lentamente y la coloqué sobre el escritorio antes de volver a mirarla.

—Qué curioso —dije, mi tono bajo pero cargado de intención—. De repente, se me quitaron las ganas de tomar capuchino. ¿Por qué no lo pruebas tú?

El impacto de mis palabras fue evidente. Grayce se tensó, y por un instante, una sombra de nerviosismo cruzó su rostro antes de que pudiera ocultarlo. Ah, la confirmación que buscaba. No estaba seguro de qué había hecho con el café, pero el simple hecho de que intentara algo era suficiente para elevar mi satisfacción a un nivel completamente nuevo.

Me recosté en mi silla, disfrutando del momento mientras mis ojos permanecían fijos en los suyos. No dije nada más, porque no era necesario. El mensaje ya estaba claro: este tablero, este juego... siempre había sido mío. Y aunque Grayce aún no lo admitiera, estaba aprendiendo esa lección rápidamente.

Por ahora, eso era suficiente.

1
Jenny🌺🌺🌺
ya la pedistes por tonto🤣ella no va volver por que ay otro esperandola🙊
bruja de la imaginación 👿😇
será q el prometido era 😲uy esto está cada día más interesante
Maria Lorena Martinez Ortiz
maravillosa historia autora felicidades
bruja de la imaginación 👿😇
más capitulos 🤩🤩está historia es adictiva
Jenny🌺🌺🌺
excelente me atrapó en el primer capítulo.
Xu xu
Simplemente genial, hay más?
Bonsai Boy
Tu talento para contar historias es impresionante, ¡sigue adelante con tu sueño de ser escritora! 📝🌟
zhouzhou_zz
Necesito más para leer
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play