Sinopsis
En México, en vísperas del fin de la intervención francesa, hubo una época de cambios pero también de inestabilidad económica. Sobre todo para los grandes aristócratas del país, esta es la historia de Valeria Cortina González de Noriega, una joven soñadora y de alma libre que idealizaba el amor, pero a su vez tenía miedo de un matrimonio arreglado.
Su padre Don Francisco, estaba lleno de deudas, además de que estaba al borde de la quiebra, lo único de valor que conservaba era su apellido honorable. Su única salvación era pagar su deuda a Luis Pimentel para poder conservar su hacienda, Luis era el terrateniente más poderoso de esa época y etiquetado como un verdadero tirano, Don Francisco estaba dispuesto a todo, incluso entregar a su amada hija a cambio de salvarse de la ruina. Será que el pago de una deuda, se pueda volver en un amor duradero y sincero.
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La carta
Capítulo 9
Pasaron los días y se celebró la boda de Roberto, su luna de miel sería en la capital en la casa de los Cortina de Don Francisco, una de las casas más emblemáticas de la ahora Ciudad de México. Estaban preparando a la novia para la boda, María Luisa amablemente le ayudaba a ponerse el vestido.
—¿Estás feliz Loreto?—
—Si María Luisa, gracias por toda su hospitalidad. Voy a extrañarlos.—
—Nosotros a ti, vas a ser muy feliz.—
—Eso lo sé, estoy segura. Gilberto y yo somos muy parecidos. ¿Nunca te arrepentiste de no haberte casado con él?—
—No, cuando me decidí por tu hermano lo hice consciente y enamorada. Me enamoré de Francisco desde que yo era una niña, la diferencia de edad entre él y yo no me importó.—
—Mi hermano ya tiene cincuenta y cuatro años, y tú sigues siendo joven aún.—
—Lo sé, a ti te gana por seis años y a mí por siete, tenía quince años cuando acepte casarme con él. Si me volviera a preguntar, me volvería a casar con él. Gilberto era un caballero, pero no provocaba en mí esa emoción que si lograba Francisco.—
—Creo que estoy lista para volver a casarme.—
Mientras tanto en la hacienda san Jerónimo todos estaban esperando a la novia y a su familia para celebrar la unión. Luis se veía de mejor humor y más sonriente, en la boda de Roberto bailó toda la noche con Valeria eso le había animado bastante. Susana sabía que algo estaba naciendo en su patrón por esa jovencita, ya no podía ocultarlo.
—Me alegra el cambio que has tenido hijo, es gracias a Valeria.—
—Ella me agrada por ser la futura sobrina de mi tío Gilberto, no voy a negar que estoy de buen humor. Pero no supongas nada madre, recuerda que debes buscarle esposo. Solo te pido que sea un buen esposo, que la trate como se lo merece.—
—Eso haré, ya que insistes.—
Luis se negaba a sentir amor por alguien más, además también estaba teniendo un acercamiento con Susana quien lo hacía sentir atraído, pero por su condición también se mantenía alejado de ella. Aunque sabía que si la tomaba como querida nadie podría cuestionarlo, aún así se resistía a hacerlo.
Más tarde se celebró la boda de Loreto y Gilberto, todos estaban celebrando obviamente Luis no perdió la oportunidad para acercarse a Valeria. No definía que era lo que la atraía de ella y tampoco que sentimientos estaban naciendo. Francisco observaba la confianza con la que se hablaban y convivían, siempre en el respeto por supuesto. Pero Luis no había mostrado ningún interés matrimonial por Valeria, tal vez por eso su hija seguía siendo amable con él. La conocía y si sentía que la pretendían los rechazaba tajantemente.
—La odio, la odio.—expresaba Susana en la cocina
—Tranquila Susana, es normal que el patrón atienda a las señoritas de su círculo social. Eso no quiere decir nada.—
—Eso crees, a mí no me engaña. El jamás me ha mirado así, y eso que hay mucha confianza ya entre nosotros.—
—¿Alguna vez te ha hablado de ella? Eso quiere decir que la señorita encumbrada esa no le interesa, además si mis ojos no se equivocan ella es muy joven. En cambio tú ya tienes más edad, sé que pronto Don Luis caerá a tus pies. Él lo ha dicho muchas veces, no va a volver a casarse con nadie. Eso te conviene a ti, es hombre y tienen sus necesidades. Así que no dudes que va a caer en tus brazos.—
—Eso espero Evelia, me muero por él. Me gusta mucho, es todo un hombre. Además no pienso compartirlo con nadie.—
Más tarde se despedían de los novios, Francisco y familia debían volver a casa. Valeria se despidió de Luis, él le regaló una rosa antes de que se marchara. Gertrudis esperaba que su hijo se decidiera por Valeria, ya que hacían una bella pareja.
—Tío, también tu carruaje ya está listo.—
—Luis antes de irme, tengo que entregarte esta carta. La acabo de recibir pero no quería arruinar mi boda, cuando me haya ido léela volveré antes de lo que imagines.—
Luis la tomó en sus manos, cuando se marchó Gilberto fue a su despacho para leer la carta que le había dejado su tío. Era una carta dirigida al emperador delatando a su hermano y sus seguidores, señalaba la fecha, el lugar y la hora en que estarían reunidos en la casa de Francisco Cortina, estaba firmada nada más y nada menos que por Don Francisco. Luis sintió como le hervía la sangre.
—Lo sabía, maldito traidor.—Luis estalló en cólera, con su fuete golpeaba todo lo que podía en su despacho, rompía todo a su paso. Gertrudis llegó a ver porque había tanto escándalo.
—¿Qué pasa hijo?—
—Ese perro traidor, el muy desgraciado tiene el cinismo de sentarse en nuestra mesa como si no pasara nada. Francisco Cortina fue quien delató a mi querido hermano.—Gertrudis no lo podía creer.
—Eso no es posible, él sería incapaz. El siempre ha sido nuestro amigo.—
—Ese maldito no sabe que es la amistad o la lealtad, lo voy a destruir. Haré que se hundan en la miseria.—
—Luis esto debe ser falso, además te atreverías a lastimar a Valeria. Ella adora a su padre.—
—A mí que me importa ella, ¿en dónde está tu lealtad madre? Genaro era tu hijo, sangre de tu sangre y carne de tu carne. Ese infeliz lo delató por la recompensa que ofrecieron. Pero ahorita mismo voy a ajustar cuentas con él.—
Luis salió hecho una furia con su escopeta en mano, Gertrudis trataba de detenerlo pero no había poder humano que lograra detenerlo.
—Hijo espera no hagas una tontería. Lázaro, Lázaro!—gritaba Gertrudis.
—A sus órdenes señora.—
—Por favor detén a mi hijo, va a asesinar a don Francisco. Por favor detenlo.—
—Si mi señora.—
Luis iba por su caballo, estaba lleno de rabia y de dolor. En las caballerizas lo interceptó Susana.
—Patrón, por favor tranquilícese.—
—No te metas donde no te llaman.—
—por favor Don Luis, no vale la pena que manche sus manos con esos hipócritas e infelices. Hágalos vivir un infierno en la tierra, si lo asesina lo liberará de su culpa. Usted es más inteligente que esos traidores.—
Susana logró quitarle la escopeta, después tomó la mano de Luis para besarla. Eso logró calmarlo, Luis no pudo evitarlo y besó a Susana con demasiada desesperación, ella pudo probar lo apasionado que era. Lázaro llegó a la caballerizas interrumpiendo el momento, Luis regresó a casa en compañía de Lázaro. Susana había ganado terreno en la vida de Luis, después fue a dejar la escopeta en su despacho. De nuevo Luis se había encerrado en su habitación, Gertrudis se sentía aliviada de que su hijo no haya ido a asesinar a Francisco, ya que ella estaba segura que era inocente.