 
                            Después de perderlo todo Isabela decide reconstruir su vida.
Entre lágrimas y aprendizajes, descubre que el destino puede sorprender con un nuevo amor y una nueva vida…
Uno capaz de sanar su corazón y enseñarle que siempre es posible volver a soñar y a vivir.
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Capitulo:04
Vladímir Romanov suspira de frustración al ver tantas huecas pasar por su entrevista ¿Qué ellas creen? ¿Qué es a una pasarela de moda que vienen?
—¿Por qué esa cara Vladímir? Por lo menos hoy hemos visto un desfile con chicas hermosas.
El ruso mira al chico con ganas de matarlo.
—No tengo tiempo para tus tonterías Alexander... Manda a anunciar que pase la siguiente... Estoy harto de esto.
Dice tomando un poco de agua para ver si se le va un poco el enojo.
—Está bien.
Habla Alexander muy relajado y segundos después entra una rubia muy hermosa, pero muy mal vestida ¿Esa ropa será de su abuela?
Piensa Vladímir mientras le indica sentarse y ella con tranquilidad lo hace haciendo que el hombre no despegue los ojos de su persona antes de mirar su currículum.
ISABELLA:
El imponente hombre me mira fijamente y la verdad no sé dónde mirar... ¡Qué incómodo!
Después de un largo rato que para mí parecen horas él baja la mirada a mi currículum y lee detenidamente.
—Señorita Isabella Torres.
Dice con un tono lento mientras clava sus ojos azules... O grises en mi persona... ¿Me acaba de llamar señorita?
—¿Si?
—Aquí dice que usted se graduó con honores en una universidad reconocida ¿Estoy en lo correcto?
—Si señor.
Respondo y siento como mi corazón late a mil por hora.
—Excelente... Pero aquí miro que esto ocurrió hace quince años ¿Puede decirme la razón por la que nunca ejerció un trabajo?
Siento mi cara volverse completamente roja y muerdo mis labios.
—Para esa fecha me casé... Y me dediqué al hogar.
Hablo bajito y él asiente volviendo a mirar el currículum.
—Ya veo... Si le ofrezco el trabajo ¿Eso no afectará su vida marital? Ser mi secretaria y asistente demanda mucho tiempo.
—Estoy divorciada señor, no tengo pareja.
Hablo rápido y él me mira fijamente por varios segundos.
—Entonces eso es una buena noticia.
Dice con una extraña sonrisa y lo miro como si estuviera loco.
—Solo le haré una sola pregunta ¿Por qué quiere trabajar para nosotros?
Tomo un poco de aire y hablo con la verdad ¿Para qué más yo quiero trabajar?
—Para ganar dinero.
Respondo y otra sonrisa se forma en sus labios.
—Una respuesta sincera, eso me gusta... Mañana a las ocho inicia su semana de prueba, si lo hace todo bien, el trabajo será suyo.
—¿De verdad?
Él me mira con el rostro serio y yo me coloco en pies inmediatamente.
—Muchas gracias señor, estaré aquí mañana a primera hora.
Él no dice nada y solo habla.
—Alexander, muéstrale el lugar a la señorita Torres y lleva sus documentos a recursos humanos.
—De acuerdo.
Un hermoso joven se coloca en pies con una sonrisa... Rayos, ni me di cuenta de que había alguien más aquí.
—Sigame por favor señorita Torres.
Asiento mientras comienzo a seguirlo, pero la voz del jefe me detiene antes de salir de la puerta.
—Torres... Por favor venga bien vestida, esa ropa no le queda para nada.
Siento como mi rostro se vuelve rojo de la vergüenza y sin decir nada salgo de la oficina.
—No le hagas mucho caso a Vladímir, a veces suele hablar de más.
Dice el chico mirándome con una sonrisa y yo trato de no llorar... ¿Por qué me siento tan sensible?
—¿Tan mal me veo con esta ropa?
Le pregunto sintiendo como las lágrimas comienzan a mojar mi rostro.
—No, no, eres hermosa... Por favor no llores que no sé cómo reaccionar.
—Por favor dime la verdad... Prometo que no voy a enojarme... ¿Esta ropa me queda mal?
Limpio mis lágrimas y lo observo a los ojos.
El chico se nota algo incómodo y sonríe forzado.
—No es que te vea mal... Es que la ropa no es de tu talla y te queda un poco grande.
—¿Seguro que no me veo fea?
—No, no, eres muy hermosa y te aseguro que todo lo que te pongas te va a quedar bien, pero trata de buscar algo más de tu talla.
Explica y asiento comprendiendo.
—Esta bien, gracias...
—Alexander Cortés, mi nombre es Alexander Cortes.
—Un gusto, Isabella Torres.
El chico sonríe mientras ambos estrechamos nuestras manos.
—Ahora que estás calmada vamos por el recorrido, comenzaré diciéndote que soy el vicepresidente y el ruso amargado es la cabeza de esta empresa, su nombre es Vladímir Romanov, aunque me imagino ya lo sabías.
—No, no lo sabía.
Él me mira raro, pero continúa hablando de los temas principales que debo conocer.
 
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                    