LA SIRENA DE LA COSTA

#ERIK BROWN

Me instalé con mi abuelo, con la excusa de ayudar, pero mi verdadera intención era no separarme de Aria.

-Me trae recuerdos de cuando vivias aqui conmigo.

 Suspira mi abuelo al verme sacar lo que se fundio por el agua.

-Siendo sincero envidio de como vives y que no dejas que te quieran obligar a vivir en la ciudad.

Respondo al quitar un mueble que contenia sus herramientas.

-No se porque te fuiste, si tanto te gustaba estar aqui, lo veia en tus ojos.

-Ya vez como son las cosas, crei que tenia un futuro con Linda, quise ser mejor para ella, y ya vez como termino.

Resoplo molesto.

-¿Y lo lograste? Al fin y al cabo es para tu bien, que no te cases con la mujer que creias que era la de tu vida, no es el fin del mundo. Aunque segun veo fue para mejor, ahora estas con la hija de mi amigo.

Observa sin quitarme sus ojos ancianos y sabios de encima.

-En eso no te equivocas, Aria es única, sincera, auténtica, tiene un no se que, que me mueve el piso, con ella es con la primera que disfruto del silencio, su compañia, sin la necesidad de poner lo fisico de por medio.

-TE ENAMORASTE, ES INCREIBLE, JAMÁS PENSÉ ESTAR VIVO PARA SER TESTIGO DE QUE A MI NIETO ERIK, EL INDOMABLE, ENCUENTRE QUIEN LO VUELVA TIERNO COMO A UN GATITO.

Rie de manera sonora.

-No dije eso.

-NO ES NECESARIO. TU MANERA DE EXPRESARLO, EL BRILLO DE TUS OJOS, HABLAN SOLOS DE LO ENAMORADO QUE ESTAS DE ARIA.

Su risa retumba por todos lados.

-Bien, ponele que sea asi, no lo estes gritando.

-DEJA ESO Y VE A SU CASA, ECHALE UNA MANO Y DEMUESTRA TU INTERES POR ARIA, A MI AMIGO ESO LE CONQUISTA, HOMBRES TRABAJADORES, PREDISPUESTOS A DAR UNA MANO. ASI VERA QUE SU HIJA NO ELIGIO MAL.

Me empuja fuera de su casa.

-Ya viste como me mira, no me deja ni aproximar.

-IRE CONTIGO, LO DISTRAERE ASI TU ESTAS AYUDANDO Y DE PASO PLATICAS CON ARIA... JA, JA, HAY QUE COSAS... MI NIETO ENAMORADO.

Se sigue riendo mientras caminamos hacia la casa de Aria.

Al llegar quede impactado al ver la belleza en bikini que sacaba como si nada una mesada junto a su padre.

-BUENAS, BUENAS, VINIMOS A AYUDAR. Se anuncia mi abuelo en voz alta.

El señor Delmar baja la mesada, se pasa una toalla por la nuca y asiente respirando pesado.

-¿CÓMO ESTA TU CASA?

Le pregunta.

-Como para cincuenta años más.

Respondio mi abuelo acompañandolo al interior de la casa.

-Aria, que tal todo. Le digo suspirando al aguantar las ganas de darle un beso ahi mismo.

En cambio ella al ver que su padre desaparecio en el interior de la casa se me cuelga del cuello y siento sus labios carnosos y tibios sobre los mios.

-Espera, tu padre.

Le digo sosteniendo su cintura sin animos de apartarla.

-Desde hoy queria hacerlo.

Me responde con una sonrisa.

-Ya vamos a tener tiempo, debemos ayudar.

Anuncio sin creer en mis palabras al sentir su calida piel bajo la palma de mi mano. Nos miramos con los ojos en llamas, los dos deseamos lo mismo y solo me limito a tragar grueso para no tentarme.

-Quieres pescar, podemos traer la cena. Me dice de un modo coqueto que entiendo a donde quiere llegar.

La idea de tenerla me tienta.

-Despues. Le digo con la voz ahogada.

La llevo de la mano hacia la casa y me pongo a la par de mi abuelo y del señor Delmar a escurrir el suelo.

En poco tiempo entre los tres limpiamos todo.

Mi abuelo junto al señor Delmar cocinaron unas tortas sobre una placa de metal que tenia acomodado en el fondo, donde parecia un parrillero u horno de barro, era rústico.

-Ayudame a estirar las tortas, ten este palo. Me pasa Aria y miro como ella lo hace para copiar.

-Te haces el que no sabe cocinar. Me susurra al oido.

-Solo se hacer lo que te hice la vez pasada. Le respondi.

-Nada mal, estaba muy rico.

Expreso con una sonrisa y choco su cadera a la mia.

-MENOS CHARLA Y MAS ESTIRAR LAS TORTAS O NO COMEREMOS HOY.

Retumba la voz del señor Delmar que nos observaba a ambos.

-Si papi. Le respondio Aria y me brindo una sonrisa complice.

Cuando terminamos Aria se sirvió una taza de leche, ella tomaba eso y no café como yo.

Los cuatro nos sentamos a contemplar el mar, la suave brisa nos acariciaba, ese aroma de la playa, me trae tanta paz, siento que este es mi lugar.

Saboree esa torta que amasó mi abuelo y estiramos con Aria, tantos recuerdos de momentos así invaden mi mente. Mi abuelo tenía razón, disfrutaba estar aquí y ahora más que nunca con Aria.

-BIEN, AHORA VEN CONMIGO, AMIGO. Le dice mi abuelo al señor Delmar.

-¿Qué? ¿Dónde?

Indaga incrédulo.

-A MI CASA, ¿DÓNDE MÁS?... TE AYUDE, ME AYUDAS.

Le aclara mi abuelo.

-Que nos acompañen...

-DEJA A LOS CHICOS EN PAZ, NO IRÁN A NINGÚN LADO, ESTAN A POCOS METROS DE NOSOTROS.

Insiste mi abuelo.

-NO LO CREO, DEBEN...

-VAS A DISCUTIR CONMIGO, DEJALOS, YA HICIERON MUCHO.

Le dice mi abuelo llevandolo con él y me lanza un guiño como si me diera la oportunidad de estar a solas con Aria.

-Paseemos por la playa el atradecer es muy bello.

Me señala Aria.

-Si, vamos.

La sigo entusiasmado.

-VES, VAN A PASEAR.

Escuche que le dijo mi abuelo al señor Delmar, cuya mirada sentía que me quemaba la espalda.

Camine de la mano con Aria mientras mirabamos el cielo en tonos naranjas y amarillos.

Los dos abrazados vimos al sol desaparecer a lo lejos.

-Asi quisiera estar contigo siempre.

Me confieso abrazado a su cintura.

-Se oye muy lindo.

Me respondió con una sonrisa.

Nuestras miradas se encontraron.

Y de apoco fuimos acortando la distancia hasta fundirnos en un beso intenso, la llama del deseo nos devoraba, la estruje entre mis brazos, aspire su aroma, absorbí su dulce sabor, nos compartimos el aire, mis manos marcaron cada parte de su cuerpo, fundiéndolo al mío. Nos separamos agitados, sin mediar palabra, la llevé a la cabaña, subimos al ático y nos entregamos al deseo de sentirnos.

Aria es todo lo que siempre busque, su dulzura, su apasionante manera de expresar esa pasión que tiene hacia mí. En minutos la llama del amor nos devoró, nos fundimos en besos, caricias, la sentí completa, arrolladora, más suelta, más predispuesta. Agitados nos quedamos abrazados, contemplando las estrellas y esa luna que nos brinda una sonrisa. Bajamos a encender la chimenea, nos refrescamos en la tina por separado, primero fui yo y luego ella, sabía porque lo hacía, esperaba que llegue el momento en que me confíe su secreto, la espere ante el hogar cuyas llamas lanzaban repiqueteos de los leños que devoraban, al rato se me unió Aria, sentándose junto a mí y usando mi regazo de almohada. Acaricie su cabello recién lavado, lo seque con la toalla, trace la línea de su cuello con besos.

-Me quieres leer. Escucho que me pregunta.

-Si. Le respondi brindándole otro beso mas.

Me entrego un libro sobre historias de mar, anécdotas de marineros, secretos del inmenso cuerpo de agua. Leí y me vi sumergiendome en esas lineas, que era como si me hablara sobre Aria, cada parrafo era la vida de Aria, hasta que la senti dormida la acomode, le cubrí con la manta. Justo en ese momento llego el señor Delmar.

-Me pidio que le lea esto y se durmio. Le dije enseñando el libro.

-Se ve que se canso. Dijo mirando de manera detallada.

-VAMOS ERIK. Escucho a mi abuelo.

-Con su permiso. Me despedí del señor Delmar que me miraba extrañado, se ve que no se esperaba encontrarnos así, sin hacer nada indebido, solo sentados ante la chimenea, leyendo un libro.

Al salir mi abuelo me miro a los ojos, me palmeo la espalda asintiendo.

-Por tu cara se ve que la pasaste bien.

Me susurro en mi oido.

-Lo planeaste.

Le dije, no como un reproche, sino mas bien como dandole las gracias.

-Me gustaria que te quedes. Tenerte conmigo me hace bien, tu ayuda es necesaria, eres con el unico que me entiendo.

-Solo debes pedirme abuelo, no es necesario que me pongas una carnada. Aunque la verdad que me gusta mucho.

-Ja, ja, ese es mi nieto, un Brown con todas las letras. Fumemos una pipa antes de dormir. Me invita su único vicio.

Nos sentamos en su galería, escuchando a las olas azotar la costa.

-Debemos ir de pesca. Escuche decir a mi abuelo.

Sonreí ante esa afirmación, para Aria significaba que tengamos intimidad, pero para mi abuelo eso era sacar peces del mar.

-Podemos hacerlo. Le afirmé.

-Muy bien, así será a primera hora de la mañana, ahora vamos a descansar.

Me invito a que nos fuéramos a dormir.

Al ingresar a la cabaña el calor del hogar era acogedor, ese aroma tan singular que me da paz cada vez que lo siento.

-Por esta noche dormiremos aquí.

Me señalo frente a la chimenea.

-No hay problema, sabes que donde caigo duermo.

Respondí a mi abuelo que sonrió ante mi afirmación.

-Ha, eso es bueno oír, sin que seas nada fino como Federico, él si no tiene su colchón especial no duerme, le molestan los insectos, el ruido de la noche, pero muy bien que pone eso en su teléfono para dormir, quien diría. Termino de comentar y escuchamos que llaman a la puerta.

-¿Quién será?

Indago.

-De seguro mi amigo se olvidó algo. Anuncio mi abuelo predispuesto a atender.

-Hola abuelo. Escuche la voz de Federico.

-He Federico, pasa, pasa, justo hablábamos de ti. Le dice mi abuelo.

-Espero que nada malo. Le dice mi hermano.

Al cruzar la puerta veo su semblante alicaído, señal que estuvo tomando, debe ser que le paso algo grave para que esté en ese estado y se arriesgara a conducir hasta aquí.

-¿Qué te trae por aquí?

Le pregunta mi abuelo.

-Espero no te moleste que me quede, en casa no están nada bien las cosas.

Fue su respuesta y veo que trae un bolso.

-Sabes que eres bienvenido cuando quieras, mis puertas están abiertas.

Le responde mi abuelo.

-Gracias abuelo.

Dijo con la voz aguda.

-Cuenta qué paso.

Lo incentivo señalando que se siente ante la chimenea, aquí cerca del mar a la noche refresca por lo que es importante calentar el cuerpo así.

-Toma café, al parecer lo necesitas. Le dice mi abuelo.

-Por su cara ese trago tuyo necesita. Agrego tratando de sonar simpático, pero la cara de Feferico dice otra cosa, no esta para bromas.

-Veran, ya sabrán que no quiero casarme con Linda porque me mintió en relación a que tenía algo con Erik, pero nuestro padre insiste en que lo haga, discutimos por eso, y más ahora que ella está embarazada. Solto la bomba.

Lo quede mirando atonito, la idea que ella se acostaba con mi hermano me revolvia las tripas, pero embarazada, eso termino por hacer que ese nudo en mis tripas se ajustara mas.

-¿Cómo es eso posible? ¿No se cuidaron?

Pregunte celoso y no se porque, si ya no tengo nada con ella, ahora estoy con Aria.

-Por eso se iban a casar. Reflexiono mi abuelo.

-No, no sabíamos, hasta que recibió los resultados de los análisis que nos hicimos para la boda. Contesta Federico.

-¿Qué piensas hacer? Le pregunto

-Responderé por el bebe, si es mio, pero nada más, ya se lo aclare a ella, al principio dude hasta que averigüe todo de ella.

-¿Hay mas?

Pregunto.

-Contrate un investigador que descubrio que ella tiene un canal con un seudonimo, donde se jacta de sus amorios y critica con los que estuvo. Se volteo media ciudad y extranjeros como si hiciera un intercambio cultural, algunos se dejaron filmar, es indignante todo lo que descubri, asi que ese bebe puede ser mio como puede que no, pero unicamente podremos hacernos el adn mas adelante, despues de los tres meses. Concluyo cerrando los puños de la bronca que tenia.

Linda se rio en nuestras caras, jugo con nosotros, me sentia mal, mas por mi hermano que al parecer él si estaba enamorado de ella.