La Sombra De Ashfall

Una vez que todos los términos del compromiso fueron acordados y sellados, se estableció que el anuncio oficial se haría en dos semanas. Un suspiro de alivio colectivo pareció recorrer la sala, y todos parecían contentos con la decisión que garantizaría la seguridad y el futuro de Cecil. Fue entonces cuando la Duquesa Nyx solicitó hablar a solas con Cecil. La joven asintió, guiando a la Duquesa a un salón privado, dejando atrás a los demás, una vez que la puerta se cerró, Nyx fue directa, su mirada penetrante y seria.

-Cecil, mi querida, necesito ser honesta contigo - comenzó Nyx, su voz grave y sin rodeos -. Me preocupan tus sentimientos, mi hijo te adora, lo sabes, y temo que solo lo estés utilizando. Vi cómo el rey Lysander no parecía desistir de ti esta mañana, y eso me hace preguntarme: ¿en el futuro, a pesar de este compromiso o incluso de la boda, seguirás teniendo algún sentimiento por Lysander?

Cecil la miró a los ojos, la verdad de su pasado una carga invisible.

-Duquesa, amé a Lysander con todo mi corazón en el pasado - admitió, su voz sosegada y respetuosa -, pero hace tiempo que esos sentimientos se habían terminado y su regreso casado, fue la excusa perfecta para terminar el compromiso que teníamos.

No podía revelarle a su futura suegra que había regresado en el tiempo, que las palabras que pronunciaba venían de una vida de dolor y traición. Nyx no se convenció fácilmente.

-Cecil, ustedes tres se conocen desde niños, fueron compañeros de juegos y crecieron juntos. Siempre, siempre elegiste a Lysander, temo que, si en el futuro no logras amar a mi hijo, termines destruyéndolo - la voz de Nyx se suavizó, cargada de la profunda preocupación de una madre -. He visto en todos estos años el amor que mi hijo profesa por ti, pero también he visto cómo nunca fue correspondido y ahora, de forma tan repentina, lo aceptas.

Cecil entendió sus dudas perfectamente, pero no podía dar las explicaciones que la Duquesa deseaba.

- Entiendo sus dudas, Duquesa. Es un cambio repentino, pero le aseguro que no dañaré a Gareth - una profunda convicción brilló en sus ojos -. No me di cuenta en el pasado de lo que él significaba para mí, de la pureza de sus sentimientos.

-Los sentimientos no pueden cambiar de un día para el otro, Cecil. Y aunque te aprecio, no puedo permitir que mi hijo salga lastimado - su voz se volvió una amenaza sutil, casi un susurro -. Todavía podemos acabar con este compromiso antes de que sea anunciado, pero una vez que se haga público, si llegas a destruir a mi hijo, yo me encargaré de destruirte de la misma manera - la advertencia era clara y fría como el acero.

Cecil no retrocedió, su mirada se encontró con la de Nyx, firme y llena de una nueva fuerza.

- Duquesa - respondió Cecil, sus palabras resonando con una convicción que sorprendió incluso a Nyx -, antes de destruir a Gareth, tendrá que destruirme a mí misma.

- Confiare en ti, espero que cumplas tu palabra.

-Así será Duquesa, lo comprobará conforme pase el tiempo.

Ambas salieron del salón, volviendo a la sala donde habían estado antes. Enseguida, Cecil notó la ausencia de Gareth.

-¿Dónde está Gareth? - preguntó, su mirada recorriendo la habitación.

-Salió al jardín. Parecía necesitar un poco de aire - Roric respondió

- Iré a buscarlo - dijo Cecil, ya dirigiéndose hacia la puerta que daba al exterior. Sus padres asintieron, permitiéndole ir.

En cuanto vieron a su hija salir, Briar se giró hacia Nyx, la preocupación volviendo a su semblante.

-Entiendo tus dudas, Nyx. Ni siquiera nosotros comprendemos del todo cómo nuestra hija, de un momento a otro, ha aceptado un compromiso con Gareth - Briar suspiró, su mirada pensativa -. Además, te aseguro que Cecil no se mostró afectada por la llegada de Lysander junto a su esposa. Quizás eso signifique que, en verdad, quiere a Gareth.

Nyx asintió lentamente, sus ojos fijos en la puerta por donde Cecil había desaparecido.

-No solo deseo que lo quiera, Briar. Espero que lo ame. Que lo ame como él la ama a ella.

Mientras tanto, en el jardín, Cecil encontró a Gareth cerca de una fuente ornamentada, el suave murmullo del agua el único sonido en la quietud de la mañana. Estaba de espaldas a ella, sus hombros tensos, absorto en sus pensamientos. Cecil no dudó, se acercó a él en silencio, y sin previo aviso, lo abrazó por la espalda, sintiendo la familiar calidez y solidez de su cuerpo contra el suyo.

Gareth se sobresaltó ligeramente al sentir los brazos de Cecil rodearlo, pero la sorpresa se transformó rápidamente en una ternura abrumadora. Se giró entre sus brazos para mirarla, sus ojos encontrando los de ella con una calidez inmensa.

-¿En qué piensas? - preguntó Cecil, su voz suave, acurrucada contra él.

Gareth suspiró, su mirada perdiéndose en la distancia, aunque sus pensamientos estaban fijos en las palabras de ella de ayer en la cascada.

- En lo que dijiste ayer – confesó -. Tú fuiste el único que luchó por mí. El único que arriesgó su vida, su libertad, cuando todos los demás me abandonaron. No voy a dejarte ir esta vez, Gareth Thylas - se volvió hacia ella, sus ojos buscando respuestas -. ¿A qué te referías, Cecil? ¿Qué fue lo que... viviste?

Cecil sintió un escalofrío. No era el momento de desvelar la cruda verdad de su viaje a través del tiempo. Aún no, aún no era el momento para cargar a Gareth con el peso de la traición y la tragedia de su primera vida. Con cariño, lo abrazó más fuerte, apoyando su cabeza en su pecho.

-Fue un sueño, Gareth - susurró, la voz ligeramente amortiguada por su ropa -, un sueño horrible. Donde lo perdía todo, donde... él me abandonaba y tú... tú luchaste por quedarte a mi lado, incluso en la oscuridad más profunda - levantó la vista, una sonrisa triste en sus labios -, pero no quiero hablar de eso ahora. Cuando sea el momento adecuado, te contaré todo, lo prometo - sus ojos brillaron con una sinceridad que Gareth no pudo dudar -. Ahora solo quiero quedarme un momento más así, contigo.

Gareth la estrechó, el misterio en las palabras de Cecil dándole una punzada de preocupación, pero el calor de su cuerpo contra el suyo y la certeza de su presencia lo reconfortaron.

-Está bien, Cecil. Nos quedaremos aquí. El tiempo que quieras.

En el abrazo mutuo, bajo la mirada silenciosa del jardín, Cecil se aferraba a la promesa de un futuro diferente, mientras Gareth, sin saberlo, se convertía en el ancla que la mantendría firme en su propósito.

-Gareth, crees que alguien nos este viendo… - cuestiona Cecil separándose un poco de su abrazo.

- No – mira a su alrededor -, parece que no hay nadie, ¿por qué?

-Ayer nos interrumpieron – menciona con una sonrisa coqueta.

El recuerdo de Falkon en la entrada, se acercó a él de nuevo, la intención de un beso clara en sus ojos, sus labios estaban a punto de tocarse cuando la voz de Briar los interrumpió desde la casa.

-¡Cecil! ¡Gareth! Vengan a desayunar, por favor.

Ambos se separaron al instante, un rubor subiendo por las mejillas de Gareth. Cecil soltó una carcajada, divertida por la situación.

- Es mejor que entremos - le dijo, aun riendo.

Gareth intentó detenerla, queriendo prolongar su momento a solas, pero Cecil negó con la cabeza.

- Si seguimos aquí, todos vendrán a buscarnos.

Entre risas, se dirigieron al comedor, el sonido de su alegría resonando en el aire.