tres años han pasado desde que el Marqués Rafael y Elaiza sellaron un pacto de amor secreto. Cuatro años en los que su relación ha florecido en los rincones ocultos de la mansión, transformándose en una verdad inquebrantable que sostiene su hogar.
Pero con los hijos del marqués haciéndose mayores y la implacable sociedad aristocrática que ha comenzando a susurrar, el peligro de que su amor salga a la luz es más grande que nunca.
¿Podrá estás dos almas unidas en la intimidad sobrevivir al escrutinio del mundo? ¿osera el fin de su amor?
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desamores
El domingo por la mañana, un silencio tenso se había apoderado de la mansión. A pesar de que los miembros de la familia se preparaban para la misa dominical, cada uno parecía estar en su propio mundo. El marqués se dirigio al carruaje con la elegancia que lo caracterizaba. Emanuel, el niño, se veía un poco distraído, planificando un nuevo pay de entre las recetas que le había traído Tomás de sus compañeros. Rosalba, con un vestido de seda azul y un sombrero de paja, parecía una estatua, su rostro una máscara de seriedad.Tomas y Elaiza charlaban de sus aventuras detrás de todos.
Al llegar a la iglesia, Rosalba se quedó en la puerta, dejando que la gente entrara. Su corazón latía con fuerza en su pecho. Se sentía avergonzada de su rabia, de sus fantasías de venganza. Se prometió a sí misma que no se daría el disgusto de sufrir mas.
Durante la misa lo volvió a ver, el joven sentado del lado de los hombres, su camisa de algodón blanca hacia resaltar su cuerpo, te tuvo que reprender por pensar en el amor en la iglesia. De reojo lo veía su rostro sereno, tranquilo y amable. De pronto sus miradas se cruzaron por un instante y Rosalba creyó ver que a Marcello se le dibujaba una sonrisa que se fue aún más rápido de lo que duro. Rosalba, al verlo, sintió un nudo en la garganta. Su ira se disipó, reemplazada por una mezcla de alivio y de dolor. Él tal vez no la había olvidado. Él estaba ahí. Ella se sentía como una niña, sus manos temblaban, y su corazón latía con más fuerza.
Durante el resto de la misa, sus ojos se cruzaron por instantes. Rosalba sintió el impulso de ir a él y de decirle que se había equivocado, que lo amaba, que lo había extrañado. Pero no lo hizo. La formalidad de la iglesia, la presencia de la gente, todo la detuvo.
Al terminar la misa, Rosalba se apresuró a salir, con la intención de acercarse a él y al menos daludarlo. Pero, cuando estaba a punto de llegar a la puerta, su corazón se detuvo. Vio a la joven del jardín, con una sonrisa en la cara, y a un bebé en sus brazos. La joven se acercó a Marcello y lo tomo del brazo, y el mundo de Rosalba se detuvo.
La ira que había sentido se disipó, reemplazada por una sensación de dolor. Rosalba se quedó allí, inmóvil, incapaz de moverse, incapaz de reaccionar. Su corazón, que había estado lleno de emoción, se rompió en pedazos. El único sentimiento que le quedaba era el dolor.
Se dio la vuelta y se fue, con lágrimas en los ojos. La confrontación, la venganza, todo se había desvanecido. El único sentimiento que le quedaba era el dolor.
El regreso a la mansión fue un tormento para Rosalba. El trayecto en el carruaje fue tenso, Rosalba se limitó a observar el paisaje por la ventana, evitando la charla de su familia. El rostro de la joven, pálido y con los ojos conteniendo las lágrimas, era una clara señal de su angustia.
En cuanto llegaron, Rosalba se apresuró a subir las escaleras, con la intención de encerrarse en su habitación. Pero no pudo evitar a Elaiza. La institutriz, con su habitual calma, se acercó a ella, su rostro una mezcla de preocupación y de ternura.
"Rosalba espera, mi amor, ¿estás bien?", le preguntó frente a su puerta, su voz suave como una caricia.
"Sí, señorita Elaiza. Estoy bien", respondió Rosalba, su voz apenas un susurro. "Solo estoy un poco cansada".
"segura, mi amor", dijo Elaiza, viendo los ojos conteniendo las lágrimas. "He visto cómo has estado desde que tu hermano regresó, y hoy... Algo te ha pasado, tu no eres asi".
"No me ha pasado nada, señorita. Solo quiero estar sola", dijo Rosalba, su voz se rompió.
"Rosalba sabes que puedes confiar en mi...", dijo Elaiza, sus ojos llenos de una calidez que Rosalba no pudo soportar. Intento tomar la mano de la joven.
"¡Suéltame!", gritó Rosalba, su voz llena de ira. "¡No me toques! ¡Déjame en paz!".
Elaiza, sorprendida por la reacción de su alumna, la soltó. Rosalba se alejó, su rostro una máscara de furia y de dolor.
"¿Qué te pasa, Rosalba? ¿Por qué me gritas?", preguntó Elaiza, su voz temblaba un poco.
"¡Me pasa que no lo entiendes, señorita! ¡No lo entiendes!", gritó Rosalba, sus ojos llenos de lágrimas.
"¿Qué te ocurre, mi amor? ¿Quién te lastimó? ¿Fue tu hermano? ¿Fue...?" pregunto elaiza confundida
"¡No fue nadie!", interrumpió Rosalba. "¡No me pasó nada! ¡Solo estoy cansada! ¡Déjenme en paz! ¡No me fastidien! ¡dejenme sola!".
Rosalba se dio la vuelta y entró en su cuarto cerrándolo en la cara de una Elaiza confundida. Se encerró en su habitación, se sentó en la cama, y al no poder más se desplomó se echándose a llorar. Se sentía sola, traicionada, y llena de una ira que no podía controlar. su corazón, que había estado lleno de esperanza, se había roto en mil pedazos.
Los días se arrastraban, cada uno más largo y pesado que el anterior. La mansión, que antes era un lugar de juegos y risas, se había convertido para Rosalba en una prisión. Quería desahogarse, pero no tenía con quién. Su vida social, aunque llena de actividades y personas cercanas, era superficial. Las pocas amigas eran demasiado frívolas, más interesadas en la corte y sus vanalidades que en los sentimientos genuinos. Contarles su enamoramiento por el hijo del jardinero, aunque este fuese el segundo lugar de la academia militar, era impensable. No lo entenderían.
El marqués, su padre, siempre le había dicho que el matrimonio era un asunto de honor, además tenía su reacción cuando supiera que amaba a Marcello aquel muchacho que corrió por enseñarle box a su hermano. Y Elaiza, su institutriz, aunque era su protectora, era también parte del mismo mundo, el mundo lleno de adultos que no entendían el corazón joven de ella, y sus hermanos eran hombres no entenderian los sentimientos femeninos por más que intentarán estaban más interesados en sus propios asuntos.
Su rostro y actitud, antes llenos de júbilo, se habían vuelto fríos y distantes. La Rosalba alegre y llena de vida se había desvanecido, reemplazada por una joven que se refugiaba en sus estudios y en su bordado. Se sentía sola, traicionada y llena de una ira que no podía controlar.
Un día, mientras buscaba un poco de paz en el jardín, se encontró con Cecilia. La joven, con un balde de madera en la mano, se acercó a la fuente de piedra. Su voz, suave y tranquila, la sacó de su trance.
"Mancare Rosalba, ¿está bien?", preguntó Cecilia, su mirada llena de una genuina preocupación.
Rosalba se sintió conmovida por la amabilidad de la joven. En el mundo de la alta sociedad, la gente era amable por conveniencia, no por sinceridad. "Gracias, Cecilia. No te preocupes".
La joven sirvienta no insistió, tomo el balde y saco un poco de agua, enjuagó un trapo y tiró el agua sucia al piso, se suponía a sacar otro balde. El silencio entre ellas era cómodo, y Rosalba, sintiendo un impulso inesperado, le preguntó con suavidad. "Cecilia, ¿puedo preguntarte algo?"
"Ovviamente, Mancare Rosalba", respondió Cecilia, su voz llena de calidez.
"¿Alguna vez... Tu... te has enamorado?", le preguntó Rosalba, su voz apenas un susurro.
Cecilia se rió, un sonido tan ligero como las hojas que caían de los árboles. "Sì, mi sono innamorato. Y es una cosa muy extraña. Un día, te sientes Contento. Te sientes como si el mundo fuera tuyo, y al otro, te sientes como si el mundo se hubiera derrumbado. Non capisci niente
. No sabes qué hacer. Che casino!".
Rosalba la miró, sus ojos llenos de lágrimas contenidas. Se sintió comprendida, como si la joven la hubiera leído el corazón. "Sí, es así. Es como si una parte de ti se hubiera roto, y no sabes cómo arreglarla, pero tampoco estás segura de querer hacerlo".
"Sí", dijo Cecilia, su voz llena de ternura. "L'amore es una cosa muy extraña. Es una cosa que te hace sentir feliz y triste. vivo y morto, todo y nada a la vez "
"Y ¿qué haces?", preguntó Rosalba, su voz temblaba un poco. "....Cuando ...te sientes así, ¿qué haces?"
"Non lo so", dijo Cecilia, su voz suave. "Supongo que solo tienes que ser paciente. mio padre dice L'amore è come una pianta. Tienes que regarla, cuidarla, y esperar a que florezca. Y si no florece, no pasa nada. Hay muchas otras flores en el jardín"
Rosalba, conmovida por la analogía, se quedó en silencio. "Y si la planta ya tiene una flor que no es tuya?", preguntó, sin darse cuenta de lo que estaba diciendo.
Cecilia la miró a los ojos, con una mirada llena de una tristeza profunda. "Si la planta ya tiene una flor que no eres tú, es mejor dejarla, porque si no, te ahogarás en la tristeza. Y no queremos que eso pase, vero?".
Rosalba, con el corazón roto, asintió con la cabeza.
En ese momento, se escuchó la voz de la señora Jenkins, aguda y llena de impaciencia, rompiendo el momento intimo de las dos jovencitas. "¡Cecilia! ¡Te dije que solo era ir por agua! ¡Deja de holgazanear y ven a limpiar las ventanas!".
Cecilia, asustada, se volteó. Sacó unas galletas de avena de su delantal y se las ofreció a Rosalba. "Tómelas, Mancare. Son para usted. Mia madre dice qualcosa di dolce per addolcire il cuore ". Rosalba tomo la galleta y asintió con la cabeza y con una sonrisa triste, se despidió de la joven.
Cecilia se fue corriendo, dejando a Rosalba sola. Se quedó allí, en el jardín, con la galleta en la mano. Se dio cuenta de que Cecilia, sin saberlo, le había dado la respuesta que buscaba. dió un bocado a la galleta, que era crujiente por fuera y con una consistencia densa, pero no dura en el interior, su sabor dulces y rústico, con un pronunciado y distintivo sabor a vino realzado con un toque de anís la hizo sentir mejor. Sin saber porque sintió algo que hizo que sus lágrimas brotaran sin control, con la cara en las manos, y se echó a llorar. Desde la ventana de la mansión, Elaiza, había observado la escena sin saber que hacer pero con una idea en la mente.
¡La princesa está enamorada de Rafael!
Eso no me lo esperaba.
🤔🤔🤔