⚠️𝗔𝘃𝗶𝘀𝗼 𝗜𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲⚠️
𝗖𝗼𝗻𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲:
🔺Faltas de ortografía
🔺Palabras vulgares
🔺Escenas sensibles para algunos lectores
𝙎𝙞 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙, 𝙣𝙤 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤𝙙, 𝙖𝙝𝙤𝙧𝙧𝙚𝙨𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙣𝙪𝙣𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙮 𝙨𝙪 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤. 𝙔 𝙨𝙞 𝙖 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖, 𝙗𝙞𝙚𝙣𝙫𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤 𝙨𝙚𝙖 ❤
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Cabezas humeando
— Tengo una idea.
— No.
— Aún no te la dije.
— Igual, no.
— ¡Pero puede funcionar!
Paul ya estaba con su cuaderno, un lapicero y los lentes puestos como si fuera a planear la venganza de los dioses. Lástima que solo planeaba atrapar a un alfa misterioso con nula información.
— Paul, no tengo ni una foto, ni una pista, ni un pelo de ese alfa. ¿Qué vas a hacer? ¿Invocar al espíritu del GPS? — le gruñí desde mi rincón de la biblioteca.
— No seas dramático. — Paul ajustó sus lentes con esa cara de “soy más listo que tú” que tanto me irrita.
— ¿Dramático yo? ¡Estoy marcado de por vida por un desconocido con el que probablemente tuve el peor sexo de mi existencia, y tú quieres jugar a Scooby-Doo!
Paul me miró. Yo lo miré. Alex bostezó al lado y dijo:
— Yo quiero ser Daphne.
— Tu eres más Fred, por idiota. — le lancé un lápiz.
Paul tosió para llamar la atención, como si estuviéramos en una clase magistral.
— Si no tenemos datos, tenemos que empezar por el lugar. El antro donde te emborrachaste. ¿Te acuerdas del nombre? ¿Del color de la fachada? ¿De algo que no sea el sabor del trago?
— Me acuerdo que tenía un baño con luces violetas, que me dejaron ciego como quince minutos. ¿Sirve? — levanté una ceja.
Paul anotó. Como si eso fuera a salvarme la vida.
— Mañana salimos a patrullar bares con luces violetas. — dijo con completa seriedad.
— Suenas como un alcohólico con propósito. — bufó Alex.
— Es que soy un alcohólico con propósito.
Me recosté en la silla y me tapé la cara con las manos. No sé si reír o llorar. Mejor duermo. Aunque dormir últimamente no ayuda mucho.
Porque sí... cada noche ese estúpido, bendito y maldito alfa invade mis sueños. Y lo peor de todo… cada noche se vuelve más intenso.
— No lo entiendo… ¿Por qué tú no sueñas con tus ex’s y yo sí con el tipo que ni siquiera sé cómo se llama? — murmuré.
— Capaz es la mordida… la unión… eso de que están “conectados”. — Paul dijo con un tono más suave.
— ¡Conectados mis huevos! — respondí.
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Llegué a casa tarde. Mala idea. Siempre es mala idea.
Karen estaba en el sofá mirándose las uñas como si fueran obras de arte. Su reflejo brillaba más que su cerebro.
— Mirá quién llegó, el mártir del siglo — dijo apenas crucé la puerta.
— Hola para tí también, querida amargura con patas.
— ¿Por qué no te quedás a dormir afuera directamente? Así no nos hacés pasar vergüenza. — me escupió su veneno. Siempre tan sutil.
— Porque si duermo afuera capaz me atacan los perros, y a diferencia tuya, yo sí les caigo bien. — le sonreí con maldad.
— Emil — la voz de Nicol apareció como una nube de tormenta —. ¿De dónde vienes a esta hora?
— De estudiar, no como su hija, que estudia tutoriales para ser más víbora cada día.
La bofetada no llegó porque subí corriendo a mi cuarto antes de que lo intentara. Cierro la puerta con llave. Me tiro en la cama. No tengo energía ni para llorar.
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Ese sueño volvió.
Un pasillo largo. Paredes negras. Y un olor… fuerte, dominante. Ese olor que no sé de quién es, pero se me mete por la nariz y me deja sin aire. Estoy desnudo. Caminando. Y él aparece detrás mío, alto, como una sombra.
Me agarra de la cintura. Me susurra algo que no entiendo. Su aliento me calienta la espalda. Mis piernas flaquean. Y antes de darme vuelta…
Me despierto. Sudado. Avergonzado. Duro como piedra. Y muy, muy confundido.
— Qué carajo me hiciste en mi cabeza, alfa de mierda… — susurré con el corazón latiendo como tambor.
Agarro mi celular. 3:41 AM.
Otra vez la misma hora. Otra vez el mismo sueño. Ya no sé que me sucede... Capaz solo sea por esa estúpida marca que tengo.
Esto es cada vez más y más molesto. Juro que cuando lo encuentre, lo estragulanre como si de mi hermanastra o madrastra se tratará.