Catalina una joven hija de un ex convicto, creció sin madre con una crianza llena de armas y entrenada por su padre desde niña, decidió no seguir sus paso cuando su padre fue arrestado, arreglándose sola a los 18 años,terminó sus estudios alistandose al ejército.
Pero su vida dio un giro al morir en combate, reencarnando en la protagonista Eludy Volcania de su libro que nunca le gustó, donde la Emperatriz era sumisa a su esposo, quien siempre se mostró el " Gran hombre y esposo" terminando ella con un final colgada frente a todos para ser decapitada.
- Maldita sea, soy la Idiota de la Emperatriz ¿ Porque ella? - Maldecía mientras gritaba al cielo
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Cristofer y Paulo
Después de pasar el día con su padre, se detuvieron a comer en un lugar muy bonito y lleno de gente.
—Extrañaba esto, padre —dijo Eludy, tomándolo de la mano con una sonrisa cálida.
—Yo también, cariño. Disculpa que no estoy mucho en casa —respondió él, apenado.
(Tengo que investigar lo antes posible esos papeles…), pensó.
—No te preocupes, padre. Solo deseo que cuentes conmigo si necesitas ayuda. Sabes que soy muy buena en los negocios —añadió ella con picardía, provocando la risa de Carlos.
—Claro que sí, cariño. Después de todo, no puedo hacer todo por mi cuenta… —dijo él, aunque por dentro pensaba inquieto: (Todavía no puedo decirle sobre esto… tengo que estar seguro primero).
—Eso es cierto, Duque Carlos —exclamó ella, imitando una postura soberana, tono firme y brazos en la cintura, haciendo que Carlos volviera a reír.
Terminaron y en tranquilidad se dispusieron a retirarse, cuando detrás de Eludy surgió una voz que le provocó un escalofrío y un profundo rechazo.
—Señorita Eludy —sonrió el recién llegado—. Qué gusto encontrarla por aquí. —Saludó al Duque con una reverencia, la cual fue correspondida.
Eludy respondió con una sonrisa forzada. Frente a ella estaba un joven de cabello rubio como el oro y ojos celestes como el cielo. Le sonreía con perfección estudiada.
Si fuera la antigua Eludy, ya estaría loca por ese saludo… pero la nueva solo sintió asco.
(¿En serio? ¿Este muñeco de torta te gustaba? Por Dios… parece un robot.)
—Príncipe Paulo, el gusto es nuestro —respondió el Duque—. ¿Qué lo trae por el pueblo?
—Estaba acompañando a mi madre, pero creo que está demasiado entusiasmada con sus amigas en la boutique.
Miró a Eludy, quien deliberadamente observaba hacia otro lado sin siquiera registrarlo. Eso lo frustró; ella siempre había sido como una niña hablándole de cualquier cosa. Ahora, era como si él fuera invisible.
—Señorita Eludy, escuché que está perfectamente después de su accidente. Me alegra mucho —dijo Paulo, esbozando su sonrisa coqueta.
—Sí, Majestad. Gracias a su hermano,por ayudarme ese día. Debido a algunos asuntos, no pude agradecerle —respondió ella con tono seco.
—Fue un placer, Señorita Eludy —dijo una voz detrás de ella.
—Príncipe Cristofer —saludó, haciendo una reverencia junto al Duque, quien ya conversaba con el padre de los príncipes.
—Espero que le hayan gustado las rosas —comentó Cristofer, sin demasiada emoción—. Pensé que no le habían agradado, ya que no recibí su respuesta.
—Eran hermosas, Majestad. Y le pido disculpas por no responder —contestó ella con frialdad.
Cristofer la observó de reojo. Su manera distante al dirigirse a él, sin ninguna reacción dulce o nerviosa, le resultó extraña… e intrigante.
—Disculpe a mi hermano, Señorita Eludy —intervino Paulo—. Suele ser muy directo con sus palabras.
—No hay por qué disculparse. Los hombres con poder deberían serlo —respondió ella con firmeza. Luego hizo una reverencia—. Si me disculpan, me retiro.
Miró a Cristofer fijamente.
—Si me permite darle las gracias, mañana le llevaré un obsequio.
Paulo quedó perplejo, completamente ignorado, como si no existiera a su lado.
—La estaré esperando, Señorita —dijo Cristofer, con una leve sonrisa.
(Es la primera vez que una mujer me habla tan directo, y encima dejando de lado al sonriente de mi hermano… esto será interesante.) pensó, sonriendo con picardía.
Paulo chasqueó los dientes, lanzándole a su hermano una mirada de disgusto mientras la veía marcharse.
Ya en la carruaje Eludy suspiró aliviada.
(Ay, tengo que limpiarme con sal. Ese príncipe sonriente no tiene nada de lindo…) pensó, pasándose las manos por los brazos como si quisiera sacarse las malas energías de encima.
Carlos la miró, pero no dijo nada. Se hundió en sus pensamientos, apretando el puño con frustración.
Sierra: herramienta para cortar o una formación montañosa.
valla: se refiere a una cerca o panel publicitario.
o se porque pero pareciera que le pagarán por colocar esa frase que incómodo ya se me hace ha mi en lo personal