Enséñame A Amar Una Vez Más.

-Idiota...- Murmuró Amelia con frialdad escupiendo hacia la espalda de su hermana, su expresión era indiferente mientras perdía su mirada en la nada.

Prefería morir antes de comprometerse con Martín una vez más, ese desgraciado... Ella misma se encargaría de hacerlo sufrir.

-Ustedes realmente se odian.- Una voz masculina sonó detrás de Amelia, haciéndola dar un saltó del susto. Ella se volvió con una expresión asustada, sin embargo, al ver al mocoso de pie detrás de ella, se tranquilizó.

-Si tú lo dices.- Contestó Amelia sin muchas ganas de hablar, ella frunció el ceño, perdida en sus pensamientos.

Noah, al verla distraída, miró detenidamente la cabeza de la chica, pero por más que lo intento, no vio ninguna herida o venda, eso lo alivio profundamente, sin embargo, no estaba del todo tranquilo.

Él colocó su mano suavemente sobre la cabeza de la chica, acariciando en busca de algún chichón.

-¿Qué crees que haces?- Preguntó Amelia con las cejas arrugadas en cuestionamiento, aún así, ella no le apartó la mano, pues aquello no le molestaba en lo más mínimo. El niño simplemente estaba tocando su cabello por curiosidad.

-¿Aún te duele?- Preguntó de repente el joven cuando uno de sus dedos tocó una larga herida con costra en la cabeza de la chica, esta no podía verse por el cabello, tampoco estaba inflamada, talvez por qué ya habían pasado varios días.

La herida ya se había cerrado, pero ¿Y sí aún le dolía? La mano debajo de la manga de Noah se apretó con fuerza, sus ojos brillaron con una luz helada ¡¿Cómo se atrevió esa mujer a lastimarla?!

Amelia había estado teniendo picazón en esa zona, cuando los dedos fríos de Noah tocaron los alrededores de la herida, sintió frescura y alivio, ella lo disfrutó. Nany y su madre le habían prohibido rotundamente rascarse.

-No, dejó de doler hace mucho.- Respondió con tranquilidad, de hecho, nunca le había dolido, ese tipo de dolor no era nada comparado con el dolor que sufrió en su vida pasada.

Ella levantó la vista y sus ojos se abrieron con sorpresa, los ojos de Noah estaban pegados a su cabeza con un brillo de dolor en ellos, su expresión era pesada y lastimera, como si se sintiera culpable y adolorido.

Solo entonces la chica recordó que Noah había crecido con la anfitriona, probablemente había estado muy preocupado por ella, pero no quería expresarlo.

-Con lo poderosa que soy ¡Esto no es nada!- Exclamó ella en voz alta con una sonrisa altanera, aparto la mano de Noah de su cabeza y señaló la dirección en la que todos se habían ido.

-El almuerzo ya debe estar servido, es mejor que vallamos o mi madre vendrá a buscarnos.- Dijo ella con un tono nervioso fingido, lo tomó de la mano y lo arrastró con dirección a la cocina.

Noah soltó un suspiro de alivio silencioso, alegrandose en su corazón que la niña esté bien, sin embargo, el daño que recibió, haría que Sabrina lo recibiera tres veces más.

Una hora antes, en la Mansión Hua:

-Cariño, iremos ahora mismo, pero por favor, tranquilízate.- Le dijo Axel a su esposa, tratando de calmarla, parece que hizo mal en contarle la noticia, pero sentía que su esposa también debería saberlo.

Mella estaba extremadamente furiosa mientras miraba las cartas que su esposo le había mostrado, solo los cielos sabían cuanto adoraba ella a esa niña ¿Cómo demonios se atrevió esa mocosa a empujarla?

En ese momento, Noah se detuvo delante de la puerta, pues estaba a punto de informarle a sus padres que el carruaje ya estaba listo, pero antes de poder hablar, escuchó los gritos furiosos de su madre.

-¡Esa niña Sabrina la empujo, ella intento matarla! Estoy segura de eso ¡Esa niña esta loca ¿Cómo pudo intentar matar a su propia hermana?!- Exclamó Mella con frialdad, apretando con fuerza sus puños.

Noah estaba a punto de irse cuando escuchó aquello, su cuerpo se paralizó de golpe y su sangre se heló.

-¡AMELIA MURIÓ, ELLA MURIÓ!- Gritó en voz baja Mella, rompiendo en llanto.

Los ojos de Noah se abrieron como platos cuando escuchó aquello, su corazón se detuvo por unos segundos, había quedado en shock ¿Cómo que Amelia murió?¿Cómo podría ella haber muerto?

-Cariño, no es así, el golpe en la cabeza solo la dejo inconsciente...- Trato de calmarla Axel, abrazando a su esposa cariñosamente como consuelo.

-¡Dijeron que la niña había muerto y que revivió 3 horas después ¿Cómo puede el Emperador tener doctores tan incompetentes?! ¡Sí no fuese porque Julia no estaba dispuesta a despedirse todavía, ese idiota la habría mandado a quemar!- Exclamó furiosa Mella en los brazos de su esposo.

Cuando Noah escuchó que Amelia estaba viva, finalmente sintió su alma volver a su cuerpo, su corazón volvió a latir y su expresión se volvió menos pesada.

Él abrió la puerta de golpe y le dijo a su padre en voz alta -El carruaje está listo, podemos irnos ahora.- Su tono era ligeramente suplicante.

Ante eso, sus padres se miraron y asintieron, partieron casi de inmediato.

Mientras el carruaje avanzaba, Noah no paraba de mover las piernas con apuro, sus ojos fijos en la ventana ¿Porqué tardaban tanto en llegar a la Mansión del Primer Ministro? ¿Siempre había sido tan largo el camino?

Cuando el carruaje dio vuelta en la esquina y sus ojos lograron divisar a la niña que yacía de pie detrás de su madre, su corazón ansioso finalmente encontró tranquillidad.

Cuando el carruaje se detuvo, quería ser el primero en salir y preguntarle como estaba, sin embargo, no quería parecer desesperado, así que decidió salir de último.

Al verla actuar con tanta normalidad y ser ella misma, finalmente se sintió tranquilo, incluso si ella lo trataba como sirviente, estaba bien mientras ella se mantuviese sana y salva.

Solo de esa forma podría vivir tranquilamente.