Catalina Miranda es una joven deslumbrante que persigue con fervor sus sueños, a pesar de las adversidades que la rodean. Su familia no cuenta con grandes recursos económicos ni ocupa un alto estrato social, pero cada día luchan con valentía para salir adelante. Para Catalina, su madre y su hermana menor son el centro de su mundo; sueña con conseguir un buen trabajo que les brinde la vida digna que merecen, convirtiéndolas en verdaderas reinas.
Catalina es una soñadora incansable, siempre dispuesta a extender su mano a quienes la rodean. Sin embargo, su vida da un giro inesperado en una oscura noche. Al escuchar murmullos inquietantes provenientes de las afueras de su hogar, se siente atraída por la multitud de vecinos congregados. Con el corazón en un puño y temiendo lo peor, se acerca lentamente, solo para encontrarse con una escena desgarradora que cambiará su vida para siempre.
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Capítulo IX Reunión familiar
Punto de vista de Catalina
Han pasado varios días desde que llegué a la casa de Gabriel, las cosas han estado tranquilas él se la pasa en su trabajo, mientras que yo me aburro sola como una ostra en esta gran casa.
La muerte de mi familia me duele como si no hubiera pasado el tiempo. Pero ya no podía seguir lamentándome debía tomar las riendas de mi vida y empezar a trazar un plan para encontrar a esos delincuentes que me quitaron lo que más quería y sabia que para lograrlo debía aceptar la oferta de matrimonio que me estaba haciendo Gabriel, el no era un hombre sencillo su vida estaba marcada por la clandestinidad y el peligro, pero todo eso me atraía, era como si hubiera nacido para ser una dama de la mafia.
Esta noche tendríamos una reunión en casa de los padres de Gabriel, ya había conocido a su padre; sin embargo, su mamá era otra cosa. Por lo que he escuchado ella es una mujer implacable y cuando alguien no le parece no descansa hasta destruirlo. No me tocará fácil, pero si Gabriel quiere librarse de la tal Camila no tenía otra opción que apoyarme.
Me encontraba en mi habitación leyendo un libro, cuando Gabriel entró como de costumbre sin anunciarse. "En unos minutos te traerán ropa para qué escojas lo que usaras en la noche, también vendrá la estilista; quiero que luzcas más hermosa de lo que eres".
Sus palabras me hicieron estremecer, el pensaba que yo era hermosa, necesitaba ser más audaz y atreverme a acercarme a él, pero mi inexperiencia me hacía detener.
"¿Por qué me miras así?... ¿A caso quieres algo?", su voz ronca me hizo estremecer, sin pensarlo me quede viendo a sus sensuales labios, quería, no, deseaba volver a besarlo, sentir como mi corazón se quería salir de mi pecho era algo que no podía describir.
Camino hacia mí mirándome fijamente a los ojos, me tomó por la cintura y me pego a su cuerpo, para este momento ya no pude contenerme y lo besé apasionadamente, no sabía si lo hacía bien o no, lo único que sabía era que quería más, mucho más de Gabriel.
"Cálmate pequeña, si estás ansiosa no lo disfrutaras", sus palabras me sacaron del trance en el que estaba.
"Lo siento, debes pensar que soy una ofrecida", respondí queriendo apartarme de él.
Sin embargo, él volvió a unir nuestros cuerpos en un fuerte abrazo. "Nunca pensaría algo así, eres la mujer que elegí para ser mi esposa, lo que hayas hecho en el pasado ya no tiene importancia para mí".
Estaba asustada de que él se diera cuenta de que no tenía nada de experiencia y se decepcionara de mí.
"¿En qué piensas?", pregunto de repente sacándome de mis pensamientos.
"No es nada, solo me distraje", respondí apenada.
Llegamos a la casa de los Lombardo, no podía negar que me sorprendió la inmensidad de la propiedad y la seguridad de la misma, pero debía mostrarme indiferente ante los demás, según Gabriel no debía mostrarme débil, ya que eso lo usarían en mi contra.
"Estás hermosa serás la envidia de todos los presentes", susurró Gabriel a mi oído.
"Tu también estas muy guapo", respondí coqueteando.
Fuimos al jardín donde se llevaría a cabo la cena, había una gran mesa dispuesta para los invitados, el lugar era asombroso, las luces reflejaban en plenitud las hermosas flores las cuales desprendían un olor relajante, no sabía por qué, pero ese lugar se me hacía conocido era como si hubiera estado en él antes.
Estaba impresionada por la belleza que no me di cuenta de que una mujer muy bella se acercaba a nosotros. "Gabriel, pensé que no vendrías", dijo la señora llamando mi atención.
"Sabes que no me perdería este evento por nada del mundo madre", respondió Gabriel con frialdad.
Pose mi mirada en la mamá de Gabriel, era una mujer realmente bella, aunque en sus ojos solo se reflejaba furia y odio, pero había algo más que no logre descifrar.
"¿Esta es la niña que supuestamente robo tu corazón?", pregunto mientras me miraba con despotismo.
"Así es madre, ella es Catalina Miranda; el amor de mi vida", si no supiera que todo esto es una farsa hasta yo me hubiera creído las palabras de Gabriel.
"Un gusto, señora", comente sin apartar la vista de la mujer.
"Lo siento, pero no puedo decir lo mismo", dijo dejándome con la mano extendida.
Sabía que con esta señora no sería nada fácil, pero le iba a devolver esta humillación, solo era cuestión de tiempo, pues lograría que Gabriel perdiera la cabeza por mí.
"Mamá sé más amable con mi mujer o nos vamos en este momento", el tono de voz de Gabriel era firme y no daba pie a discusiones.
Lo tomé de la mano, lo que hizo que él se volteara a verme en sus ojos había algo diferente; vi en ellos un brillo que antes no había visto.
"No discutas amor, es tu mamá y ella sabrá por qué no le caigo bien", acaricie el rostro de Gabriel logrando que su atención estuviera puesta solo en mí, nunca antes había manipulado una situación, se sentía tan bien tener el control esto me estaba gustando y mucho.
Dirigí la mirada hacia mi querida suegra y le regalé una mirada triunfadora, la mujer estaba que moría de rabia. Terminamos de entrar al jardín y el papá de Gabriel nos recibió con amabilidad, al parecer al señor Lombardo no le caía tan mal.
"Hijos, bienvenidos. Espero disfruten la velada y cualquier cosa que necesiten estoy aquí para ayudarlos".
"Gracias, señor. Es usted muy amable", respondí con sinceridad.
Gabriel y su padre eran los líderes y si ellos estaban de mi lado nada me detendría. Gabriel continuo presentandome a muchas más personas: todas importantes. Ni en mis sueños más locos pude haber imaginado estar rodeada de tantos criminales y mucho menos que esta vida me atrayera como un imán.