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El Omega Quiere Venganza

El Omega Quiere Venganza

Status: En proceso
Genre:Romance / CEO / Posesivo / Omegaverse / ABO / Fantasía LGBT
Popularitas:37.6k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Wang Chao

Keiran muere agotado por una vida de traición y dolor, solo para despertar en el mundo del libro que su único amigo le regaló, un universo omegaverse donde comparte nombre y destino con el personaje secundario: un omega marginado, traicionado por su esposo con su hermana, igual que él fue engañado por su esposa con su hermano.

Pero esta vez, Keiran no será una víctima. Decidido a romper con el sufrimiento, tomará el control de su vida, enfrentará a quienes lo despreciaron y buscará venganza en nombre del dueño original del cuerpo. Esta vez, vivirá como siempre quiso: libre y sin miedo.

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📌 Historia BL (chico × chico) si no te gusta, no entres a leer.
📌 Omegaverse
📌 Transmigración
📌 Embarazo masculino.

NovelToon tiene autorización de Wang Chao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 12. Él será mío.

—Esto es perfecto. Justo lo que me merezco —dijo Keiran con una sonrisa sarcástica mientras dejaba su equipaje a un lado y se acercaba al ventanal de cristal. Desde ahí, se desplegaba una vista panorámica de casi toda la ciudad, las luces titilando como si intentaran alcanzar el cielo.

El departamento era impresionante. Dos pisos de pura elegancia, decorado en tonos neutros al estilo minimalista. Una lámpara colgante dominaba el espacio central de la sala, bañando el mármol blanco del suelo con una luz suave. Una alfombra gris y perfectamente colocada daba un toque de calidez, mientras las plantas cuidadosamente dispuestas y los cuadros de artistas contemporáneos reforzaban la sensación de opulencia. Cada detalle parecía gritar riqueza, pero para Keiran, aquello no era más que una burla.

—Ordenaré mis cosas. Usa la habitación secundaria —soltó con frialdad al pasar junto a Gabriel, golpeando intencionadamente su hombro al hacerlo.

Gabriel sintió la ira encenderse en su pecho. Su mandíbula se tensó mientras apretaba los puños, luchando por mantener la compostura. Pero no pudo contenerse. En un movimiento rápido, giró y sujetó con fuerza el brazo de Keiran. Sus grandes manos rodearon la delgada extremidad del omega, transmitiendo una mezcla de rabia y control.

—No olvides que quien paga todo esto soy yo —gruñó Gabriel, sus ojos castaños ardiendo de ira—. Por derecho, la habitación principal me corresponde, Keiran.

El omega levantó la mirada, su ceño fruncido revelando tanto irritación como desafío. Su tono, gélido como el mármol bajo sus pies, perforó el aire entre ellos.

—Y tú no olvides que solo eres un pobre alfa recogido por mi padre. Sin mí, seguirías siendo un simple perro callejero, Gabriel. Así que no te atrevas a ponerte en el mismo nivel que yo, porque no somos iguales.

Con un movimiento brusco, Keiran liberó su brazo del agarre de Gabriel, quien se quedó inmóvil, sorprendido tanto por las palabras como por la fuerza inesperada de su esposo.

—Y no vuelvas a ponerme una mano encima —añadió Keiran, su voz ahora cargada de un desprecio palpable—. Es repugnante.

Sin más, el omega tomó el asa de su maleta y subió al segundo piso, su andar decidido y altivo dejando claro que no pensaba ceder terreno. Gabriel lo observó en silencio, inmóvil, mientras su mente intentaba procesar lo ocurrido.

—¿A dónde se fue el Keiran que me gustaba? —se preguntó en voz baja, un tono de melancolía filtrándose en sus palabras.

Recordó los primeros días de su matrimonio, cuando Keiran era tierno, dulce, casi sumiso. Lo esperaba cada noche con una sonrisa cálida, un beso lleno de amor. Le quitaba la corbata con cuidado, le ofrecía masajes después de días agotadores y lo abrazaba mientras tarareaba suavemente una melodía que, aunque muda, parecía llenar el aire con una dulzura indescriptible.

Sin embargo, aquel Keiran parecía haberse desvanecido, reemplazado por alguien lleno de odio, resentimiento y una fuerza que Gabriel no sabía cómo manejar. Aunque había sido precisamente esa fragilidad lo que lo había aburrido con el tiempo, ahora extrañaba la calidez que una vez lo había hecho sentir especial.

—Bueno, también lo odiaría si me fuera infiel —murmuró, como si tratara de justificar el cambio en su esposo.

Con un suspiro frustrado, Gabriel tomó su equipaje y subió al segundo piso. En lugar de dirigirse a la habitación principal, como hubiera hecho en el pasado, giró hacia la habitación de invitados, aceptando silenciosamente la derrota.

El ambiente en el departamento, a pesar de su lujosa decoración, estaba cargado de tensión. Cada rincón parecía resonar con el eco de las palabras de Keiran, mientras ambos hombres se preparaban para una convivencia que prometía ser un campo de batalla emocional.

...****************...

Pasadas las diez de la noche, Keiran estaba recostado en su cama, rodeado de una maraña de documentos financieros esparcidos sobre el edredón de satén gris. A un lado, un plato con fruta fresca permanecía casi intacto, salvo por algunas uvas que había tomado entre pausas. Sus ojos estaban fijos en la pantalla de la computadora, un regalo de su padre antes de que llegara a ese mundo a través del libro. Frente a él, los registros de cuentas bancarias que había solicitado a Gabriel como parte de su plan comenzaban a tomar forma en su mente.

El "Keiran original", aquel que Gabriel había manipulado con facilidad, jamás se habría atrevido a cuestionar nada. Cuando se casaron, Gabriel había logrado que Keiran le cediera el control absoluto de sus finanzas. Lo había hecho con dulces palabras y una sonrisa falsa.

"Manejaré tus cuentas, cariño. No tienes que preocuparte por nada" había dicho Gabriel en aquel entonces, su voz seductora enmascarando sus verdaderas intenciones.

El recuerdo hizo que Keiran apretara los dientes.

—Bastardo —musitó mientras tomaba otra uva y la mordía lentamente—. Te enseñaré cómo se manejan las cuentas de verdad.

El Keiran de antes, limitado por su mutismo y su falta de confianza, jamás había estudiado nada relacionado con finanzas. Siempre se había sentido inútil, una percepción reforzada por las constantes humillaciones de Margaret y Shelby. Pero ese Keiran ya no existía. El nuevo Keiran había pasado años perfeccionándose, estudiando y obteniendo un posgrado en finanzas. Ahora era un experto en cerrar negocios que siempre terminaban beneficiándolo más a él que a cualquier otra persona.

Su mirada se endureció mientras continuaba revisando los documentos. Aunque la información que tenía en ese momento era limitada, le bastó para hacerse una idea general de la situación financiera que Gabriel había intentado esconderle.

—Bien —murmuró, organizando los papeles en un montón ordenado antes de volver su atención a la pantalla—. Ahora, investiguemos un poco a mi futuro esposo.

Una sonrisa ladina apareció en su rostro mientras comenzaba a teclear. En cuestión de segundos, encontró lo que buscaba: Frederick Bellerose.

La información que apareció en pantalla no le sorprendió, pero sí le fascinó.

Frederick Bellerose: CEO de múltiples empresas que abarcaban industrias tan variadas como la tecnología y los bienes raíces. Su imperio empresarial lo había convertido en uno de los hombres más ricos del mundo, acumulando una fortuna de miles de millones y ejerciendo una influencia que se extendía mucho más allá del ámbito corporativo. Casi dueño de la mitad de la ciudad, era conocido por su despiadada forma de hacer negocios y por su acceso exclusivo a los círculos más elitistas del país.

Keiran amplió la imagen que acompañaba el perfil. El rostro de Frederick apareció en la pantalla: su mirada penetrante, adornada por ojos rojos distintivos, proyectaba autoridad. Solo aquellos con genes excepcionalmente dominantes poseían ese tipo de rasgos. Un alfa ultradominante de clase SSS, la cúspide de los alfas.

—Perfecto. Eres perfecto para mi plan —susurró Keiran, con una chispa de determinación en sus ojos.

Continuó bajando por la página, absorbiendo cada detalle. Sabía que Frederick era más que el arrogante CEO que los rumores pintaban. Aunque disfrutaba de la compañía de mujeres hermosas, omegas y betas por igual, había un detalle en particular que llamó la atención de Keiran cuando leyó el libro. Frederick tenía un interés especial por alguien: una mujer de salud frágil que, aunque no se aclaraba si la amaba, era innegablemente importante para él.

Esa mujer, curiosamente, compartía una apariencia similar con Shelby, lo que había captado el interés de Frederick en el libro. Pero Keiran no estaba dispuesto a permitir que Shelby usara eso a su favor.

—No te lo dejaré, Shelby. Él será mío —murmuró con una convicción helada mientras sus dedos tamborileaban suavemente sobre el teclado.

En ese momento, Keiran sintió una mezcla de satisfacción y anticipación. Sabía que su plan no sería fácil de ejecutar, pero había algo claro: él no se detendría hasta asegurarse de que Frederick Bellerose le ayudará a completar su venganza.

Keiran revisó nuevamente la fecha en el calendario. Faltaban solo tres días para que Frederick Bellerose llegara a la ciudad y ocupara el departamento justo encima del suyo. Esa había sido la razón principal por la cual le exigió a Gabriel rentar ese lugar. Todo formaba parte de su plan. Ahora, solo tenía que encontrar la manera de cruzarse con Frederick y asegurarse de que su primer encuentro no fuera olvidado.

Sin embargo, había un detalle que no podía ignorar: Frederick era un alfa exigente. Su presencia imponía respeto y su círculo social estaba compuesto por personas que emanaban éxito y perfección. Keiran, por otro lado, se encontraba en desventaja. Giró la cabeza hacia el clóset, cuya puerta seguía abierta, y su mirada recorrió la ropa vieja y desgastada que había llevado consigo. Prendas que, aunque funcionales, no estarían a la altura de lo que esperaba el tipo de hombre que era Frederick.

—Definitivamente necesito ir de compras —murmuró, soltando un suspiro.

No era solo una cuestión de apariencia, sino de estrategia. Keiran sabía que cada detalle contaba. Frederick era un hombre que valoraba la imagen, la perfección y el control. Para entrar en su radar, Keiran necesitaba proyectar confianza y sofisticación, algo que esas prendas humildes jamás podrían transmitir.

Durante los siguientes dos días, Keiran se dedicó a pulir cada aspecto de su plan. Las horas de la mañana las pasaba recorriendo las boutiques más exclusivas de la ciudad, eligiendo cuidadosamente ropa que no solo destacara su figura, sino que también enviara un mensaje claro: soy alguien digno de tu atención. Los colores, los cortes, las telas... cada elección tenía un propósito.

Las tardes, en cambio, las pasaba sumergido en su computadora, recopilando toda la información posible. No solo sobre las empresas de su padre, que seguían siendo un rompecabezas complejo, sino también sobre las actividades más recientes de Frederick. Las noticias más recientes lo mostraban paseando del brazo de una hermosa mujer omega, una de las nuevas actrices de su casa productora.

La imagen le provocó una punzada de irritación que ocultó rápidamente con una sonrisa forzada.

—Así que te gustan las mujeres hermosas y exitosas, ¿eh? —murmuró, estudiando con atención los rasgos delicados de la actriz en la pantalla. Era evidente que Frederick no se conformaba con menos que la perfección. Pero eso no lo desanimaba; al contrario, lo motivaba.

Keiran sabía que el camino que tenía por delante no sería sencillo. Frederick era un hombre rodeado de oportunidades, lujos y personas dispuestas a complacerlo. No sería fácil destacarse entre tantos competidores. Sin embargo, Keiran tenía algo que la mayoría no: determinación y astucia.

Se miró al espejo esa noche, después de un largo día de compras y planificación. Vestido con una camisa blanca perfectamente entallada y unos pantalones oscuros que realzaban su figura, apenas reconocía al hombre que lo observaba desde el reflejo. Ya no era el Keiran sumiso y mudo que una vez había dependido de la caridad de otros.

—No voy a dar un paso atrás —se dijo en voz baja, con los ojos fijos en su reflejo—. Este es mi momento, y no voy a desperdiciarlo.

La batalla apenas comenzaba, pero Keiran estaba listo para enfrentar cualquier obstáculo. Sabía que enfrentarse a alguien como Frederick requeriría más que solo palabras bonitas o una apariencia impecable. Necesitaría inteligencia, paciencia y, sobre todo, la capacidad de jugar en un mundo donde solo los más fuertes sobrevivían.

Y Keiran estaba decidido a ganar.

1
Aura Chia
Excelente
Roberta Medrano
estoy gritando de emoción, guauu que ni pintado...
Roberta Medrano
me encanta como se van desarrollando las cosas eso es mi Omega favorito...
Roberta Medrano
Bueno
Roberta Medrano
me encanta que está cambiando las cosas, ojalá logré salvar a su papá
Cobado Balaguer
Excelente
Juliana Fernandez
me encanta esta historia ❤️😍por favor actuliza escritora 🥹🥹voy a estar esperando me engancho tu historia te felicito 😘
Topy71 🇦🇷
Ni entiendo porque no lo vomito, total en la habitación estaban solo el y su padre
Kelly Castro
muy bueno
Daaaq
Me encanta como está avanzando la Historia 🫶🏻
Gladys Zapata
Me gusta mucho la trama
Patricia Margarita Charris Martinez
Excelente
Diosa David Torres
Bueno creo que nuestro bello Alfa y Omega serán un 100%☺️☺️
Diosa David Torres
Según ellos 🤣🤣🤣🤣y ya están bien enamorados 🥰❤️🤣🤣🤣🤣
Diosa David Torres
🤣🤣🤣🤣🤣me encanta cuando están juntos 🤣🤣❤️🥰
Diosa David Torres
Vaya muy detallista nuestro Alfa nada que hacer muere por su Omega 😁😁😁😁
Andrea Osorio
Excelente
Gladys Zapata
jajajajajaja pobre idiota
Erika Garcia
ese alfa está como me lo recetó el doctor/Chuckle/
Topy71 🇦🇷
Ayyyy noooo, almenos termino de leer el libro? 😱
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