Reencarnada En El Cuerpo De Una Chica Miserable

Laura regresó a casa con paso vacilante. En realidad, Laura no quería volver a esta casa, pero qué más podía hacer sino venir aquí para vengar todo el dolor que le había infligido esta familia.

"¿Qué más has estado haciendo en la escuela, Laura?", gritó su padre estruendosamente.

"Nada", respondió Laura con indiferencia.

"Solo sabes avergonzar a la familia. ¿Seguirás así, Laura? ¿Vas a seguir volviendo loco a tu padre hasta que se muera?"

"Pues deshazte de mí para que no te avergüence".

"Laura, cada día eres más insolente".

Su padre caminó a grandes zancadas y tiró de la mano de Laura con fuerza. Con todas sus fuerzas, Laura se resistió para que su cuerpo no fuera arrastrado por su padre, y ese método funcionó lo suficiente, dificultándole un poco a su padre el arrastre. Lo importante era que Laura no se rindiera por completo.

"Tienes que ser encerrada, Laura, para que te des cuenta".

"¿Por qué no encierran a papá? ¿Por qué tengo que ser yo?"

Su padre no respondió, sino que tiró de la mano de Laura con más brusquedad. Laura sujetó su cuerpo agarrándose a un armario y mordió la mano de su padre.

"¡Auch, maldita Laura!"

Su cuerpo fue empujado y su padre también cayó. "Por eso, si no quieres que te traten con rudeza, no hagas lo que te dé la gana. Soy un humano, no un animal al que puedes encerrar libremente".

"Eres una maldita hija, Laura".

Laura se echó a reír y corrió hacia su habitación. Era como un entretenimiento para Laura. Cuándo más iba a hacer que su padre se pusiera así.

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Laura abrió la ventana de su habitación, saltó y se fue de la casa. Laura llevaba ropa negra y una sudadera con capucha para cubrir su largo pelo. Caminó con la cabeza gacha y entró en un coche.

"¿Estás segura de que eres Almira? No me engañes", dijo mientras le quitaba la sudadera con capucha a Laura.

"Sí, soy yo, ¿pasa algo?", preguntó Laura con sarcasmo.

"Por supuesto, es muy diferente. La que tengo delante es una niña. No te hagas pasar por mi amiga". El hombre también apuntó con un cuchillo a Laura.

"No te lo vas a creer, Bima, pero soy yo, Almira. Si te lo contara todo, sería muy largo. La cuestión es que me ayudes a destruir una empresa bastante grande".

"Almira ya no existe, no te inventes cosas ni te hagas pasar por Almira. Eres muy diferente, será mejor que te bajes del coche ahora mismo o te mataré", amenazó.

Laura soltó una pequeña risita, cogió el cigarrillo del hombre y lo fumó. "¿Todavía no te crees que soy Almira, que entró en el cuerpo que estoy usando? Solo tienes que seguir mis palabras, Bima. Eres mi subordinado y no puedes decirle nada a mi hermano". Laura miró a Bima con una mirada penetrante. Como cuando solía ordenarle a Bima con esta mirada.

Bima se quedó callado durante un rato bastante largo. "¿Qué otra prueba hay?"

"Antes eras un gamberro al que salvé porque tu jefe te iba a matar. Yo te recogí, ¿todo eso todavía no te hace creer que soy la persona que te salvó una vez, Bima, y ahora ayúdame a vengar este rencor contra esa persona? Quiero que se destruyan".

Al escuchar eso, Bima finalmente lo creyó, porque solo Almira lo sabía y Almira lo ayudó en ese momento.

"Todavía estoy muy confundido, pero está bien, te ayudaré. Creo que eres tú, Almira. Nunca he creído desde el principio que una persona muerta pueda volver a la vida en el cuerpo de otra persona".

"No pienses en lo que no tienes que pensar. Lo que tienes que hacer ahora es seguir mis deseos. Haz que esa empresa tenga problemas y destrúyela. Mañana te espero, quiero ver cómo todo se derrumba y, en cuanto al testamento que ya consta que Andi recibe el 50%, Anya el 45% y yo, Laura, solo el 5% de la herencia que dejó mi padre, quiero que toda esa herencia entre en mi cuenta mañana. No quiero saber, todas las finanzas de esa empresa tienen que entrar en mi cuenta y también quiero que te lleves todas mis cosas que hay en la casa. Mis ahorros, mis datos no deben quedar atrás".

"Bien, lo haré enseguida".

Laura solo asintió y volvió a fumar su cigarrillo. Cómo es que Laura sabía sobre esa herencia, hace unos días Laura intentó entrar en la habitación de su padre y encontró un archivo que decía que solo recibía el 5% de la riqueza de su padre.

¿Eso es justo? En absoluto. Mientras que Anya, que solo es hijastra, recibe un 45% bastante grande, pero a ella, que es hija biológica, solo se le da un 5%, esto no es justo.

Laura ya había desafiado a su padre a destruirlo todo y hoy Laura va a destruir a su padre y a su familia. No quedará nada de sus bienes.

"Para".

Laura se bajó inmediatamente del coche y pisó el cigarrillo que se había terminado. Entró en un club y pidió una bebida que pudiera emborracharla. Esto era algo que solía hacer en el pasado, pero es la primera vez que vuelve a beber mientras está en el cuerpo de Laura.

En realidad, no quiere dañar este cuerpo, pero ahora mismo quiere y calmar su mente.

"Laura, estás aquí, así que es cierto lo que dicen tus amigos de que te gusta ir a clubes y beber así. Nunca pensé que todo esto fuera cierto. Pensé que eras una mujer de bien. ¿También te vendes, Laura?", se burló.

Laura frunció el ceño y miró a la mujer que tenía delante. "¿Qué te importa? Vete".

"Tranquila, tranquila, aún no te he fotografiado".

La mujer fotografió a Laura varias veces, luego se rió con sus amigas. Con un solo tirón, el teléfono estaba en la mano de Laura. Tiró el teléfono y lo pisoteó hasta hacerlo añicos.

"Laura, ¿estás loca? Es un teléfono caro y lo estás destruyendo. Eres muy exagerada", gritó la mujer.

"Ya te he dicho que no me molestes. No me gusta que me molesten, iros".

"No puede ser así, tienes que reemplazar mi teléfono, Laura".

Laura se levantó y agitó las manos sin importarle. Realmente molestaba su tranquilidad.

"Laura, no puedes hacer eso", también le tiraron de la mano con fuerza.

Laura golpeó brutalmente a la mujer hasta que le sangró la nariz. "Ya te he dicho que no me molestes".

"Laura, ¡cuidado contigo!", dijo mientras se frotaba la nariz ensangrentada. "Dios mío, cómo está mi nariz, Lala. Tengo que ir al médico inmediatamente, hay mucha sangre".

Lala solo pudo rascarse la cabeza que no le picaba. ¿Por qué esta amiga suya también molesta a Laura? Es raro, así es como se vuelve.

"Lala, te estás quedando callada, vamos, llévame al hospital. No quiero que se me estropee la nariz", gritó estridentemente. Hasta el punto de que Lala se sobresaltó e inmediatamente tiró de la mano de su amiga.