NOVELA INCOMPLETA POR DISCREPANCIA....
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CUANDO CONTRADICTORIO ES UN HUMANO
La noche en que se habían entregado las calificaciones del examen de reconocimiento del regreso a clases en el colegio internacional, la familia Templeton se reunió a cenar en casa, al menos los miembros que se encontraban en la ciudad.
A la cabeza de la mesa se encontraba Mateo Templeton, el jefe de la familia; al lado derecho estaba Stephan, el padre de Astrid; a su izquierda su esposa Emma y a su lado su hija Astrid. Del otro lado se encontraban Nina Templeton, la abuela y esposa de Mateo, y a su lado Mila, quien vivía de momento en esa casa, ya que sus padres se encontraban de viaje.
Siempre se acostumbró a hablar sobre los negocios de la empresa cuando se encontraban los tres hijos y el padre; casi nunca participaban en las charlas las esposas de ellos, pero en esta ocasión la que inició la conversación en la mesa fue Nina.
—Mateo, sabes que nuestra querida nieta, Mila, ha sobresalido como siempre en sus exámenes; ha sacado una alta calificación. ¿Qué le darás como regalo? ¿Preguntó la vieja anciana?
—Qué regalo debería de darle yo, para eso tiene a sus padres —La anciana frunció los labios; no soportaba que su marido menospreciara a la hija de su hijo de en medio; ese era el hijo al que más quería; él era el que más se parecía a ella.
—Podrías darle un poco de dinero para que compre algo de ropa o una joya bonita —continuó insistiendo.
—Si le diera dinero a ella, tendría que darle a los tres nietos que tengo, y no están los tres aquí, así que no lo haré Fue seco y tajante al responder el viejo señor Templeton.
Para esto Astrid no había dicho a sus padres la calificación que había obtenido en su examen, y ellos tampoco habían querido preguntar para no abochornarla. Creyeron que podría haber sacado una muy baja calificación, que sería mejor no mencionarla esa noche delante de todos los presentes; sería mejor hablarlo en privado, solo ellos tres, así sabrían qué hacer en caso de que tuviera problemas de aprendizaje.
Stephan estaba apunto de hablar sobre las cosas de la empresa con su padre cuando su propio padre le preguntó a Stephan porque tú no estás pidiendo nada para tu hija. ¿Tu hija no sacó buenas calificaciones en el examen también?
Stephan y Emma se miraron uno al otro sin saber qué responder; de hecho, no sabían cual había sido el resultado que había obtenido la pequeña Astrid. Así que no tenían más remedio que preguntarle ahí mismo a su hija sobre ese hecho.
—Astrid, ¿Cuál fue tu puntuación en el examen? Preguntó nerviosamente Emma a su hija.
Astrid respondió tranquilamente sin levantar la mirada de su plato.— 160—
Los padres de ella no sabían si eso era mucho o poco, así que tuvieron que ver la cara de Mila, y con eso supieron que era una calificación más que excelente, pues Mila de nuevo comenzó a llorar.
—Mila, cual fue tu puntuación —preguntó el anciano.
—138 puntos,Sniff,Sniff—
—Y así quieres que festeje a esta nieta tuya, Nina, a quien quieres engañar, acaso no ves que está mucho peor de lo que se puede esperar —dijo Mateo Templeton.
Esas palabras enfurecieron a la vieja Nina. —Si esa niña no nos hubiera engañado diciendo que era una tonta, desde que llegó de ese orfanato lleno de gérmenes, mi pobre Mila no estaría sufriendo ahora tanto.
—Nina, ¿Quién dijo que la niña era tonta?—preguntó Mateo.
Nina no se atrevió a decir más cosas; sabía que ya había dicho suficiente, como para que no saliera a luz, todo lo que causó el día de la llegada de Astrid a esa casa.
—Ella me lo dijo, el primer día que llegue a esta casa, y además le pego a mi madre en la cara. Pero prometió que se disculparía con mi madre si yo sacaba más alta calificación que Mila, así que ahora tiene que pedirle perdón a mi madre por golpearla—dijo Astrid, con toda la tranquilidad del mundo, mientras tomaba su postre. Comí estuviera comentando del clima de ese día.
Stephan no sabía que su esposa había sido golpeada por su madre y que su hija había sido insultada; estaba muy molesto en ese momento. Si aún soportaba estar en esa casa era porque no había nada que lo hiciera irse, pero ahora ya nada lo detenía ahí, ya tenía a su hija a su lado, ya podía marcharse y estar con su hija y su esposa en otra casa lejos de estos problemas y la aversión de su madre.
Y la incompetencia de su hermano, que sabía que llegado el momento los llevaría a la ruina. Su hermano mayor no era un problema; él era independiente de los negocios de la familia, él tenía su vida hecha, como militar, tenía un buen cargo y su esposa pertenecía a una familia muy bien situada en la política. Su madre lo presumía a diestro y siniestra, pero casi nunca lo veían.
—Muy bien, las promesas siempre se cumplen en esta familia, así que Nina, discúlpate con tu nuera como es debido, ahora mismo —le ordenó su esposo.
Nina sintió que en ese instante estaba bajando a la profundidad del infierno, sin haber muerto aún. Le era imposible disculparse con esa nuera tan inútil; ya hacía tiempo que debería de haberla disciplinado para que conociera bien cual era su lugar, pero no, solo la dejó que hiciera lo que quisiera y se dedicara a llorar por los rincones e ir a cuidar ese viejo inútil de su padre, y ahora estaba pagando las consecuencias de eso; esto se lo cobraría con creses, eso seguro que sí.
—Emma, discúlpame por haberte golpeado un poco. Nina apretó tanto los dientes que todos pensaron que en cualquier momento se le romperían y a alguno de ellos le caería un trozo de ellos en su plato de postre.
Menos mal que era la dentadura postiza de última generación, muy bien hecha de material reforzado; que si no, se hubieran hecho realidad los pensamientos de todos los presentes.
—Suegra, está bien. Emma sabía que no podía luchar contra Nina mientras viviera en su casa, así que prefirió no hacer más escandalo, solo aceptar una disculpa muy falsa.
—Señora abuela, espero que no vuelva a golpear a mi madre y sobre todo delante de personas que no son importantes para nosotras. Astrid no dejaría pasar tan fácil el incidente.
—Astrid, ¿Quiénes estaban el día que tu abuela golpeó a tu madre?—Preguntó su padre.
—La familia del prometido de Mila vino para ponerse de acuerdo cuando sería el compromiso.
—Por qué no me dijiste que vino la familia Calloway, Nina, ¿en qué estabas pensando citándolos sin que yo estuviera presente? Pregunto ya muy molesto. Mateo Templeton
—Ellos vinieron a ver a Mila y las cosas sucedieron así: Nina no sabía cómo arreglar el problema ahora, ya estaba todo hecho; esa niña ya la había metido en problemas, ahora cómo podría salir de ellos.
—Abuelo, no te enojes con mi abuelita; solo quería saludar a los padres de Denzel, porque mis padres no están en el país. —Salió a su salvación Mila.
—Ese compromiso es un trato entre dos familias, muy importante; no es un juego de dos niños; a mí no me importa si solo es un saludo de tus padres. Representa asuntos comerciales en el futuro; no quiero saber de nuevo que se metieron en problemas delante de extraños, que puedan pensar mal de esta familia y que puedan dañar los negocios familiares, comprendieron.
Mateo, como un hombre viejo y de los tiempos de la depresión económica, aún se comportaba con mucho recelo a la hora de tratar a las personas, y no dejaba que nadie se interpusiera en los negocios que tenía con otras familias; eso significaba pérdidas para él, y lo ponía de muy mal humor. Era capaz de correr de su casa a quien lo enojara cuando se ponía así.
Solamente quienes sufrieron la gran depresión aunado a una guerra civil pueden saber lo que cuesta levantar un emporio de negocios de la nada… Y uno de esos era Mateo; desde muy joven trabajó duro, picando piedra sobre piedra para lograr lo que tenía hasta ahora.
No dejaría que cualquier tonto miembro de su familia tire por la borda su arduo trabajo.
Astrid comenzó a ver como funcionaban las cosas en esa casa, donde en realidad la maquinaria que los movía era sencilla de comprender. Era dinero, codicia y poder, y eso que aún no conocía al resto de la familia, y no tenía ganas de conocerlos. Como amaba a sus libros, que solo le mostraban cosas realmente interesantes, y no como las personas que mostraban caras falsas y mentiras que tenías que descubrir, como si se tratara de capaz que tenías que quitar.
Era realmente complicado comprender la mente humana; la psiquis era todo un enigma para Astrid. Era mucho más fácil hablar con un científico sobre las investigaciones de Albert Einstein que sobre por qué un hombre desea tanto ser rico y famoso a cualquier coste, aún pisoteando a los demás.
Ella veía muchos que querían adoptar niños en el orfanato, gente rica que no podía tener hijos, pero también no comprendía, porque solo se llevaban a los niños, que solo coincidían con los mismos rasgos que ellos. ¿Cuándo fueran adultos esos niños no descubrirían que eran adoptados? ¿Qué importancia tenía si no tenían ojos azules como la madre o el pelo rubio como el padre? Cuando crecieran, nunca tendrían nietos que se parecieran a ellos de verdad. Los seres humanos son de verdad los más complicados de todo el universo.
Por eso ella seguiría dedicándose a la investigación de células y medicamentos; eso sí que es más fácil de entender.
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