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La Campesina Y El CEO

La Campesina Y El CEO

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Equilibrio De Poder / Amor Campestre / Completas
Popularitas:1M
Nilai: 5
nombre de autor: Maria L C

Cuando el exitoso y temido CEO Martín Casasola es abandonado en el altar, decide alejarse del bullicio de la ciudad y refugiarse en la antigua hacienda que su abuela le dejó como herencia. Al llegar, se encuentra con una propiedad venida a menos, consumida por el abandono y la falta de cuidados. Sin embargo, no está completamente sola. Dalia Gutiérrez, una joven campesina de carácter firme y corazón leal, ha estado luchando por mantener viva la esencia del lugar, en honor a quien fue su madrina y figura materna.

El primer encuentro entre Martín y Dalia desata una tormenta: él exige autoridad y control; ella, que ha entregado su vida a la tierra, no está dispuesta a ceder fácilmente. Así comienza una guerra silenciosa, pero feroz, donde las diferencias de clase, orgullo y heridas del pasado se entrelazan en un juego de poder, pasión y redención.

NovelToon tiene autorización de Maria L C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 11

La tarde caía lentamente sobre los campos dorados de la hacienda. Una brisa suave recorría los árboles altos, meciendo las hojas con delicadeza, mientras el sol comenzaba a teñir el cielo de tonos anaranjados y rosados. Dalia, vestida con una blusa de lino blanco y una falda larga de tonos terrosos, observaba desde el pórtico la llegada del viejo vehículo. Reconoció de inmediato la figura alta y recta del señor Augusto, quien descendía del coche con paso firme, aunque el tiempo ya comenzaba a marcar su andar.

Con una sonrisa cálida y sincera, Dalia bajó los escalones de piedra y caminó hacia él.

—Tío Augusto —dijo con afecto, extendiendo los brazos para abrazarlo.

El hombre la recibió con una mezcla de sorpresa y ternura. Siempre le había agradado que ella lo llamara así, aunque el parentesco fuera más simbólico que real.

—Dalia, hija —murmuró con la voz grave, rodeándola con un brazo fuerte—. Estás igual de hermosa que la última vez que te vi.

—Gracias, tío. Me alegra mucho verte por aquí. ¿Cómo está la señora Analia? —preguntó con interés genuino.

—Está bien, quería venir, pero la empresa necesita de alguno de nosotros. Estoy aquí por esta urgencia, ya vendremos con calma.

Dalia asintió y los guio hacia la sala principal de la hacienda. El lugar había sido restaurado con esmero, combinando elementos tradicionales con algunos toques modernos que habían devuelto vida al lugar sin alterar su esencia. Los suelos de madera crujían suavemente bajo sus pasos, y el aroma a limón y canela llenaba el ambiente, proveniente de la jarra que reposaba en la mesa del comedor.

—Les traje agua de limón fresca. Con este calor, seguro les viene bien —ofreció con una sonrisa mientras servía los vasos.

Augusto tomó un sorbo y suspiró, mirando a su alrededor.

—Has hecho maravillas con esta hacienda, Dalia. Está viva otra vez.

Ella bajó la mirada, algo apenada pero orgullosa al mismo tiempo.

—Ha sido un trabajo de muchos, tío. Pero me alegra que lo vea así.

La revisión y reunión se extendieron por un rato, hasta que el crepúsculo cayó por completo. Las luces suaves se encendieron, y el murmullo de la naturaleza llenó los espacios vacíos con una calma profunda. Cerca de la hora de la cena, cuando los aromas de la cocina comenzaban a perfumar la casa, Augusto se acercó a Dalia en la terraza.

—Quiero hablar contigo con calma, antes de que empecemos a cenar —dijo con voz serena pero firme.

Ella lo miró con atención, sintiendo que algo importante se avecinaba. Asintió y se sentaron en uno de los bancos de hierro forjado, junto a las macetas de jazmín, luego alzó la vista y sonrió.

—¿Todo bien, tío?

—Dalia —comenzó Augusto, mirándola con seriedad—, te estoy profundamente agradecido por lo que has hecho por esta hacienda. Has cuidado de ella como si fuera tuya. Pero ahora que Martín está aquí, necesito que me ayudes con algo más.

Ella frunció el ceño, intrigada.

—Claro que sí, lo que necesite.

—Quiero que le enseñes. Que le muestres todo lo que sabes de estas tierras, de su gente, de su historia. Tiene derecho a saber lo que su abuela le dejó. Y también a luchar por ello.

Dalia sintió un nudo en la garganta. Martín había llegado apenas unos días antes, confundido, un poco reacio, pero también lleno de preguntas. Su presencia removía memorias dolorosas, pero también encendía una esperanza que había permanecido dormida por mucho tiempo.

—Martín es inteligente. Aún no entiende todo lo que implica estar aquí —dijo con honestidad.

—Por eso confío en ti —respondió Augusto—. Eres paciente, tienes un corazón fuerte. Y lo más importante, conoces la verdad.

Dalia lo miró con sorpresa.

—¿La verdad?

Augusto suspiró hondo, como si arrastrara un peso de muchos años.

—Hay cosas que se ocultaron, Dalia. Cosas que deberían haber salido a la luz hace tiempo. Con la llegada de Martín, tal vez tengamos la oportunidad de llegar al fondo de todo. Incluso podría reabrirse el caso de la muerte de tus padres.

El corazón de Dalia se detuvo un segundo. Recordaba aquella tragedia como si fuera ayer. El día en que su casa donde era felíz con sus papás se cubrió en llamas, ese día que dejó una herida abierta en todos.

—Tío... —susurró, con la voz quebrada—. Si se puede saber la verdad, entonces hay que hacerlo. No por venganza. Sino por justicia. Por paz. —¿Cree que hay algo que no se dijo?

—Estoy seguro de que sí. Y no soy el único. Hay documentos, testigos, cabos sueltos. Pero necesitamos orden. Necesitamos paciencia. Y necesitamos tu ayuda.

Dalia asintió lentamente, procesando las palabras, los recuerdos, las emociones que surgían con fuerza renovada.

—Haré lo que pueda, tío. No sólo por usted, sino por mí. Por lo que mearrebataron.

—Gracias, hija —murmuró Augusto, posando una mano sobre la de ella. —Tienes el valor de tu madre, Dalia. Y la nobleza de tu padre. No estás sola. Esta vez, no.

La cena transcurrió en un ambiente más tranquilo, aunque la conversación no abandonó los pensamientos de Dalia. Esa noche, mientras se recostaba en su habitación, el techo de madera sobre su cabeza y el canto lejano de los grillos acompañándola, sintió una mezcla de miedo y determinación.

—Vamos a llegar al fondo de todo, Dalia. Puede que con lo que encontremos, se abra nuevamente el caso de la muerte de tus padres.

Las palabras resonaron como un trueno en el pecho de Dalia. Sintió que el aire se volvía más denso, que los sonidos se apagaban, que el pasado se arremolinaba a su alrededor con fuerza brutal.

Las llamas ardiendo, su padre saliendo con ella en brazos, el humo, el calor insoportable. Él regresando en busca de su madre. Y ninguno de los dos saliendo jamás.

Esos recuerdos volvieron a abrir una herida en el corazón de Dalia. Unas lágrimas rodaban por su mejilla. Tan solo era una niña. Tan solo tenía ocho años. Y eso dolía. Dolía como si hubiera sido ayer. Entre lágrimas, dejando que el pasado la tocara un instante más, antes de volver a respirar el presente con determinación renovada.

Sabía que algo había quedado enterrado, algo que podría cambiarlo todo. Y ahora, el destino ponía en sus manos la llave para desenterrarlo.

Dalia no pudo dormir en toda la noche. Al amanecer, se levantó con los ojos hinchados, señal clara de que había llorado. A Martín no se le escapó ese detalle. Durante el desayuno, el señor Augusto, padre de Martín, y los abogados terminaron su café y se despidieron con cortesía antes de marcharse.

Una vez quedaron solos, Martín la miró con preocupación.

—¿Qué te pasa, Dalia? —preguntó con suavidad, intentando no presionarla.

Ella bajó la mirada, esquivando sus ojos.

—Nada... cosas de mujeres —respondió, intentando sonreír, aunque su voz delataba un leve temblor.

Martín no le creyó, no del todo. La conocía lo suficiente para saber que algo más pasaba. Se acercó despacio, como si temiera romperla con una palabra de más.

—Dalia... —dijo en voz baja, con un tono casi suplicante—. No me digas que no es nada. Tus ojos dicen otra cosa.

Ella mantuvo la mirada clavada en la taza de café entre sus manos. Las lágrimas amenazaban con volver a salir, pero se resistió.

—No quiero hablar de eso ahora —susurró, casi inaudible—. Solo necesito un poco de espacio, ¿sí?

Martín la observó en silencio. Su mandíbula se tensó, no por enojo, sino por impotencia. Quería ayudarla, protegerla, pero sentía que había un muro invisible entre ellos. Dio un paso atrás, respetando su pedido.

—Está bien —respondió, con suavidad—. Pero cuando estés lista... aquí estoy. No te cierres conmigo, por favor.

Dalia asintió apenas, sin levantar la vista. En su pecho, el peso de la noche sin dormir y los pensamientos que la carcomían la hacían sentirse pequeña, agotada.

Martín se alejó lentamente hacia la sala, dándole su espacio. Mientras tanto, ella se quedó en la cocina, aferrada a su taza como si en ella pudiera encontrar algún tipo de consuelo. Por dentro, una batalla silenciosa se libraba entre lo que quería decir y lo que sentía que debía callar.

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Maria Guadalupe Cuevas Garcia
pos si es la tina no sabe lo que le espera
Maria Guadalupe Cuevas Garcia
ponla en su lugar dalia
Diana Quintero
felicidades, una gran novela 💙💜❤💯💯💯💯💯💯💯💯💯😘🔥
Diana Quintero
ESPECTACULAR, BELLA Y HERMOSA NOVELA ❤💜😘♥❤💜💙♥🔥💯💯💯💯
Diana Quintero
ya Mariana es toda una mujer 💜❤😘
Diana Quintero
pobre Martin, quedaron traumatizados, con lo que ke sucedió a Mariana, pero ya pueden estar tranquilos 😘❤💜😘 esa bruja ya esta pagando su crimen 😡😡😡
Diana Quintero
jajajajajajaja canela le va a pedir que la p8nte de verde 🤣🤣🤣🤣
Diana Quintero
la gallina corriendo a Mariana, porque le robo otro huevitoo 🤣🤣🤣
Diana Quintero
ese viejo decrépito mato a la esposa, porque supuestamente lo 4ngañaba y no era verdad, siempre despreció a su hija Isabel, nunca le hizo una prueba de ADN, para saber si era verdad o no 😡😡😡😡
Diana Quintero
Joaquin no debe hacer lo que su abuelo le dijo, debe disfrutar de su esposa e hijo, acaba de salir de la cárcel, para volver a ella? 🤔🤔😔
Diana Quintero
imposible este infeliz de Joaquin salió de la cárcel, para seguir con la venganza 😡😡😡
Diana Quintero
mucha angustia para los padres y los abuelos. el tener a su nietecita en la clínica 😔😔 esa malvada mujer esta pagando su castigo 🤬🤬
Diana Quintero
Mariana saldrá victoriosa, es una bebé fuerte y valiente 😘😘
Diana Quintero
bravo Dalia le devolvió el dolor que sintió, cuando esa malvada mujer le robo a la bebé 👏👏👏👏 ahora si pagará con creces tanto mal que hizo
Diana Quintero
apenas doce años de cárcel, para todas las maldades que cometió? 🤬🤬🤬 esa desequilibrada merecía muchos años más
Diana Quintero
que se pudra en la cárcel, que pague todo el dolor que causó al secuestrar a una recién nacida 🤬🤬🤬🤬
Diana Quintero
cogieron a la desquiciada de Tina?? 🤬🤬🤬
Diana Quintero
Martin y Dalia pasaron momentos muy angustiosos, pero ya tienen nuevamente a su hija 😔😔😔
Diana Quintero
maldita infeliz se vio descubierta y tiro a la bebé en un contenedor de basuras 🤬🤬🤬🤬 se merece lo peor del mundo, loca, demente
Diana Quintero
maldita zorra tiene que pagar con creces, el haber secuestrado a úna bebé 🤬🤬🤬🤬
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