Anna Lía nunca tuvo suerte en el amor, su vida no fue lo que esperaba, pero con su hija la historia no se repite, sino que empeora. Será que nunca serán felices?
Es una novela acerca de la violencia de género y la desaparición forzada de personas.
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Nuevas realidades
Los primeros días fuera del hospital fueron muy pesados, mi bebé no dejaba de llorar por las noches y yo me desesperaba, de día tenía ayuda, pero en las noches no. Los padres de Lorenza me visitaron y la señora me orientó como una verdadera madre en como tratar y alimentar correctamente a la nena, después de eso ya no lloraba tanto y me dejaba dormir más, eso alivió mucho las cosas. Ya íbamos mejor y casi era tiempo de volver. Platicando con mi papá decidimos pedirles a Lorenza y Renata qué fueran las madrinas de mi pequeña, también que su nombre sería Paloma, Las dos aceptaron muy entusiasmada, y acordamos la, fecha para dentro de tres meses, ya que yo retomará el rumbo de mi vida y la enfermería.
Regresamos al pueblo me dedique al cuidado de Paloma,
Los meses pasaron y se llevó a cabo el bautizo, entre la celebración Lorenza me pidió hablar a solas y muy feliz me contó que se casaría, el novio no la acompañó pero en una semana estarían los dos para pedir formalmente su mano. Me daba gusto por ella, pero nostalgia de lo que yo alguna vez imaginé con el padre de mi hija, el que estaba casado ya con otra.
Así pasó, la pidieron y se casó con mucha celeridad, resulta que ya estaba embarazada y él no quería que su reputación se manchara, así que la boda fue muy íntima y sencilla, pero mi querida amiga estaba feliz, eso era lo importante.
Mi trabajo y mi nuevo rol de mamá me tenían siempre cansada, a veces incluso me quedaba con Paloma en el pueblo para no ir y regresar de la casa. Una tarde en que cayó una fuerte tormenta yo no quise arriesgarme a salir y me quede en la enfermería, al otro día todo parecía particularmente calmado, no tuve mucho que hacer y decidí volver a casa temprano para tratar de descansar un poco. Al llegar no encontré a mi padre por ningún lado, creí que habría salido a algún mandado y me dormí un rato con mi bebé, me despertó la niña con hambre y me percaté de que seguíamos solas, pero era muy tarde para salir a buscarlo, no pude dormir pensando en donde estaría mi papá y al amanecer me vestí y envolvi a Paloma, decidida a buscar a mi papá, aunque no sabía por donde empezar, me encamine al pueblo y paraba a todo el que me encontraba para preguntarle si habían visto a mi padre. Nadie lo había visto en dos días, pero la voz se corrio rápido y me acompañaron en la búsqueda, el papá de Lorenza organizó a varios hombres y salió al campo a buscar mientras yo estaba en el pueblo con mi bebé. Pasó un buen rato y llegaron con malas noticias. La tormenta de hace dos días había sorprendido a mi papá en la parcela, trato de protegerse bajo unos viejos árboles y cuando uno de ellos se desgajó hirió gravemente su cuerpo, falleció desangrado pues nadie se dio cuenta y no recibió ayuda.
Durante el funeral yo estaba desconectada, no sabía que rumbo tomar y solo me aferraba a Paloma para seguir viviendo, mi ancla a tierra ya no estaba conmigo y me dolía mucho el pensar que no pude hacer nada para salvarle la vida. Irónicamente yo ayudaba a muchas personas y no pude hacer nada por él.
Seguí como por inercia, con mi hija en brazos y mucha soledad en el alma.
Pasó el tiempo y Paloma crecía, Lorenza dio a luz un varón que nombraron Jorge, como su abuelo, pero no todo estaba bien, ya que su esposo se volvió más posesivo y violento, ella trataba de ocultarlo, pero yo lo sospechaba ta que le había visto varios moretones qué no sabía cómo explicar.
Su luz se apaga y no dejaba que nadie la auxiliara.
Yo me había cerrado al amor, no era para mi, pero de repente un paciente que atendía de nombre Rodrigo qué venía de Culiacán me hizo dudar, era muy galante y me trataba muy bien, incluso a Paloma le llevó regalos y a la niña parecía agradarle. Comenzamos a salir y me hacia ilusión ya no estar sola.
Una vez me invito de viaje a Culiacán con todo y mi hija, pasó lo que tenia que pasar, nos entregamos a la pasión y por un momento pensé que era amor, pero que equivocada estaba, a la mañana siguiente mientras alimentaba a Paloma comenzaron a golpear la puerta del hotel con mucha fuerza, yo no entendí nada pero Rodrigo se levantó sobresaltado y se escondió, me dijo que abriera y dijera que solo estaba yo con mi bebé y que no lo conocía. Así lo hice y resulta que era la policía que lo buscaba. Me dejaron en paz al ver a la bebé, no sin antes advertirme que Rodrigo era un narcotraficante peligroso, resulta que como se sabía buscado, mi hija y yo le servimos de cortina de humo para evitar ser capturado, solo aprovecho la cercanía para tener sexo. No le importo que si algo pasaba mi bebé podría salir lastimada. All cerrar la puerta caminé a guardar mis cosas, no estaba dispuesta a volver a arriesgarme asi y menos con mi pequeña hija. El trató de minimizar la situación. Pero me fui sin escucharlo después de decirle que no me volviera a buscar. Estando en su cuidad me encamine a visitar a Lorenza, pero lo que encontré me rompió el corazón.
Estaba muy golpeada, tanto que apenas podía caminar, me vio y se soltó a llorar, me pidió ayuda para escapar y después de alistarse con su bebé tomamos un taxi a la central camionera y regresamos al pueblo.
La llevé a la enfermería, donde ya vivía porque mi casa me hacía recordar mucho a mi padre y con la niña ya no me gustaba trasladarme tanto. Le curé las heridas y comimos, por la noche la dejé dormida y fui a buscar a su familia. Fue desgarrador cuando la vieron y ella les explicó que su esposo se puso como loco porque según el la comida estaba salada y le dio una golpiza para después irse con sus amigos como si nada.
Obviamente no regresaría con el y solicitaría el divorcio y la pensión para su hijito.
Nuevamente sola, pero ahora Lorenza estaría en la misma situación y ambas con hijos chicos a los cuales criar.