*Sinopsis:*
_Alejandra despierta en un hospital con la memoria intacta de su vida pasada, marcada por el dolor y la desesperación por el amor no correspondido de Ronan. Decidida a cambiar su destino, Alejandra se enfoca en sí misma y en su bienestar, pero Ronan no cree en su transformación. Mientras tanto, Víctor, un poderoso enemigo de Ronan, pone sus ojos en Alejandra y comienza a acecharla. ¿Podrá Alejandra superar su amor por Ronan y encontrar la felicidad sin él, o su corazón seguirá atado a él para siempre? ¿O será víctima de los juegos de poder de Víctor? "Renacimiento en Silencio". Una historia de amor, redención y autodescubrimiento en un mundo de pasiones y conflictos.
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Caer por una chiquilla.
***NARRADO POR RONAN***
Ella está de pie frente a mí, seria, firme, segura de sí misma.
Cruza los brazos.
Todos estos años me resigné a aceptarlo. A esa chiquilla que tanto despreciaba —o eso creía— no la odiaba… solo me rehusaba a aceptar lo que provocaba en mí. Era yo quien se engañaba.
—¿A dónde vas? —le pregunto, y ella me sostiene la mirada sin titubear.
—Ronan, no sé qué planeas ni por qué haces esto… pero deja de hacerlo ya.
—¿Hacer qué? —replico, dando un paso hacia ella. Ella retrocede, yo avanzo. Así, paso a paso, hasta que queda acorralada contra la pared.
—¿De verdad vas a decirme que ya no sientes nada aquí?
Apoyo mi dedo índice sobre su pecho, justo donde late su corazón.
Ella baja la mirada… y sus ojos se clavan en el anillo que llevo puesto. Aquel que no me he quitado desde el día en que ella misma me lo entregó.
Mi celular suena. Veo la pantalla y respiro hondo. Es mi madre. No tengo opción, debo contestar.
—Tu abuela despertó. ¿Has visto a Alejandra?
—Está conmigo. Vamos para allá —respondo, mientras ella me observa en silencio, esperando que diga algo más.
—La abuela despertó —le digo, y su rostro se ilumina de inmediato. Junta las manos, emocionada. No puedo resistirme. Me acerco y la beso. Ella se queda quieta por unos segundos, mirándome, luego se aparta lentamente.
—Iré por mi bolso —susurra.
La veo alejarse nerviosa. Bajo al auto y me recuesto en el cofre mientras la espero. Minutos después, sale de la casa. Cierra la puerta y camina hacia mí con una sonrisa radiante.
Le abro la puerta del coche. Sube y se abrocha el cinturón sin que tenga que pedírselo. Un gesto tan simple..
Conduzco rumbo al hospital. Al llegar, entramos juntos. Ella se adelanta, con paso firme, y es la primera en entrar a la habitación.
—Isabela ha venido tres veces a buscarte —me dice mi madre, señalando hacia el pasillo.
Suspiro. Camino hacia donde está Isabela y salimos del hospital para hablar.
—¿Qué ocurre?
—Ronan, creo que dejaste todo claro… pero aún así, no entiendo qué hice mal.
Llora, y me incomoda. Me abraza, ahogando el llanto en mi pecho.
—No hiciste nada mal —le digo, intentando consolarla.
—¿Es por tu abuela? ¿Por lo que te pidió? ¿Te sientes culpable? Si es eso… puedo esperar más tiempo.
—No, Isabela. Haz tu vida —respondo, suave pero firme.
—Me prometiste algo… Tú fuiste mi primer hombre. Y quiero que sigas siéndolo. Te esperaré.
Su voz se quiebra. Yo la aparto.
—Hablemos —me ruega.
Asiento.
—Mañana, a las diez de la mañana, en la sala de juntas de mi empresa.
Se merece una explicación, y se la voy a dar. Pero no tengo idea de cómo explicarle que una chiquilla logró desestabilizarme hasta el punto de derrumbar todo lo que tenía planeado.
Ella asiente. Se va, pero antes se pone de puntas para besarme. Giro el rostro y su beso termina en mi mejilla.
Cuando me doy la vuelta, Alejandra está ahí. Me observa con esa expresión que me deja sin saber que hacer.
—Tu abuela quiere hablar contigo —dice, seria.
Asiento. Camino hacia ella, pero antes de avanzar, me lanza una última frase:
—No te daré el poder de joderme otra vez.
Su voz es firme y segura.
—Ronán, entra —dice mi madre desde la habitación.
Por un instante creo que Alejandra se irá… pero no. La veo sentarse en una silla sin siquiera mirarme.
Y en ese momento lo entiendo: esta vez, no tengo el control de nada.